Elisa me explicó una posible solución a mi estado deprimido. Resulta que la Diosa de la Pureza otorgaba bendiciones divinas, protecciones y milagros a sus seguidores. Si yo le rogaba a esta diosa a pesar de que ella y yo nos odiáramos mutuamente, podría haber una oportunidad. Además, era casi una obligación para la diosa ayudarme, ya que de lo contrario, sus creyentes dejarían de tener fe en ella. Una sonrisa malévola se formó en mi rostro.
—Dices que si la diosa no me ayuda, dejarán de creer en ella —le pregunté, intrigado.
Elisa asintió, confirmando mis sospechas.
—¡Bingo! —exclamé, chasqueando los dedos—. Entonces, supongo que debería intentarlo.
Me arrodillé frente a la santa y comencé a rezar en voz alta, manteniendo un tono de sarcasmo deliberado.
—Oh, diosa de la Pureza, que más que pura pareces lujuriosa. Oh, diosa, aquí tengo a la santa que será testigo de tu divinidad y piedad. Oh, diosa de la Impureza, digo Pureza. Yo, Kaito, te suplico que me otorgues nuevamente el poder de procrear y sembrar mi semilla en este mundo de porquería. Permíteme ser un hombre de nuevo, porque un hombre sin descendencia no es nada. Hazlo, o todos dejarán de creer en ti.
La santa parecía cada vez más incómoda y preocupada mientras seguía mis palabras.
—Creo que deberíamos tener cuidado con lo que pedimos —dijo con voz temblorosa—. No sé si esto funcionará como esperas, Kaito.
No podía evitar sentir cierto regocijo mientras continuaba rezando con sarcasmo.
—No te preocupes, santa. La diosa debe cumplir mi petición, ¿verdad? A fin de cuentas, si no me ayuda, perderá a sus seguidores.
La santa titubeó y luego respondió con incertidumbre:
—No estoy segura de que estés tomando el camino correcto, Kaito. Pero, si eso te hace sentir mejor, supongo que no tengo más opción que apoyarte.
Terminé mi oración con una sonrisa malvada en el rostro, pero antes de que pudiera hacer algo, escuché una voz resonar en mi cabeza.
"Habilidad: embarazo instantáneo adquirido", susurró la voz.
—¿Qué? —exclamé, sorprendido y desconcertado.
La santa, visiblemente perturbada, intentó explicar lo que había sucedido.
—Parece que la diosa ha escuchado tus plegarias, Kaito. Pero ten cuidado, las cosas pueden no ser lo que parecen.
Sin embargo, no sentía ningún cambio en mi cuerpo. Mis genitales no habían regresado y aquella "habilidad de embarazo instantáneo" parecía más una broma de mal gusto.
—Esto no tiene sentido —protesté, frunciendo el ceño—. ¿Qué tipo de bendición divina es esta?
La santa, cada vez más confundida, intentó encontrar una explicación.
—Quizás la diosa tiene formas misteriosas de responder a nuestras peticiones. Tal vez necesitemos tener paciencia y esperar.
Cuando estaba molesto por la estafa de la habilidad que me habían otorgado, la santa intentó tranquilizarme y sostuvo mi mano. Sus palabras de aliento me resultaron vacías en ese momento, pero su contacto inesperado desencadenó un evento aún más caótico. Su vientre comenzó a crecer de manera desmesurada, dejándonos a ambos confundidos y sorprendidos.
—¡Espera! ¡Esto no era lo que esperaba! —exclamé, sin saber cómo reaccionar ante la situación.
El alboroto que se había desatado atrajo la atención de los sacerdotes y guardias, quienes acudieron rápidamente al lugar. La noticia de que la santa había sido profanada y mancillada se extendió rápidamente por todo el país, generando indignación y consternación. La situación había escapado por completo de nuestro control.
En medio del caos, los sacerdotes y las autoridades decidieron tomar medidas drásticas. Quisieron ejecutarme por lo que consideraban una ofensa imperdonable, pero la misma santa intervino y pidió clemencia. Fue gracias a su súplica que se determinó que yo sería expulsado del país y exiliado en lugar de enfrentar un destino aún más sombrío.
Me encontré sin nada, abandonado en un territorio desconocido, sumido en la soledad y la incertidumbre. Sentado en una acera, reflexioné sobre mi situación y me di cuenta de que había cometido un terrible error. La diosa había tendido una trampa, jugando con mi desesperación y llevándome a un punto sin retorno.
—Maldita diosa —susurré entre dientes, dejando escapar un suspiro cargado de resentimiento.
Kaito Kimura no tenía absolutamente nada. Todo lo que había traído consigo del otro mundo se reducía a una sudadera, unos shorts, unas gafas y un humilde rollo de papel higiénico. Era un equipamiento pésimo para enfrentar los desafíos de este nuevo y desconocido reino.
En medio de mi desesperanza, mis ojos divisaron un alboroto y una revuelta en la distancia. Dos nobles, uno obeso con una mirada de autosuficiencia y otro un anciano acompañado por una joven sirvienta de pelo negro, se encontraban en medio de un juego de apuestas. La oportunidad de presenciar tal evento despertó mi curiosidad y el destello de una idea comenzó a formarse en mi mente.
Intrigado por la situación y en busca de una oportunidad para cambiar mi suerte, decidí acercarme al lugar donde se desarrollaba el juego. Con cautela y determinación, me adentré en el bullicio, observando cómo los nobles discutían acaloradamente y se desafiaban mutuamente. La atmósfera estaba cargada de emoción y tensión, y supe que había llegado el momento de actuar.
Con pasos firmes, me acerqué al obeso noble y al anciano acompañado por la sirvienta. Mi mente comenzó a trabajar rápidamente, buscando la mejor manera de presentar
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Betsu no sekai kara kita kurutta eiyū
Aventură"El Héroe Loco de Otro Mundo" Sinopsis: Tras una inesperada y peculiar muerte, nuestro protagonista, un joven con una vida llena de momentos extraños y frustrantes, se encuentra frente a la Diosa de la Puresa, quien, a pesar de su disgusto por la fo...