Capítulo 2~Primera confesión

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Los grandes orbes oscuros, pero centelleantes en millones de estrellas, apretaron de un modo ridículo el corazón del militar. Se negaba, de forma rotunda, a estar sintiendo compasión por un niño que recién conocía. No cuando había estado en guerras, visto a compañeros o niños reales morir. Sin embargo, ahí estaba, consolando a un proyecto a hombre que parecía ahogado en una verdad no resuelta.

-¿Me dejas ver tu herida? -El joven asintió perdido en la gentileza y simpatía de los ojos contrarios. ¿Cómo unos simples ojos podían decirle que alguien era especial, de fiar, real? -Necesitamos algo más de luz. -Miró a su alrededor. -Espera. -El chico tomó con fuerza su mano sana y negó. -Voy a volver, lo prometo. -De nuevo una simple mirada prolongada y JungKook asintió.

SeokJin volvió a los escasos segundos, la lluvia estaba comenzando a dar una tregua en la que llovía, pero no era torrencial. Dejó su mochila a sus pies y sacó una pequeña lámpara de camping que funcionaba con recargue de luz solar. La colgó de la manilla del techo del todoterreno y todo el interior del coche se iluminó haciendo parpadear a ambos.

La luz no era clara, nada perfecta, pero JungKook desvío la mirada hacia el pecho del mayor cuando tomó su rostro tratando de ver sus heridas. Las cejas finas, cabello oscuro y largo enmarcando el delgado rostro con las proporciones perfectas de nariz, ojos y... Dios esos labios gruesos y rosados...

SeokJin arrugó su nariz y buscó en su mochila el quit de primeros auxilios que siempre portaba con él. No era la gran cosa, más que nada tiritas y agua oxigenada, pero había un pequeño quit de costura que en ese instante le venía maravilloso.

-¿Crees que si te quito los cristales te volverás loco? -Preguntó buscando la mirada del chico.

-¿Por qué no llamamos a la policía? -Cuestionó en cambio.

-Mi móvil murió en la caída por el terraplén y, sinceramente, no me gusta nada un cristal en particular cerca de tu ojo. -JungKook se alejó cuando sintió dolor y siseó. El hombre había soplado simplemente sobre su ceja y eso ya había ardido. -¿Tu móvil está bien, funciona?

-No. -Negó, la vista fija en el ancho pecho del hombre. -No tengo mi móvil conmigo. -El pecho que admiraba se infló y suspiró tembloroso.

-Alguien nos encontrará cuando vean el protector de la carretera roto. -Aseguró el mayor, al menos él miraría si lo viera quebrado. -¿Te atreves entonces? -JungKook elevó sus ojos asustado, viendo los contrarios mucho más claros que los suyos.

-¿A qué? -Preguntó nervioso y haciendo reír de lado al mayor. SeokJin le mostró la aguja y, sonrojado, JungKook asintió bajando de nuevo su mirada. Al el militar inclinarse sobre el menor, placas metálicas y que brillaron con el farolillo chocaron contra la nariz de JungKook. -¿Es militar? -El cuestionado murmuró asintiendo.

-Médico de campaña. -Sonrió teniendo su boca a la altura de los ojos de JungKook. -Sargento y directivo de tropas en sanidad militar, Kim SeokJin. -Se presentó a la vez que el menor leía su nombre en las placas. -Un gusto chico. -Sopló gentil sobre la herida cuando el pelinegro se retorció de dolor al cristal ser sacado. -Átate esto alrededor de la cabeza, por favor. -Pidió entregándole el ensangrentado pañuelo, JungKook obedeció y se quejó por primera vez de su mano. -¿Y tú eres?

-¿No sabe quién soy? -Cuestionó de vuelta, mirando perplejo como el militar buscaba la herida en su mano.

-¿Debería? -Suelta entre risas retenidas, dando con el lugar entre muñeca y pulgar donde estaba el dolor del menor.

-Sí a menos que haya vivido bajo una roca estos últimos años. -Le salió natural y se sintió bien que alguien no tomara su absurda y rancia ironía como un insulto o un ataque. No, SeokJin se pudo dar cuenta que solo bromeaba y le siguió el juego para aligerar al amargo momento que estaban viviendo.

Auxilió mi corazón ~ JinKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora