Enzo era un chico muy feliz con su esposo: Julián Álvarez.
Llevaban dos años casados, realmente se amaban mucho. Pero había algo que Enzo quería y anhelaba a que se haga realidad; un bebé, amaba tanto a los niños, siempre deseó ser padre más con Jul...
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Hoy era un día hermoso, pero el peor para Julián; debía ir a cursar a la facultad, como odiaba tener que irse temprano de su casa para ir a estudiar o rendir.
Sí, aún tenía ese pensamiento de un pibito de primario que no quería ir a estudiar.
Miraba a Enzo tomando mate con Oli al lado de él, mirando tele. Sonrió, eran iguales.
— Bueno, ya me voy. — habló después de preparar su mochila.
— Noo — se quejó. —, no te vayas Juli.
— Sí, me voy o no me verán en todo el verano. — rió.
— Oli, ¿vas a dejar que papá Juli se vaya? — la nena lo miró con atención y luego miró a Juli.
— ¡Ta! — habló la castañita, extendiendo sus manos en dirección del castaño.
— Enzo, me tengo que ir, no le digas esas cosas o no me la voy a poder quitar de encima.
El azabache soltó una risita.
— Perdón, amor. — cargó a la bebé. — Oli, más tarde papá Juli podrá hacerte upa, ahora se tiene que ir.
Oli hizo un puchero con los labios y amagó con llorar.
— Bueno, mejor me voy yendo porque va a llorar y yo estoy llegando tarde. — se puso la mochila en la espalda.
Enzo empezó a darle mimos a la bebé para que no llorara.
— ¿Te vas sin un besito? — también hizo un puchero con los labios.
— A veces pienso que vos le enseñas a hacer pucheros a Olivia. — se acercó a su esposo para depositarle un besito en sus labios y un besito en el cachetito de Oli. — Nos vemos más tarde. — sonrió.
— Es mentira eso del puchero. — respondió antes de que Julián desapareciera por la puerta.
El cordobés sólo sonrió y se fue.
— Algún día vamos a conseguir que papá Juli haga lo que queramos. — sonrió con malicia junto con Oli.
Bueno, no era mentira que Enzo le enseñaba a hacer pucheros a la bebé. Él lo justificaba diciendo que Juli tenía muchas reglas en la casa y cuando el pelinegro no quería cumplirlas, hacia un puchero.
Julián no podía negarle mucho, ese puchero que hacía le parecía tierno. Pero no se dejaba manipular tanto.
— Oli, hoy no va a estar Juli, significa que vamos a poder hacer muchas cosas que él nos prohibió. — empezó a dar vueltitas con Oli en sus brazos.