Enzo era un chico muy feliz con su esposo: Julián Álvarez.
Llevaban dos años casados, realmente se amaban mucho. Pero había algo que Enzo quería y anhelaba a que se haga realidad; un bebé, amaba tanto a los niños, siempre deseó ser padre más con Jul...
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— Dale, Oli, vos podés. — alentó Enzo, viendo a la pequeña: sentada en el piso mirando por todas partes como si no conociera la casa.
— ¿Qué hacés, amor? — apareció Julián, que venía de la cocina con las galletitas de Oli, sus favoritas.
— Le estoy enseñando a Oli a caminar. — sonrió contento.
Juli rodó los ojos, mientras sonreía divertido.
— Dejala, ya va a aprender, no la presiones. — se agachó a la altura de la bebé y le alcanzó una de las galletitas para que ella lo agarre con su pequeña manito.
— ¿Pero qué pasa si estoy laburando y ella da su primer pasito?, no me lo quiero perder. — habló bajoneado.
— No, Enzu, no te vas a perder el primer paso de Oli. — sonrió viendo a su pareja.
— Obvio que no, por eso le estoy enseñando un poco hoy, cosa que ya podría ver cómo da su primer gran paso. — sonrió.
Oli estaba tranquila comiendo su galletita suave para que pudiese comerlo, agradecía internamente a su papá Juli, que hacía las mejores galletitas.
— Mirá, vení, Oli. — la llamó, extendiendo sus manos para que la nena se acerque a él.
Le menor gateó a su dirección y Enzo la cargó, levantándose de su lugar para luego volver a apoyar a Oli en el piso, con la diferencia de que ella estaría parada y agarrada de sus manitos por su progenitor.
— Vamos a ir lento.
Julián, quien estaba mirando todo, sacó su celular para grabar el momento.
Si bien, ya había pasado meses desde que decidieron adoptar a Olivia, pero él se castigaba de que no era un buen padre. Por suerte tenía a Enzo, que siempre estaba ahí para él, siempre aconsejandolo.
En serio amaba a ese hombre. Que suerte tenía al tener a Enzo Fernández como su esposo.
Sin él no sería nadie, literalmente.
Por suerte, Juli se estaba acostumbrando a la nueva rutina de ser padre. No solía demostrar mucho defecto hacia Oli cuando estaba con otras personas, ya que siempre había dicho que ser padre era para gente vieja y que ahora sea padre a los 23 años, no le favorecía mucho por las burlas que le hacían sus amigos cuando lo veían con la beba en brazos.