Cap 35

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—¿Qué pasó con Romanov?—pregunta Logan y me encojo de hombros

—Lo creíamos muerto, no hubo noticias sobre él desde el último atentado—le explico—. Yo nunca logré acercarme así que tomamos la decisión de volar su casa. Fue una sorpresa para mi saber que estaba vivo y en el momento de la boda aproveché para deshacerme de él.

Tengo que rendir cuentas ante mis jefes. Ambos saben que nunca haría este tipo de cosas solo porque sí pero es parte del protocolo.

—Debiste avisarnos cuando secuestraron a tu madre, no procediste de la forma correcta—se sienta frente a mi y aprieto los labios—. Kiara, la división Alpha siempre va a apoyarte, debiste avisarnos lo que pasaba y habríamos enviado una tropa contigo.

—Lo sé, pero estaba enojada y asustada. Sé que parte de mi entrenamiento es saber manejar este tipo de situaciones pero también creí que con solo Evan, Anderson, Mohamed y... Mendoza me resultarían de ayuda. Y si Mendoza no nos hubiera traicionado, la misión habría sido exitosa.

—Eres la mejor en lo que haces, pero no quita el error de que no nos hayas avisado—replica William

—Lo siento señor.

—No hay problema, pero que no vuelva a pasar—suspira y asiento—. Ahora dime, ¿cuánto tiempo más Alex va a castigarme dejándome sin mi mejor soldado?

—No lo sé, señor—río—. Supongo que lo sabremos al final de las elecciones.

—Si, las elecciones—rueda los ojos—. Sabes que la campaña de Christopher cuenta con nuestro apoyo mientras te mantengas a su lado. Serías la primera soldado Alpha en llegar a tal nivel de poder; controlar ambas partes de la FEMF.

Sonrío

—Les agradezco mucho el apoyo, confío en que ganaremos.

—Pues bien, entonces supongo que debes retirarte—asiente y me levanto—. Pero te recuerdo que aún estás dentro de la misión Mascherano, Antoni debe morir a como dé lugar.

—Créame, lo sé—hago el debido saludo antes de retirarme de la oficina encontrándome con Anderson y Mohamed

Evan está bien, pero debido a sus heridas tuvo que quedarse en Londres hasta estar al menos con un par de días de recuperación, esa fue la recomendación de los doctores.

—Vamos a casa, tengo mucho que pensar y estoy cansada—pido y ambos asienten caminando a mi lado en dirección al elevador

***

Christopher
Londres, Inglaterra.

—¿Qué hiciste?—Reece se sienta a mi lado y Regina frente a mi en el sofá de la sala de mi casa—. No creo que ella solo se haya ido y te haya entregado el anillo.

Esos dos llegaron hace un par de minutos, parecen haberse enterado de que Kiara se fue y podría jurar que es porque Reece habló con ella.

«Genial, a mi apenas me contesta los mensajes con monosílabos pero si habla al teléfono con mi tío. Eso es jodidamente genial»

—Esa chica se ha mantenido a tu lado sin importar nada—dice Regina con un toque de orgullo en su voz—. Permíteme dudar que te haya dejado solo porque si.

—La encerré para que no fuera con Antoni—murmuro a regañadientes—. Por un momento olvidé que le aterraba quedarse encerrada y no caí en cuenta de la situación hasta que supe que estuvo en el hospital.

Maldita sea, ver como se alejaba en el hospital me hizo sentir no solo dolido, sino como un completo idiota al saber que el causante de aquella reacción era yo.

No debí encerrarla, el miedo me cegó.

Amo a Kiara, la amo más que a mi maldita propia vida y jamás le haría daño de forma intencional, ella lo sabe, la pelea con su madre me lo confirmó, pero sé que ella está dolida.

Sus heridas me duelen, yo causé esas y hace años me hice jurarme que ella sería la única persona a la que nunca me permitiría perder. «El mundo puede irse al diablo y no me importaría, pero tenerla lejos es sin duda mi jodido infierno»

—Entonces las heridas de sus brazos son por un ataque de pánico—asume Reece y asiento—. Muñequito, siempre supe que eras un imbécil, pero por alguna razón me sorprende que hayas hecho eso. Siempre has sido muy maduro cuando se trata de tu relación con Kiara.

—Parece ser de las pocas cosas en las que tienes madurez—bufa Regina y enarco una ceja logrando que se encoja de hombros—. Soy tu abuela, no vine aquí para decirte lo que quieres escuchar.

No me sorprende que ambos piensen que yo lo arruiné. Para nadie es un secreto que mi familia adora a Kiara como si fuera parte de ella. Lo ha sido, siempre.

Regina, sobretodo, tiene un profundo respeto hacia ella fomentado por el hecho de que Kiara no se aparta de mi lado sin importar cuántos problemas haya o cuan hijo de puta yo pueda ser. Y el hecho de que sea una soldado Alpha solo aumenta más su orgullo por ella.

Sé que todos la aman, ella tiene un encanto natural que parece hechizar a todos los que tiene alrededor logrando que ellos casi besen el piso por donde ella camina. «Incluyéndome»

»Fuiste un gran imbécil—Regina interrumpe mis pensamientos—. Y lo eres aún más al quedarte aquí sentado y no hacer nada por ganar su perdón.

—Ella quiso irse—siseo—. Fue ella quien me dejó y pidió un tiempo.

Me entregó el maldito anillo. Acabó con todo esto como si nada. Y maldita sea solo quiero ir a Rusia y poner ese anillo en su dedo nuevamente.

Es mía, y nunca va a dejar de serlo. Debe aceptarlo de una buena vez.

—¿No la amas? ¿Tus sentimientos cambiaron?—cuestiona Reece y me lleno de ira ante esa sola suposición

—Es mi mujer, Reece—mascullo—. Ha sido mi mujer durante años, ha sido mía durante toda su vida y lo seguirá siendo. El día que deje de amarla será porque yo esté muerto.

Esa mujer es sin duda la persona más importante de mi vida. Me he ridiculizado de muchas formas cumpliendo sus cursis caprichos solo para verla sonreír y yo no hago ese tipo de cosas. Jodidamente no acepto que duden de mis sentimientos por ella cuando quemaría el mundo si a esa mujer le faltara un solo cabello.

—Vaya—mi tío levanta las cejas—. Pues no te veo haciendo algo para recuperarla. Si la amas tienes que demostrarle cuan arrepentido estás y que no estás dispuesto a perderla.

—Ella sabe eso.

«Por supuesto que lo sabe». Ella siempre ha estado segura sobre todo lo que siento. Sabe que nunca la dejaré alejarse de mi por mucho tiempo antes de buscarla y traerla de nuevo a dónde pertenece. A mi lado.

—Joder, eres idéntico a tu abuelo—se queja Regina—. Decía amarme con toda su alma pero nunca sabía que hacer para ganarme.

»Te diré una cosa, Christopher—se levanta y camina hacia mi tomando mi mandíbula para que la mire—. Cuando amas a una mujer, nunca debes dar nada por sentado; siempre tienes que tener acciones que le demuestren tus sentimientos. No me importa cuál sea tu jodida forma de demostrar tu amor y pedir perdón, pero no quiero verte hundiéndote y de un humor de la mierda por el resto de tu vida así que, ve a Moscú y has algo. Ahora.

—Oh si, porque ya sabemos como te pones cuando ella no está contigo—se burla Reece—. Pareces un niño berrinchudo en busca de una pizca de afecto de su amada...

Le lanzo el cojín y él ríe atrapándolo antes de que este se estrelle en su cara. «Imbécil fastidioso»

—Si les digo que voy a seguir sus consejos ¿se largan de mi casa?

Regina me lanza una mala mirada que me divierte.

—Muchacho ingrato, solo te ayudamos—bufa—. Busca una solución, Christopher.

«Ya sé»

Destined [Christopher Morgan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora