¡ seis !

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Tal vez se quedó demasiado tiempo mirando los ojos brillantes de Minjeong al probar el Latte Vainilla por primera vez, pero ahora mismo no podía despegar sus ojos de los contrarios, eran tan bonitos y grandes, con esas pestañas rizadas y largas y aquellas tiernas encías que aparecían al sonreir Minjeong.

Leeseo estaba jugando con su teléfono mientras comía un par de galletas y tomaba leche con chocolate caliente, demasiado ensimismada en su juego que no era capaz de ver lo que pasaba entre sus dos unnies.

— No me... mires así― habló Minjeong avergonzada, con esas mejillas sonrojadas y tomando otro sorbo de aquel café con suavidad, dejando un pequeño rastro de crema en su labio superior que limpió con su lengua mientras pestañeaba nerviosa ante Jimin.

— Perdón, ¿te incomodé, unnie?— Jimin se alejó al procesar aquello que le dijo Minjeong y luego de ver su rosada lengua pasar por su labio, sacudiendo la cabeza y mirando hacia su americano.

A Jimin no le gustaban demasiado las cosas dulces, le hostigaban y daban dolor de estómago cuando comía demasiadas, prefería las cosas saladas o amargas y casi ni comía azúcar. Y Minjeong era todo lo contrario a ella, Minjeong amaba el azúcar y las cosas dulces, lo notó cuando pidió el Latte Vainilla y añadió dos cucharaditas de azúcar extra, Jimin seguramente moriría bebiendo aquello pero Minjeong parecía gustosa y feliz, y si lo estaba, a Jimin no le importaría morir por sobredosis de azúcar.

Ya entendía de donde había sacado Minjeong esas mejillas de algodón y esa actitud tan suave y dulce, Minjeong era un dulcecito de azúcar que cualquiera querría comerse.

La rubia hizo inconscientemente un mohín al no tener toda la atención de Jimin encima suyo. Le gustaba tenerla aunque la menor a veces le miraba como si le fuese a besar, y vamos, que no le molestaba para nada esa mirada pero tenía un poquitín de miedo aún así, aunque al parecer, la pelinegra le había malinterpretado.

— No es eso, Jimin-ah — intentó tranquilizar la situación antes de que se volviese incómoda, y arrugó la nariz al ver a Jimin darle un sorbo a su café y mirar a la perdida Leeseo jugar con una galleta en la boca.

MinJeong le miró por un par de segundos más, antes de bajar la mirada a su mano libre en su regazo y la de Jimin situada a un costado de su pierna sin llegarla a tocar. Volvió a mirar a la menor, sonrojándose cuando vió esos orbes observarle de reojo y apartándose con la cara caliente y los labios apretados. Y suavemente fue dejando caer su mano por su pierna, avergonzada y buscando con las yemas de sus dedos la caliente mano de Jimin.

Cuando la sintió, una pequeña corriente le recorrió el brazo de una forma agradable, y escabulló un par de dedos por debajo de la mano de Jimin, soltando una pequeña sonrisa cuando sintió los tibios y delgados dedos de la menor moverse y entrelazar sus dedos suavemente con los contrarios en una suave caricia. Jimin dio un apretón lleno de afecto, sintiendo sus manos acopladas como piezas de rompecabezas de forma tierna y especial.

— Solo... me pone nerviosa — explicó con una risita mientras se limpiaba los labios con una servilleta y miraba a Jimin suspirando suavemente. El aliento de Minjeong le chocó en las mejillas a la coreana menor, quien no pudo evitar correrse un poco más cerca de la rubia e invadir su espacio personal para acercarse a su rostro.— M-Me hace querer...― dejó la frase flotando, tragando saliva al ver a Jimin recorriendo el bonito rostro de Minjeong sin expresión alguna.

—¿Besarme?— preguntó curiosa, sintiendo los dedos de Minjeong temblar bajo su palma suavemente, y ella los entrelazó más fuerte, sin cortar contacto con los brillantes y avellanados írises de Minjeong mientras volvía a acercarse, no lo suficiente para tocar sus narices, pero si para sentir la suave respiración tíbia de la nariz de Minjeong. Jimin bajó sus ojos hacia los labios de la contraria, se veían brillantes por lo mucho que se los relamía y Jimin notó pequeñas costritas en estos, intuyendo que Minjeong se los mordía como mal hábito, pero aún así se veían jugosos y apetecibles para ella, ansiaba sentirlos y probarlos, succionarlos y jugar con ellos
― Porque yo si jodidamente quiero besarte, unnie.

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