Cap 1

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Dubai, Emiratos Árabes Unidos
Diez años antes.

—Hija, ¿esperas a alguien?—mi madre se acerca con un chico colgando de su brazo y yo niego antes de darle una pequeña sonrisa

—Kiara, feliz cumpleaños—el chico se acerca a dejar un beso en mi mejilla y le sonrío intentando recordar su nombre—. Soy Mohamed.

—Ah, hola, muchas gracias por venir—asiento recordando al hijo de Fátima, la mejor amiga de mi madre—. Hace mucho que no te veía—inicio una conversación y mi madre se va con una sonrisa satisfecha en su rostro

Para esto es la jodida fiesta, para presentarme prospectos a esposos ahora que ya estoy en la edad para casarme.

Son tradiciones de la religión de mi madre, tradiciones que ella no siguió pero que irónicamente quiere que yo siga.

Es mi cumpleaños número dieciocho, y aunque amo a mi madre, desearía que no estuviera haciendo esto.

—Estuve en Washington, estaba terminando la secundaria—me dice y asiento—. ¿Y tú cómo estás?

—Estoy muy bien, conversando con cada uno de los chicos que acerca mi madre, supongo—suelto con ironía y sus cejas se levantan con sorpresa

—Entonces estamos iguales—ríe—. Mis padres me presionaron a venir, quieren buscarme desesperadamente una esposa.

Si, para ellos es completamente normal casarse a temprana edad, pero al parecer no logran entender que muchos de nosotros no queremos eso.

Mi madre, por ejemplo, ha estado presentándome chicos desde que cumplí quince años; siempre hombres árabes con familias ricas y futuros prometedores. Algo bastante común aquí en Dubai.

¿Lo irónico? Mi madre se fugó cuando quisieron casarla con un hombre árabe, y no solo se fugó, sino que lo hizo con la persona cuya misión era destruir a su familia.

—Es frustrante, ¿No?

—Lo es—Mohamed asiente—. Sobretodo porque mi padre, por ejemplo, me insiste en que debo ser el hombre de la casa y obligar a la mujer a la sumisión.

—Tu padre es un imbécil, sin ofender—lo miro y él se carcajea—. Detesto esa creencia de que las mujeres deben ser sumisas.

En las creencias que nos inculcan, las mujeres debemos ser sumisas, el hombre debe ser el líder y debemos obedecer ciegamente.

En mi caso, mi padre siempre ha estado en contra de eso, siempre me ha enseñado a darles la cara a las personas y nunca dejarme joder por nadie.

Entrar a la academia militar me ayudó a forjar mi carácter, y aunque en su mayoría son hombres, desde que entré me propuse que sería el mejor soldado que ha tenido la FEMF. Y eso seré.

—Yo también, aunque prefiero a las mujeres como amigas...—se le escapa y levanto las cejas con sorpresa logrando que el pánico llene sus ojos—. Es decir, no, yo...

—Tranquilo, Mohamed—aprieto su brazo suavemente—. No voy a decirle a nadie, y es tu problema lo que te gusta y lo que no.

—Gracias—se relaja y le doy una pequeña sonrisa

—Señorita—uno de los hombres de seguridad se acerca a mi—, Zonya la busca.

—Gracias—asiento antes de mirar a Mohamed—. Un placer, Mohamed, con permiso.

Me alejo saliendo del salón principal de la mansión y me encuentro de frente con Zonya, mi nana, que trae una tarjeta en su mano.

—Lo trajeron para ti—me la entrega dándome una pequeña sonrisa—. Te cubriré con tus padres, pero no debes tardar mucho.

Destined [Christopher Morgan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora