Se acerca el eclipse híbrido, Ryūjin debe regresar a Oceanic para cumplir con la tradición, pero Taurus se niega a perderlo, así que tendrá que viajar a un nuevo mundo para que puedan encontrar juntos su verdadero hogar.
Se sugiere leer primero "El...
-¡Bienvenido, su alteza!- Cientos de hombres se inclinaron ante la llegada del dragón de agua. Aunque Drago había mencionado que Ryūjin hacía parte de la realeza del mundo marino, el minotauro lo había pasado por alto hasta este momento.
Este viaje comenzó cuando el rey Taurus se enteró de que su fiel ayudante estaba haciendo preparativos para ausentarse por más de una semana. Sería la primera vez que estarían separados por tanto tiempo desde que decidieron quedarse en Villagio. Así que cuando el dragón de agua entró en el trono para despedirse, el rey le ordenó que viajaran juntos.
-¿Príncipe?- Taurus miró de reojo al dragón de agua mientras colocaba una mano en su hombro, la cual fue apartada.
-Le pedimos que, mientras esté en el reino del mar, respete nuestras tradiciones. Puede que en tierra sea un rey, pero aquí debe inclinarse ante su alteza y mostrarle respeto- dijo un hombre alto con cabello recogido en trenzas, mirando desaprobatoriamente al minotauro.
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-Gran Sobek, le pido que no se dirija así a su majestad- el tono de voz de Ryūjin ahora sonaba más majestuoso ante los oídos de Taurus- Les pido a todos que lo traten con el respeto que un rey merece.
-Gran príncipe, aceptaré sus tradiciones mientras esté en su reino- dijo Taurus, inclinándose con una sonrisa y causando cierta incomodidad en Ryūjin.
Pronto les dieron paso para ingresar a un enorme reino ubicado al borde del mar. Aunque estaba sobre la superficie, se podía ver agua en todo el interior, se trataba del reino de Oceanic. Mientras avanzaban en un carruaje real, cientos de personas que caminaban por las calles reverenciaban al príncipe que había regresado.
-Su alteza, los preparativos para el festival del eclipse hibrido están listos- Sobek hablaba sin parar, mientras que Taurus miraba maravillado todo y Ryūjin, en lugar de prestar atención, observaba el rostro del único que consideraba su rey- Bestias de todos los océanos lo esperan en su trono para las festividades previas.
-Mi rey debe estar cansado por el viaje. Por favor, preparen una habitación para que pueda descansar- dijo Ryūjin, mirando a Taurus con preocupación.
-Su alteza, si el gran rey Tunum lo escucha hablar así... Es solo un simple terrestre... Seguro se enojará- advirtió Sobek, mirando a Taurus con enojo.
-¿Por qué un dragón debe obedecer a un tritón?- Taurus susurró, pero en medio del silencio sus palabras fueron escuchadas por Sobek, quien miró aún peor al minotauro. Ryūjin solo sonrió.
Por suerte, estaban en las puertas del castillo principal del reino. Pronto les abrieron para que bajaran del carruaje. Soldados con armaduras azules estaban formados en el camino de la entrada, presentando sus respetos mientras ellos pasaban.
-Su majestad, por favor camine a mi lado- Ryūjin le dijo a Taurus, lo que enojó más a Sobek.
-Su alteza, pueden malinterpretar que un terrestre...- El dragón miró mal a Sobek, quien hizo una reverencia y se quedó en silencio.
Al ingresar al castillo, se podían ver fuentes de agua en todas partes, Taurus se dio cuenta que Ryūjin se sentía cómodo, en especial cuando caminaba sobre el piso que tenía pequeños canales de agua. La culpa lo invadió por completo, le había pedido a un dragón de agua, a un príncipe del reino marino, que se quedara en tierra con él.
Después de cenar comida de mar, principalmente algas que no fueron del agrado de Taurus, los llevaron a una especie de baño. Allí encontraron a varias mujeres que estaban concentradas preparando la ropa y las aguas termales para bañar al dragón.
-Su alteza, el baño está listo- Una joven reverenció al dragón mientras hablaba- El Gran Sobek ha decidido viajar esta noche para avisar al rey de su llegada- La chica señaló unas enormes puertas de cristal que al abrirse mostraron una especie de piscina en el suelo que desprendía vapor-Hemos preparado una bañera contigua para el minotauro-Ahora señalaba una pequeña puerta a pocos metros de distancia.
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-Su majestad, si quiere... - Taurus interrumpió a Ryūjin antes de que pudiera hablar.
-Les agradezco- Sin decir más caminó había donde le indicaban.
Cuando terminaron de tomar el baño y se vistieron, a cada uno le mostraron el camino hacia su habitación. Mientras el dragón dormía en una enorme cama, el minotauro dormía en una pequeña. Aunque había mejores habitaciones, sabía que no le agradaba a Sobek y esta era la manera de demostrarlo.
No le importaba, durante la revolución había dormido en el suelo, esto no sería nada. Había viajado por una razón y ser tratado como alguien normal duplicaba su motivación. Las palabras de Andras resonaban en su cabeza, tendría que arriesgarse si realmente quería ser digno del dragón de agua, que ahora resultaba ser un príncipe.
A la mañana siguiente, el dragón fue engalanado con joyas y la mejor ropa que pudieron preparar, así que, al entrar al comedor, Taurus no pudo evitar ruborizarse. Por su parte, a Ryūjin le resultó curioso ver vestido con ropas sencillas a su rey, tal como cuando lo conoció.
-Su majestad ¿Desea conocer el trono del rey Tunum? -Ryūjin dijo un tanto apenado, tenía una segunda intención en su invitación.
-Iré donde tú vayas, Ryu... Digo ¿Su alteza? O ¿Gran príncipe? – Ryūjin se sentía incómodo en su corazón al escucharlo hablarle así. Había sido su fiel mano derecha durante años, y aunque anhelaba ser algo más, estaba conforme con que las cosas siguieran igual.
-Su majestad puede llamarme como desee, ya lo sabe-
Mío, quiero llamarte mío... Un pensamiento llegó a la cabeza del dragón, pero no eran sus palabras, no era su pensamiento. Le sorprendió, pero decidió no indagar más porque deseaba que fuera un pensamiento de Taurus y eso le hizo sentir cálido el corazón.