Creando el camino P3

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Las alarmas de las ambulancias sonaban frenéticamente, la cara de Cebrian, Priscila, Marcela-Luz y Marco Jr. están viendo hacia un solo objetivo, Amadeo, el cual se encontraba postrado en la camilla de la ambulancia con una mascarilla de oxigeno y unos objetos en su pecho que transmitían todos sus signos vitales a una pantalla, era una escena de película, Priscila pensó en marcar a la casa de Agatia-Blancarte pero se atemorizo al recordar sus miradas imponentes en su fiesta ¿Realmente le daban miedo? pero era su hijo al que tenia inconsciente enfrente de ella así que lo hizo, tenia su numero porque su esposo los había conseguido para su intento de fiesta... busco el contacto y con un poco de nerviosismo escucho el tono de llamada entrante, no pasa ni un minuto cuando la llamada conecto y una voz ronca, anciana con tintes de cansancio contesto, era Eduardo.

—Buenas tardes, esta llamando a la casa Agastia-Blancarte, en que puedo ayudarlos.

—Priscila se alivio al no escuchar la voz de ninguno de los padres de Amadeo—

—Hola... soy Priscila Ordoña, voy en una ambulancia con Amadeo...—contesto cierta preocupación.

Del otro lado de la llamada se escucho un silencio preocupante, los dos estuvieron callados por unos cuantos segundos.

—¿Hola...? —Priscila pensó que le habían colgado.

—Gracias por la información... ¿podría informarme a que hospital se dirigen? —contesto Roberto con un tono de evidente preocupación.

Priscila pregunto al enfermero —Me dicen que al santuario de María Auxiliadora...

—Gracias... 

Eduardo corto la llamada, Priscila observo su teléfono con extrañeza y le informo a sus hijos que ya le había informado a su casa que Amadeo estaba con ellos. Eduardo por su parte después de colgar la llamada se llevo las manos a la boca ahogando un gran suspiro de preocupación, se asomo para ver donde estaban sus patrones y Roberto estaba escribiendo algo es su laptop en su despacho mientras que Esperanza estaba en el Jardín con audífonos y un libro, Eduardo relamió sus labios pensando en que podía hacer. Sin pensarlo dos veces salió y tomo el transporte publico para llegar a aquel hospital.

Ya en el hospital habían internado a Amadeo y le habían suturado sus heridas, según el informe que le dieron a Priscila fueron 6 cortadas en cada brazo con una profundidad de dos centímetros, con lo que parecía que se las había hecho con un cuchillo de cocina, algo demasiado peligroso para su salud y que claramente le iban a dejar cicatriz pues se llego cuatro puntadas en cada herida, a Cebrián le dieron un cálmate y le permitieron lavarse las manos pues las tenia empapadas de la sangre de Amadeo, Cebrian se encontraba en un sillón dormido al lado de Amadeo, Eduardo tardo una hora en llegar al hospital.

Cuando llego al hospital de inmediato pregunto en recepción por su pequeño amo, Priscila lo escucho y al ver que se trataba de un hombre ya grande con lentes, cabello gris pero una elegancia demasiado notable se acerco a el.

—Hola... —le sonrió amable.

—¿Usted es Priscila? —La miro preocupado.

—Si, y... ¿usted? —se dieron la mano.

—E servido a la casa Agastia-Blancarte hace años, Amadeo es mi niño apreciado —su comentario lleno de amor hizo que Priscila sonriera inconscientemente.

—Amadeo ya fue trasladado a Terapia intensiva... esta estable pero... —Eduardo la interrumpió.

—Se salió de la casa desde la mañana, pensé que se había decidido a ir a la escuela después de estas largas tres semanas pero su chofer me dijo que se había ido a pie, a mi Amadeo no le gusta nada el deporte...—Miro a la nada— sus padres no lo estiman mucho... 

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