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-Detente...-
Suplico entre jadeos el bardo incapaz de mantenerse cuerdo con la extraña e inquieta sensación que daba los suaves y cálidos labios del adepto sobre su cuello, pedía que se detenga, era humillante en cierta manera ser el quién sea que esté abajo, siendo besado y manoseado por el sirviente de Morax, no era desagradable su toque, pero viendo la situación donde se presentaba..
Con el adepto por primera vez ebrio, necesitado y fuera de sus cinco sentidos, no era realmente bueno llevar acabó actividades más subidas de tono, Venti temblaba con cada apretón y mordidas del chico de ojos dorados, sus manos se encontraban forzadas por las de Xiao, evitando que se pudiera levantar de la mesa de aquella habitación de la posada donde se habían dispuesto a descansar anteriormente.
-Xiao... Porfavor para esto, Aether y Paimon podrían llegar en cualquiera momento...-
La idea de que su amigo el viajero viera aquella escena tan vergonzosa para el arconte le hacía sonrojar y querer chillar de la impotencia.
-Venti...-
Jadeo aquel adepto al separar sus labios del suave y endulzante cuello del Arconte Anemo.
Su cara estaba decorada con un rojo intenso sobre sus mejillas, los ojos de un brillo imponente y extrañamente suave, veía al bardo con un deseo sin igual, una necesidad de marcar cada parte que veía a su disposición, su cabeza estaba nublada por sus deseos más bajos, su respiración era pesada y corta, era la primera vez que se atrevía a beber algún alcohol tan fuerte como para hacerlo caer de tal manera, por desgracia su primera copa fue de un licor que no estaba en la lista de vinos del arconte para beber esa noche, un licor que pertenece a Diluc, uno cuáles sus afectos eran iguales a la de un afrodisíaco, no era fuerte, al menos para el Arconte, pero para el adepto, eso era otra historia.
-Estoy consiente que Aether puede venir en cualquier momento...-
Xiao suspiro para calmar sus deseos, mantenerse al margen unos minutos más antes de perder la cabeza junto al Dios. Pueda que se sienta desesperado por tranquilizar dichos deseos, pero no sería un irresponsable y dejar que Venti se encuentre en una situación vergonzosa, aparte de que la idea de que su amigo de cabellos amarillos vea al chico bajo suyo de forma tan dócil, le causaba una cierta molestia que el mismo no podía saber cómo explicar o expresar correctamente.
-No quiero detenerme.- Confesó el adepto en un lascivo susurro.
Venti se mantuvo en un silencio tenso, su mirada no sabía dónde quedar, solo quiso cerrar los ojos y tratar de pensar en cómo manejar la situación.
