Capítulo ocho

902 149 15
                                    

Observé con atención a Tanner, de nuevo se encontraba sumido en sus pensamientos, pero esta vez mantenía la vista fija en su teléfono. Es difícil saber lo que piensa cuando no tengo ni la menor idea de lo que le está afectando.

—¿Y bien? ¿No piensas decirme cómo te fue en la cena que tuviste con Jana? —volví a preguntar, dándole un manotazo en la cabeza para llamar su atención y se quejó—. ¿En qué piensas?

—En nada —suspiró—. ¿Por qué me golpeas?

—¿Por qué estás tan distraído?

—No estoy distraído, estoy pensativo que es una cosa muy diferente —mintió, dejando su teléfono de lado—. Vinimos a hacer una nueva vida para olvidar de donde somos y ya estás pensando en cagarlo todo por una mujer. Debo admitir que me sorprende que estés perdiendo la objetividad por esa rubia. Greta es preciosa y no vamos a negar lo que ambos hemos pensado de ella, pero ¿crees que llevarla a la cama justifica y vale la pena lo que piensas hacer? Ya escapamos lo suficiente para seguir haciéndolo, Holden.

—Eres un hijo de perra para tergiversar la conversación —hice un breve silencio, pensando muy bien en sus palabras—. No voy a matar al vejestorio, solo le daré un pequeño escarmiento. No voy a arruinar la vida que ahora tenemos aquí porque él no va a saber que fui yo. Greta me gusta, pero no me gusta tener que ser la sombra de nadie.

Soltó un largo suspiro, antes de esbozar una media sonrisa.

—No puedo creer que vayas a pegarle un susto a un viejo solo por llevarte a una mujer a la cama. Una cosa es que te guste y quieras tirartela, otra muy diferente lo que vas a hacer para ganartela.

Sin saber qué decir, solo atiné a encogerme de hombros. Ni yo mismo sé por qué estoy tan decidido a asustar al vejestorio. De alguna manera él es una piedra en mi camino que quiero quitar para llegar a ella. Greta lo sigue pensando y le sigue llorando como si fuese el último hombre sobre la faz de la tierra.

—Me haré cargo del vejete y no estoy pidiendo tu permiso o que lo aceptes. Si te descubren, estás poniendo en juego nuestras vidas aquí y tendríamos que huir de nuevo, lo que sería todo un fastidio y dolor de huevos.

—¿Alguna vez me han atrapado? —enarqué una ceja.

—No, pero no estás pensando con esta cabeza —se tocó la sien con el dedo índice—. Así que no voy a dejar que tu cabeza más baja te haga cometer una estupidez.

—Es un leve susto, Tanner —le recordé y sonrió torcido, asintiendo con la cabeza—. ¿Y cómo te fue en la cena?

—Jana es divertida y linda, pero no es igual a las mujeres a las que estamos acostumbrados. Hablamos y la pasamos bien, pero no pasó nada.

—Pero ¿te gusta?

—Es linda —se encogió de hombros.

—Mi pregunta fue clara.

—Mi respuesta es concluyente.

Su teléfono sonó y le dio una leve ojeada, haciendo un gesto de fastidio que me llamó la atención.

—¿Te puedo hacer una pregunta?

—Suéltala antes de que te ahogues con ella.

—¿Alguna vez sentiste algo por Blair?

Levantó la mirada de su teléfono y enarcó una ceja, alargando un silencio que me pareció tenso.

—¿Y esa pregunta a qué viene?

—No sé, simple curiosidad. Solo responde. No es tan difícil, ¿o sí?

—La veo como te veo a ti, como si fuese mi hermanita menor y fastidiosa —guardó su teléfono en el bolsillo de su pantalón y sonrió—. ¿Alguna otra pregunta que necesites que te responda?

—No.

—¡Perfecto! Iré a pegarle el susto al vejete para que tengas vía libre con la rubia.

Lo vi salir del apartamento y sacudí la cabeza con fuerza. Quizás vi cosas donde no las había y ahora me siento como un estúpido por suponer que entre ellos podría existir algo más que amistad o hermandad.

***

—Gracias por traerme de nuevo.

—No tengo ningún problema en traerte.

—Espero que hoy ya tengan listo mi auto —murmuró e hice un gesto de desagrado.

Bajamos del auto y caminamos por el estacionamiento de la universidad uno al lado del otro en un tenso e incómodo silencio. Mi noche fue larga, su aroma a flores sigue impregnado en mis sentidos. Su piel al tacto de mis labios se sintió tan suave y tibia. Pensar en las mil formas que me gustaría probarla no ayuda para nada a disminuir mis deseos, todo lo contrario, me encantaría acribillar su cuerpo contra alguna pared, desgarrar ese vestido negro tan sexi y hacerla mía como su mirada tanto me lo está pidiendo a gritos.

Las miradas de todos cayeron en nosotros y vi de reojo la forma en la que su cuerpo se tensaba. Caminaba con la cabeza en lo alto y una mirada fría, más apretaba con fuerza su enorme bolso. Lo que digan de ella me ha importado muy poco, porque sé de primera mano que nada de eso es verdad, pero todo indica que a ella sí le afecta y mucho.

—No prestes atención a lo que digan.

—No lo hago —respondió a la defensiva.

Tomé su mano y la.hice detenerse en medio del pasillo. Acerqué su cuerpo al mío, descansando mi mano en la parte baja de su espalda y sonreí al ver su sorpresa.

—Se te está volviendo costumbre cogerme cuando se te da la gana, ¿verdad?

—Quisiera cogerte ahora mismo y como en verdad me gustaría. 

—¿Y luego no lo estás haciendo ahora? —enarcó una ceja, sonriendo ladeado.

Nos miramos directamente a los ojos por largos segundos en los que todo a nuestro alrededor se redujo. Podía palpar en el aire la tensión que nos envolvía y ella se niega a ver.

—¿Me estás dando luz verdad? —apreté su cintura, acercándola un poco más a mí y deslicé mi mano hacia abajo, muy dispuesto a agarrar su redondo y jugoso trasero, pero no tuve más opción que contenerme—. No intentes jugar conmigo porque puedes perder, muñeca.

—No te la creas tanto —puso su mano en mi pecho y se acercó a mi oído—, porque estás justo donde yo quiero que estés, muñeco.

Dejó un beso en mi mejilla y se alejó por el pasillo, meneando la cadera de un lado a otro, provocándome con su sexi andar.

Salí de mi ensimismamiento tras el sonido de mi teléfono. Lo saqué de mi bolsillo y abrí el mensaje que Tanner me acababa de enviar, donde una foto de Connor colgado de cabeza aparecía.

«Me encontré un pollo viejo y mojado en la entrada del edifico, así que lo agarré y lo puse a secar en un acto de amabilidad. Por cierto, no es tan divertido si el pollo no aletea».

«No vayas a pelar ese pollo, es viejo y no tendría buen sabor», le respondí y su respuesta fue una carita virando los ojos.

Sonreí, eliminando la foto y los mensajes antes de seguir con mi camino. Lo que sea que esté haciendo Tanner espero funcione para quitarme del medio a ese vejete, más ahora que Greta parece estar dando pasos cortos hacia mí.

Holden: Serie Walsh #1[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora