The girl you left

10 0 0
                                    

El peor principio que se nos pudo dar.

Teníamos trece y catorce años cuando nos conocimos, inocentemente llegaste a mi vida con aquella sonrisa llena de esperanzas y me mirabas como si fuera la flor más bella del mundo.
Me diste tus ladrillos para que me pudiera construir, sin importar cuando te derrumbes.
Estábamos en aquella plaza, intentando distraerme porque tenía miedo que alguien nos robara. Pero, ¿Quién le iba a robar a dos jóvenes que estaban enamorándose por primera vez en una simple plaza?.
Medio año hablando solo por redes sociales. Aquel día yo tenía todo planeado, una amiga llevandote a la librería mientras yo estaba entre los estantes rodeada de libros. Mentiría si dijera que apenas escuche que dos personas entraban al local no comencé a temblar. Y no te digo cuando escuche tu vos. Como era de esperarse, me reconociste con tan solo verme de espaldas. Lloraste, cuanto lloraste y como te abrace para que no notarás que yo lloraba peor que vos.
Nuestro primer beso, fue horrible. Los dos temblamos de nervios, por más que no era la primera vez que besamos a alguien. Tenías aquel sabor a menta proveniente del chicle que compraste, casualmente cuando fuiste al kiosco. Y yo ,que no sirvo para momentos románticos, no me aguantaba las ganas de reír para expulsar los nervios que sentía.

Creo que te enamoraste de mí aquella noche que me viste a escondidas  bailar mientras limpiaba mi cuarto. Y yo me enamore de la sonrisa que soltaste al verme cuando pensabas  que yo no te observaba de reojo
Éramos tan distintos que sorprendida lo bien que nos entendíamos. Eras un claro amanecer y yo era una oscura noche. Mientras admiraba la luna ,tu el sol. Me gustaba lo dulce y a ti lo salado. Nunca nos logre entender al fin y al cabo.
Eras tierno, tan tierno que a veces mi frialdad te lastimaba. Eras aquella persona llena de amor  verdadero, y yo era aquella persona que carga con los amores fallidos.
Leíste libros para poder hablar de ellos conmigo, ya que sabias que yo no tenía amigas a quien hablarles de ellos.
Me regalaste aquella pulsera de parejas que estaba de moda. Y aunque se te rompió al poco tiempo yo aun conservo y admito que cuando necesito un shot de suerte la llevo conmigo.
Nuestros besos nunca mejoraron. Pero, la manera que nos abrazabamos  y bailábamos juntos en la calle seguirán siendo aquella necesidad física que siempre me faltara.
Llegaste a mi vida con el corazón abierto, y yo lo tenia cerrado.
El día de mis quince lloraste lo que mis papas no lloraron, y aunque no pudiste estar en la fiesta, estuviste en cada momento. Desde las doce de la noche deseándome lo mejor. Viajaste una hora para llevarme chocolates, sin siquiera verme porque sabias que mi mama no me dejaba tener novio. Hasta la noche, en donde finalmente estuviste dos horas llorando por lo linda que me veías. Aquella vez desee con todo mi corazón que estuvieras conmigo, bailar y decirte cuanto eras para mi.
Mi vida, me construiste y yo te destruí. Pero cuando yo estaba lista para amarte tomaste aquel mazo y me rompiste en mil pedazos. Mientras yo te entregaba cada parte de mi, cada parte que me habías ayudado a construir, te la llevabas.

Una vez, al principio de nuestra historia, te dije que si había que salvarse, yo primero me iba a salvar a mi misma. Tenía tanto miedo de caer nuevamente que me refugiaba en mi misma y lo entendiste.

Y si. Fui la peor contigo.  Aquella persona que llega a la vida de uno una para hacerlo pedazos y luego ser aquella historia fuerte por contar. Pero es que a mi ya me habían destruido. Llegaste a mi vida y alguien había hecho el trabajo de destruirme. Cuando llegase, fue muy tarde para que te quisiera. Pero cuando te fuiste fue muy pronto, porque para ese entonces yo ya te amaba con cada parte de mi alma.
Crecí enamorándome de los príncipes de Disney. Esperaba que llegara el principe de la cenicienta y saltara a un barco por mi, pero no. Llegaste y eras el panadero de Anastasia. Tan pero tan perfecto, que creo que preferí lastimarte yo para que ninguna más lo hiciera.
Y nuestra historia fue tan pero tan caótica. Noches en la playa  balanceándome en una hamaca, pensando en si podías darte cuenta de mis sentimientos, por más que yo no era buena en demostrarlos.
Éramos aquellos amigos que hacían travesuras en público y no aguantaban para estallar de risa. Yo era la que planeaba como llevar comida al cine sin que nos descubrieran, y tu eras en encargado de sacar las entradas aunque siempre las sacabas mal. Acordábamos ver “Rapidos y Furiosos” pero sacabas “Avatar” ya que según tus excusas: “Los posters se parecían”. Pero aun asi, lograbas que ese momento de enojo se convirtiera en dos horas de risa, y me gustabas tanto como para seguir confiando las entradas.
Teníamos aquella chispa. El que nos observaba no tarda en descubrir que habíamos unido nuestras vidas en un lazo tan especial como mágico. Éramos aquellos confidentes que en vez de susurrar secretos a la luna, nos los confiamos el uno al otro, aquel primer saludo del día y también el último.
Yo era tu chica favorita, y tu eras mi chico especial.
Eramos dos personas eligiendo compartir cada momento de nuestro dia. Nos elegimos y, aunque teníamos caminos distintos, soñabamos con unirlos. Pero sin saber que tu eras mi nuevo sueño y yo era el tuyo.
Si tu bailabas, yo bailaba.
Si yo reía, tú ibas a reír el doble.
Éramos como solíamos llamarlo: “Un desastre andante”. No nos importaba el resto, éramos capaces de viajar dos horas cada uno con tal de vernos quince minutos. Como también éramos capaces de pelear a los gritos por videollamada, al intentar enseñarme a cocinar cuando yo ni me animaba a partir un huevo.
Pero éramos especiales.
Éramos nosotros.
Yendo y viniendo.
Teníamos tantos sueños juntos, que sin querer se nos desvanecieron en las manos sin poder evitarlo.

Creo que nuestro talón de Aquiles era la distancia. Las peleas tontas, pero que se generaban por la falta de vernos. En vez de decir cuánto necesitábamos vernos, lo expresamos peleando.
Nuestras voces, que juntas gritaban las canciones que nos gustaban comenzaron a gritar palabras que jamas nos hubieramos dicho.

Las idas y vueltas supongo quenos desgastaron. Pasamos de ser niños conociéndonos, a jóvenes eligiendo el rumbo de sus vidas. Intentando soñar con un futuro juntos.
Yo era una construcción débil, me derrumba. Tan solo un ladrillo me costaba una lotería.
Habías cambiado. Vi cómo pasaste de las noches jugando con tu hermano, o viendo películas a salir por la noche con nuevos amigos sin importarte nada.
Llegó el momento en donde yo te deje de importar, cuando vos me importas mas que nada.
Años de historia recordaba aquella mañana, mientras viajaba para llegar a la plaza en donde te había pedido vernos luego de cuatro meses. Sabía que ese dia solamente podrían pasar dos cosas: Por fin se nos daría un futuro juntos o se terminará todo.
Llegaste. Mi piel se había erizado de los nervios, y como siempre, comence a reir. Tu ya sabias que era por mis nervios, porque si , luego de cuatro años aun me ponía nerviosa.
Nos sentamos en aquel banco junto a la fuente, y solamente te pedí que me escucharas. Comencé a contarte nuestra historia, desde el principio. Con mis verdaderos pensamientos, como había sido para mi. Te conté como el primer tiempo no sentía nada pero que finalmente, había caído perdidamente.
Te explique el motivo de mi desaparición los pasados meses. Allí te enteraste que yo verdaderamente no estaba bien. Pero que sin embargo, yo había tomado una decisión: Si aceptabas los pequeños, pero valiosos pedazos de ladrillo que te daba, que en ese momento era lo único que tenía. Los usaría para construir un futuro juntos. Dedicaría cada gota de felicidad y energías a nosotros. Allí mismo te confesé que me entregaba, que estaba dispuesta a luchar contra mi si hiciera falta, con tal de ser felices juntos.
Como estaba tan nerviosa claramente lo que creía que era un juramento en voz baja terminó siendo una declaración de amor a los gritos en medio de la plaza. Tu reíste y me tomaste de las mejillas diciéndome que me calmara. No recuerdo cuantas veces te dije que te amaba.
La única línea que dijiste fue: “ Cuatro años juntos. Fuimos y vinimos miles de veces. Cada uno se merece hacer su propia vida, y no creas que te dejo porque no te amo. Al contrario, te amo tanto que no voy a permitir que utilices tus energías y felicidad en un nosotros. Necesito que las uses para recuperarte a vos misma. Yo también estoy roto, y creo que por primera vez, entiendo lo que una vez me dijiste. ¿Recuerdas cuando me dijiste que si algo ocurría primero te salvarás a ti misma?. Bueno, yo me voy a salvar a mi mismo.

Yo lloré y tú lloraste más. Nos besamos, fue la primera y última vez que sentí que tus labios eran aquellos que quería besar toda mi vida.
Caminamos, aprovechando aquella brecha en el tiempo que logramos crear para ser solamente tu y yo. Baile en medio de la calle y viniste corriendo hacia mí riendo. Antes de volver a besarme, recuerdo que susurraste que era muy injusto que en el final se nos de un comienzo tan hermoso.
El tiempo terminó y llegamos al final de la plaza. Nos dimos aquel último beso. Me pediste que me cuidara y me agradeciste por todo. Para finalmente decirme que me amarías toda la vida, pero que ya era hora de aceptar que nuestros caminos siempre estarían separados. Te fuiste y yo igual.
Mentiría si no dijera que no miré hacia atrás esperando que también lo hicieras. No lo hiciste.
Y allí, en frente de la plaza tome un camino. Me fui hacia la derecha y tú te habías ido a la izquierda.

Aquel final fue lo más sincero que tuvimos.
Y sin darnos cuenta, nuestro final fue más hermoso que nuestro comienzo.

Un año pasó de esto. Aprendí que podía vivir sin él en mi vida. Dolió muchísimo. Pero entendí que el me enseño  que el amor no siempre estaba en la pasión al besarse, sino que también estaba en las llamadas diarias para compartir nuestros días. En soñar juntos y sobre todo ayudarnos a construirnos.
Me amaste estando rota y también estando fuerte.
Me mostraste tus heridas y las admire, admire tu fuerza e historia.

Y solamente me queda una cosa por decir:
Vas a ser aquella persona que recuerde con tanto amor en mi corazón. Que terminaré de escribir mil y un historias más sobre nosotros. Porque aunque sea en aquellas historias, podemos soñar juntos.

Irónico, tu me prometiste que escribirias una historia sobre nosotros y yo acabo de terminarla.

Este es mi final , nuestro final.

The girl you left Donde viven las historias. Descúbrelo ahora