Capítulo cuatro

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Greta

Holden, mi vecino y compañero de trabajo tiene algo que no me termina de gustar. Es extraño que justamente trabaje en la misma universidad que yo y viva a mi lado. Las casualidades no existen y soy fiel creyente de aquella frase, o eso era lo que mi padre solía decir constantemente que quizás se me quedó muy grabado en la cabeza y solo es mi paranoia jugando en mi contra. Mientras él no se entrometa en mi vida ni yo en la suya, nada tiene por qué ir mal, ¿verdad?

Salí como cada mañana con mi botella de agua, lista para hacer mi rutina diaria de ejercicios y me quedé un momento por el corredor mientras me ponía los audífonos y le daba play a la música. Pero me llevé la gran sorpresa de ver a mis vecinos salir juntos de su apartamento, vistiendo deportivos al igual que yo.

«¿Acaso serán solo amigos o una pareja», me pregunté, viendo la manera en que esas musculosas quedaban brutales en sus cuerpos y sus brazos llenos de plomo lucían tan grandes.

—Buenos días, vecina —saludó el rubio, dándome una sonrisa ladeada—. ¿Te unes o ya tienes una rutina establecida?

Lo miré por breves instantes sin saber qué responderle mientras mi mente se iba a escenarios unos más sucios que otros. Una parte de mí quería creer que sus palabras no iban dirigidas en doble sentido y que estaba hablando de ejercicio. Aunque también se vale ejercitarse sin ropa, ¿no es así?

—Buenos días —desvié la mirada de sus cuerpos—. Ya tengo una rutina.

—Es una lástima, porque seria interesante que te nos unieras, ¿no es así, Hol?

Sacudí mis perversos pensamientos y les di una sonrisa falsa.

—Gracias, pero no me interesa unirme a nadie —subí el volumen de mi teléfono y pasé de ellos, sintiendo sus miradas fijas en mí.

Luego de una hora intensa de ejercicios, regresé al apartamento, teniendo tan mala suerte de volver a encontrarme con ellos en el pasillo del edificio. Me sentía sudada, cansada y fastidiada. El ejercicio siempre ha sido una buena ruta de escape para mermar el estrés, pero hoy no fue de ese modo por varios factores:

Connor sigue insistiendo, enviándome mensajes que me irritan y haciéndome llamadas que me fastidian. ¿De qué manera le hago entender que no quiero saber nada más de él? Es increíble el grado de su descaro. ¿Por qué no puede olvidarse de mí y seguir fingiendo que es el esposo y padre del año?

Los comentarios en la universidad me tienen en un estado de irritabilidad y tristeza que no logro controlar. Me duele que hablen mal de mí, pero más que solo me vean como la "rubia plástica" y "oportunista" que se sabe utilizar lo que tengo en medio de las piernas. Con todo esto siento que mi carrera se está yendo por un caño.

Mis vecinos no me generan ni una pizca de confianza, sobre todo el tal Holden. Hay algo en él que, sinceramente, no me termina de cuadrar. Su mirada me pone nerviosa, aunque por nada del mundo me dejaré intimidar por él y esa mirada tan intensa e inquisitiva. Es como si quisiera ver más allá de mí, algo que no me gusta ni un poco.

Sintiendo un par de ojos en mi cuerpo, me adentré a mi apartamento con rapidez y suspiré quitándome los zapatos y soltándome el cabello. No quiero lidiar con nadie, ni siquiera conmigo misma.

Mi vida cambió en cuestión de segundos y ahora todo lo que sucede a mi alrededor parece mierda. Siempre fui una mujer positiva y veía lo bueno en lo malo, pero ahora ya no es así. Me siento presionada entre dos paredes y no encuentro cómo salir sin ninguna herida.

Renunciar e irme a vivir a otro lugar es una opción muy tentadora, pero tampoco quiero darle el gusto a los demás. Yo no he hecho nada malo, por lo tanto no tengo por qué huir de nada ni de nadie.

Holden: Serie Walsh #1[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora