22 - En la 203

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Camino por la calle 203 hasta llegar a la gasolinera y me dirijo al teléfono público. Marco su número automáticamente, no sabría decir cuántas veces lo he hecho, pero me lo sé de memoria.


— ¿Si? — contesta enseguida. A pesar de no tener idea de quién es, sabe que lo más probable es que sea yo y deja un espacio de unos segundos en silencio. Y entonces lo solté...

Solté un poco del dolor que estaba creciendo en mi interior. Las lágrimas mojaban mi rostro y la respiración se volvía cada vez más inestable. Ni siquiera hizo falta que abriera la boca para decirle qué hacer, incluso dónde me encontraba.


— Voy enseguida, cariño...

— Te espero... — fue lo único que dije en la conversación.


Al colgar, bajo mi rostro y me dirijo al pequeño mercado que queda a mis espaldas. El contador ni siquiera dice una palabra al ver mi estado desesperación. Solo le lancé dos botellas de agua y un paquete de golosinas desconocidas que encontré en un estante. Tampoco esperé el cambio y salí de allí para continuar mi camino.


Unos quince minutos más adelante, por fin llegué al motel. La chica de la recepción no hizo ninguna pregunta y me entregó la llave de aquella habitación que era prácticamente nuestra. De hecho, solo podían entrar dos personas allí, una de ellas era yo y la otra estaba al punto de llegar o quizás ya estuviera ahí.


Me adentré el el pasillo de paredes rojas y puertas de madera hasta llegar al fondo. La placa con las iniciales "BS" seguía igual de oxidada que siempre, sin embargo ahora también tenía una ligera inclinación a la derecha. Sabía lo que eso significa; mi ex ya se encontraba allí.


En cuanto abrí la puerta sus brazos mi cuerpo y me sentí mejor cuando su perfume inunda mis fosas nasales. Enterré mi rostro en el hueco bajo su cuello mientras dejaba que me llevara casi arrastrada a la cama. Luego de dejarme allí, fue a cerrar la puerta y volvió a mi lado.


Solo se quedó acariciando mis rizos por casi una hora en la oscuridad. La habitación en sí era oscura y algunas veces encendíamos las luces de neón rojas que habían en las paredes, pero hoy no estábamos de ánimo.


Cuando mis mejillas se secaron y mi respiración se calmó, pude hablar, aunque la voz salía temblorosa.


— Siento no habertélo contado antes... — murmuro.

— Tranquila. — besó mi frente y siguió acariciando el cabello — Solo te asegurabas de nuestro futuro.

— Ella regresó de repente. — comencé — ¿Recuerdas lo que hizo cuando apenas comenzaba en mi primer instituto? — asintió. Lo había vivido en primera fila, apoyándome y buscando un nuevo colegio — Lo intentó... — mi voz se quebró de nuevo — Lo intentó de nuevo. — sus ojos oscuros se abrieron y no pudo evitar levantarse con rabia de la cama. Siempre que el asunto fuera en mi contra, reaccionaba de la misma manera. — No lo logró. Yo la detuve, casi le salto encima a esa mujer. — aclaro rápidamente cuando logro calmarme de nuevo.

— ¿Casi? — pregunta con su tono habitual de confusión.

— Gael me retuvo el tiempo suficiente como para que se rindiera... quizás por ahora. — agrego con una mueca.

— ¿Gael? — vuelve a interrogar con más firmeza y levantando sus cejas.

— Se adecua al plan y fue una buena casualidad. No hay de que preocuparse. — me pongo de pie. Poco a poco voy recuperando la cabeza fría.


Veo como camina hacia la mochila pequeña que dejó sobre la cabecera de la cama al sentarse para consolarme y revisa.


— ¡Hey, no! — detengo sus movimientos — No vas a hacer nada.

— No me interesa que sea tu madre y tengo que matar las ganas desde hace tiempo.

— Quiero encargarme personalmente. — me mira con confusión — A mi modo, no al tuyo.

— ¿Y qué hago con mi pequeña adicción? — acaricia mi mejilla y con suavidad, desliza su dedo índice por mi mandíbula hasta llegar al mentón y levantarlo para que mis ojos lleguen a la altura de los suyos — Bien. — accede — También me gustan tus métodos. — sus labios tocan lo míos, apenas un roce mientras la otra mano comienza a bajar por mi espalda — Hoy irás a la fiesta, cariño. Quiero que tus ojos azules vuelvan a brillar como antes. — cuando llega al final, la aparta y me agarra una nalga de forma repentina, empujando mi cuerpo hacia el suyo.

No pude evitar evitar subir mis dedos a su pecho y acariciar la zona con movimientos circulares en cuanto quité toda la tela que cubría su cuerpo.

— Quiero quedarme aquí... — mi voz susurrante viaja entre nuestros alientos. — Contigo...

Mis dientes comienzan a dar mordiscos suaves y tentativos desde su clavícula, pasando por su hombro derecho hasta llegar a donde antes se encontraban mis manos. Ahora ellas viajan más a fondo por su cuerpo, más alla del ombligo... entre sus caderas. No pudo seguir concentrándose en bajar mi pantalón porque sus únicos movimientos se limitaban a disfrutar de mis dedos. Me detuve para llevar la fiesta a la cama. En cuanto cayó sobre el colchón, el motel entero pudo escuchar los gemidos y jadeos de ambas partes; incluso nuestros nombres. Está claro que estamos hasta arriba de secretos, pero creo que los huéspedes y empleados supieron esa tarde con quién mantenía una relación secreta. Al menos por ahora...

Media hora más tarde seguía tumbada en la cama y mi "ex" le dedicaba bastante esfuerzo al masaje que me hacía en las piernas. Era más que necesario. Amaba su forma de hacerlo, no eran manos toscas o duras, sino suaves y delicadas. Tomó unas clases hace años solo para esto, recuerdo cuando me dijo que no me faltaría un masaje luego de cada partido. Siempre ha mantenido esa promesa.

Mientras yo me deleitaba con los movimientos, me percaté de que en la mirada de ojos oscuros estaba oculta la ansiedad. Eso solo significaba que su adicción había sido contenida hasta un límite, un mes. Nunca ha aguantado más que eso, a menos que fuera parte de un plan.


— El público quiere un espectáculo, Kayla. — su voz sonó relajada — Vamos a hacerlo, ya no hay vuelta atrás.

— Lo sé.

— Entonces, necesito a mi sol para alumbrar el día, antes de que llegue la luna.

— No me lo tienes que decir dos veces. — alejé mis piernas de sus manos para ponerme de pie. Tomé el móvil para escribirle a Gael.


"¿En el mismo lugar y la hora de la última vez?" Kayla.

"Sí ¿te vienes?" Gael.

"A Kayla Galler no la joden tan fácil, Lamott" Kayla.

Silenciosa y Peligrosa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora