¡ ocho !

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Minjeong se volvió una constante bastante grande en su vida, pero realmente grande.

Viéndose los cinco días a la semana al menos diez minutos en la mañana y en las tardes cuando Jimin dejaba a Leeseo, no podían besarse en el jardín infantil, menos frente a los niños curiosos y a las maestras restantes, pero aun así Jimin siempre encontraba la forma de demostrarle a Minjeong todo su cariño tocándola de distintas formas.

No podían juzgarla, Jimin era alguien de tacto, le gustaba tocar a las personas y ser pegote o distante y tosca, era su forma de expresarse que la caracterizaba y representaba, ella era una persona kinésica que era pésima para expresarse a través de las letras sin entrar en crisis o en colapso por su mente inundada. Sus manos eran su método de demostrar sus emociones y por eso siempre tocaba y tenía ganas de tocar a Minjeong.

No le decía "Te quiero" porque era una cobarde, pero en vez tocaba sus manos suavemente, las perfilaba discretamente con sus dedos, entrelazaba sus dedos, apretaba sus manos acopladas.

Acariciaba las mejillas rechonchas de Minjeong cuando sonreía, tocaba con la punta de su dedo índice la nariz contraria. Cuando nadie las miraba, pasaba su brazo por la estrecha cintura de la rubia y la jalaba suavemente hacia ella, también tendía a jugar con los mechones de su cabello cuando Minjeong se encontraba desconcentrada, Jimin siempre encontraba una forma de demostrarle a Minjeong sus emociones a través de su cálido tacto.

Ambas se estaban explorando y conociendo cada vez más, estaban acostumbrándose a la presencia de la otra y buscando un cariño y amor.

Jimin o podía creer que en poco más de dos meses alguien podría gustarle tanto como lo hacía Minjeong, y tenía suficiente seguridad de que sus sentimientos no se irían tan rápido como volvieron, no cuando Minjeong cada día le mostraba un nuevo pedacito de sí que lograba enamorarle nuevamente.

Ese día Jimin no había podido ir a dejar ni buscar a Leeseo porque tuvo una exposición junto a dos de sus compañeros, y por lo tanto tampoco había visto a Minjeong y eso le tenía, solo un poquito, decaída.

No podían culparla, extrañaba a la mayor la mayoría del tiempo.

Con Somi y Giselle habían decidido ir al cine luego de clases. Después de que se hayan enterado de que salía con Minjeong, no habían vuelto a tocar el tema y Giselle les había dicho que se había enfermado del estómago, pero que ya se encontraba mejor.

En fin, Jimin la veía bien y eso era lo bueno, por lo que cuando se juntó con ellas al salir de su exposición, enseguida decidieron partir hacia el cine, según Somi, había una nueva película de acción que quería ver desde que salió el tráiler, y les fue contando de lo que trataba mientras caminaban hacia la salida de la universidad en camino hacia el auto de Jimin.

Pero apenas Jimin visualizó la entrada, una sonrisa boba apareció en su rostro y se desconectó por completo de sus dos amigas.

Minjeong estaba allí, esperándola como un pequeño perrito esperando a su dueño. El invierno ya estaba pasando y no estaba tan frio, pero aun así, Jimin sabía que Minjeong era friolenta, y pudo confirmar que tenía frio al notar como esta estaba envuelta y algo encogida como una bebé en un gran achiporrado chaqueton color crema, algunos de sus cabellos cayendo por sobre su frente y aquellas mejillas rechonchas, sus labios formando un puchero mientras buscaba entre las personas hacia su persona.

Cuando ambos ojos se toparon, la sonrisa de Jimin se extendió por completo al igual que la de Minjeong , y aquello llamó la atención de Somi y Giselle .

— Es Minjeong —susurró la coreana, sin quitar su vista de la bonita bolita temblorosa que era su casi novia y comenzando a caminar de forma rápida, dejando atrás a sus dos extrañadas amigas que apenas escucharon lo que había dicho.

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