Capítulo 4. Soy tuyo

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Ryūjin buscaba incansablemente con la mirada a Taurus. Aunque no habían tenido la oportunidad de estar juntos, no lo había perdido de vista hasta ese momento. Tuvo que esperar pacientemente mientras el rey regañaba a Nile. Después realizar la danza ceremonial y lograr sumergirse en el pozo sagrado, no logró escapar del saludo tradicional a las familias importantes de todos los océanos.

Finalmente, pudo buscar al minotauro, pero no lograba encontrarlo. No podía percibir su olor y no sabía a quién preguntar por la ubicación del terrestre. Entonces vio a Nile y a Sobek hablando, el tritón estaba tranquilo, actuaba completamente diferente cuando no tenía a su padre cerca. El dragón estaba dispuesto a seguir su búsqueda cuando el cocodrilo se compadeció de él y le informó que había enviado a Taurus a la superficie.

El dragón no dudó ni un segundo. Se transformó y nadó hacia la superficie sin saber qué le esperaba, solo tenía claro que su rey estaba enfadado, lo suficiente para haberse ido sin decirle nada. A pesar de haber intentado mantenerlo a su lado para mostrarle su complicado mundo, sentía que había hecho todo mal. Ahora solo deseaba que esto terminara pronto y regresar a Villagio.

Voló hasta el reino de Oceanic con la intención de encontrar a su rey. Se dirigió directamente al balcón en su habitación. Al llegar, se dio cuenta de que alguien estaba sentado en su cama. Se sobresaltó al ver que se trataba del minotauro, no podía evitar sentirse tímido y darle la espalda, no sabía dónde buscar ropa.

En lugar de sentir el calor de su ropa, sintió el cuerpo de Taurus en su espalda, así como sus manos acariciando su pecho. El dragón cerró los ojos intentando controlar su respiración, para que el minotauro no notara lo acelerado que estaba latiendo su corazón. Pero el aliento en su nuca y la intensidad de las feromonas que desprendía el alfa solo complicaron aún más las cosas. Ambos caminaron de espaldas hasta entrar en la habitación.

-Odio a ese maldito tritón, lo odio... - Los labios de Taurus depositaron tres suaves besos en la nuca de Ryūjin- No debería, pero quiero que seas solo mío, Ryu... Me siento como un idiota.

-¿A qué se refiere su majestad?- El tono de sorpresa del dragón solo demostraba el anhelo que tanto trataba de ocultar en su corazón. Deseaba escuchar de la boca del minotauro lo que sentía- Se que lo dejé solo y quiero disculparme con usted.

-¿Podrías dejar de verme como tu rey por un momento?- El minotauro empezó a deslizar una mano hacia el miembro del dragón que empezaba a aumentar de tamaño- Quiero que me veas como alguien que está desesperado por poseer a alguien tan majestuoso como tú.

-Ah...- El dragón no pudo evitar gemir ante el contacto suave, pero firme del minotauro- Yo solo soy un simple dragón... Ah... Por favor no diga esas cosas su majestad.

-Dime que ese maldito tritón nunca te ha tocado, que nunca te ha tenido así entre sus brazos, necesito que lo digas ¡Dilo, Ryu!- susurró Taurus mientras movía su mano cada vez más rápido mientras su miembro se endurecía al rozar las nalgas del dragón que no paraba de jadear, temblar y gemir en sus brazos.

El minotauro no comprendía completamente los sentimientos del dragón, así que se dejó llevar por los celos. Había soñado en más de una ocasión con cruzar más allá de la línea de la amistad con su fiel servidor, un sueño que se había convertido en una necesidad inaplazable. Realmente había intentado encontrar el momento perfecto para confesar lo que sentía, pero ya no podía esperar más.

-Ah... Taurus... Ah... Yo...- Ryūjin no pudo evitar liberar sus feromonas, no podía hilar ni si quiera una frase, su mente estaba nublada por el deseo.

Durante años, Ryūjin había deseado también a su rey, pero su especie solo amaba una vez en la vida, mientras que el minotauro ya le había entregado su corazón a alguien más. El dragón temía estar ocupando el lugar de ella, temía no ser suficiente para ser amado por quien era y no como un simple reemplazo en el corazón de Taurus.

Mi hogar eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora