Epílogo.

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Julián suspiró antes de apretar el botón que lo llevaría a su piso, las puertas metálicas se cerraron al hacerlo y no tardó en apoyar su espalda en la pared metálica, estaba muy cansado, el trabajo había sido lo más estresante aquel día pero para su suerte era viernes por lo cual no tendría que pisar la oficina hasta el lunes, gracias al cielo.

Cerró sus ojos al pensar que al llegar tenía que poner ropa a lavar, quería tomar una siesta pero, sabía que era imposible, Tendría que aguantarse hasta la noche. Su celular sonó varias veces así que lo sacó de su bolsillo algo preocupado, giró los ojos al ver que era Juliana, su pasante ella le pedía ayuda con unos papeles que él ya se había tomado el tiempo en explicarle, no lo haría dos veces. No cuando sabía perfectamente que ella había tomado algunos apuntes sobre que era lo que tenía que hacer.

Antes de llegar a su piso le respondió rápidamente en un audio que su turno ya había terminado y que esperaba que terminara aquello para el lunes. Ser abogado era difícil y más aún haciéndose cargo de un estudio jurídico, pero al final lo amaba, aquella carrera que había detestado por cuatro años que le quitó tantas horas de sueño y lo lleno de frustraciones ahora era una de las cosas que más lo apasionaba y había una razón por la cual había cambiado de opinión; Amadeo.

Abrió la puerta de su apartamento, todo se encontraba ordenado lo cual le pareció extraño dejó su mochila en el sofá, sí sabía perfectamente que tenía que llevar un maletín y también usar un traje pero se sentía un ridiculo y solo lo utilizaba cuando tenía un juicio importante, mientras tanto usaba lo que más le gustaba, jeans y buzos oversize.

Caminó hasta la cocina donde escuchaba cuchicheos.

Sonrió feliz ante la imagen enfrente de sus ojos.

"¡Papi!." Una pequeña voz aguda se escuchó en toda la habitación.

No dudo en inclinarse para recibirlo en sus brazos.

"Hola bebé, te extrañe mucho." Beso su mejilla, Amadeo sonreía feliz con sus ojitos cafés brillantes.

"Yo más." Respondió el pequeño.

Julián levantó la vista encontrándose con su hermoso esposo, quien lo miraba atentamente. Podría pasar los años pero aún sentía aquellas mariposas en la panza cuando veía a enzo.

"Hola, precioso." Y aquel apodo también permanecía con los años.

Se acercó para darle un beso de bienvenida, los que más deseaba.

"Hola amor, ¿hace cuanto llegaron?" preguntó, tomando a Amadeo entre sus brazos.

"Hace media hora creo, un wachin que conozco se porto maso menos en la guardería." Álvarez giró los ojos al oír como enzo llamaba a su hijo, no importaba cuando veces le dijera que no lo hiciera, lo hacía igual. Ya se había rendido.

"¿Cómo así? Si mi bebé es el más bueno de este mundo."

Intento buscar la mirada de su pequeño pero éste estaba escondido en su cuello, a veces creía que enzo tenía razón cuando decía que Amadeo era tan tímido como el.

"Martina dice que le tiro de los pelos a otro nene... yo le dije que seguro algo le habrá hecho para que lo haga." Martina era la maestra que estaba a cargo de la salita en la guardería de su hijo.

Fernández se escogió de hombros para luego girarse y terminar de preparar el mate.

El castaño se sentó en una de las banquetas que había en la isla de la cocina con Amadeo aún en sus brazos.

"Mmh... está en la semana de adaptación, debería de tenerle más paciencia." Contestó con el seño fruncido.

Amadeo tenía cuatro años recién cumplidos, había llegado a sus vida de una manera muy especial o eso ellos creían. Cuando julián estaba apunto de recibirse tan sólo faltaba entregar la tesis, estaba trabajando con sus padres ya que sabía que con ellos podía adquirir los mejores conocimientos y sobre todo experiencia, fue un día normal cuando el caso de Amadeo llegó al estudio su padre.

Todo mal con vos / AU Julian X EnzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora