Capítulo 1

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A pesar de ser un niño muy pequeño, Kakashi Hatake era bastante reconocido por su potencial como futuro shinobi dentro de su aldea. Desde su época en la academia ninja de Konoha era ya considerado un prodigio, sin embargo, él chico siempre se sintió muy por debajo de la reputación de su padre Sakumo Hatake, el legendario Colmillo Blanco; antiguo héroe de guerra quien no había vuelto a ser el mismo desde su fallido intento de suicidio.

Fue Kakashi, su único hijo, quien lo halló inconsciente y tirado en el piso. Afortunadamente la ayuda llego rápido y gracias a ello que logro sobrevivir por puro milagro. Este terrible episodio no solo marcaria de manera grave la relación de Kakashi con su padre, sino que también definiría la relación de la familia Hatake con el resto de la aldea.

Una vez que se reestableció y estuvo fuera de peligro, Sakumo fue dado de baja como Shinobi, con la esperanza de que su apresurada (y un tanto deshonrosa jubilación impuesta por el tercer Hokage) le brindara el descanso y la paz que tanto necesitaba. Kakashi fue el encargado de cuidar de la salud de su padre ya que su madre había muerto hacía mucho tiempo atrás; sin embargo ¿cómo puede un niño hacerse cargo de semejante responsabilidad?

En cuanto Sakumo pudo ser lo suficientemente fuerte para valerse por sí mismo, comenzó por ausentarse de su casa. A veces regresaba un poco borracho y otras veces, simplemente no regresaba. Solía desaparecer por una o dos semanas, aunque en ocasiones estas semanas se extendían hasta convertirse en meses, tras los cuales regresaba a casa sin dar explicaciones e incluso sin dirigirle la palabra. Kakashi recordaba claramente cada una de las ocasiones en las que su padre se fue dejándolo solo, sin embargo, la más difícil (y quizás dolorosa para él) fue aquella en la mientras ambos cenaban el pequeño niño se atrevió a decir

 - Extraño mucho a mamá...- suspiró con tristeza - todo sería mucho más fácil si ella aun aquí - La habitación se quedó en silencio por unos segundos, antes de que se padre se levantara y saliera de la habitación dejando al niño en total silencio sin ofrecerle ninguna respuesta, para después ausentarse por un par de semanas.

Kakashi amaba a su padre más que nada en el mundo, pero a veces se preguntaba como hubiera sido su vida si él no lo hubiera encontrado aun respirando. -Dolorosa- pensaba - pero quizás no tan solitaria como lo es ahora-.

Vivir con su padre en esa enorme casa (herencia del clan Hatake), era como vivir en una casa maldecida por un espíritu, que de manera etérea y sin previo aviso, aparecía y desaparecía a su antojo. Para Kakashi la vida era igual a la de muchos otros niños huérfanos de la aldea, y al igual que ellos, se había tenido que esforzar por madurar y crecer de manera abrupta, las constantes y prolongadas ausencias de su padre, no eran representaban más un abandono que a pesar de ser intermitente, pintaba a orfandad por todos lados. Es por ello que para el pequeño shinobi, no había mucha diferencia entre él y los demás niños huérfanos de Kohona.

24 horas: sediento de ti - Kakashi y Tú (En curso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora