Cap 3

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Ocho años después...
Moscú, Rusia.

—Debemos eliminarlos, Malika—me habla Christopher y asiento mirando la tumba de nuestro hijo.

Si, nuestro hijo. Al que asesinaron, o más bien, Antoni asesinó.

No me cabe la rabia en el cuerpo, siento como si me hubieran arrancado un pedazo de mi alma, como si me estuvieran clavando un puñal repetidas veces.

Christian, nuestro hijo que fue asesinado apenas dos meses después de nacer. Asesinado por un veneno, una creación de Antoni Mascherano.

Al final de todo de alguna forma u otra Antoni terminó conociéndome, y para mi desgracia, obsesionándose.

Tal hecho llevó a Christopher a abandonar la mafia para volver a la FEMF, y durante muchos años hemos estado lidiando con ello, sin embargo, nuestro hijo al parecer fue un blanco fácil.

—Voy a eliminar a cada persona que haya siquiera pensado en tocarlo, Christopher—lo miro, notando que sus ojos se encuentran rojos y debajo de ellos unas ojeras oscuras. Mis ojos se llenan de lágrimas—. Siento que me muero, Christopher...—se me escapa un sollozo—, quiero morir...

—Escúchame, no vas a morir, Kiara—toma mi rostro entre sus manos y fija sus ojos en los míos.

Puedo ver el mismo dolor crudo en sus ojos grises, puedo ver que también lo jodieron dónde más le dolía.

»Si tú mueres, yo muero contigo, no vas a dejarme incluso en la muerte ¿Lo entiendes?—parece desesperado—. Vamos a deshacernos de cada uno de esos cobardes, vamos a vengar la muerte de nuestro hijo, te lo prometo.

—No puedo—jadeo dejando salir las lágrimas —. No puedo, mi corazón duele, mi cuerpo duele, todo, duele.

Me arrebataron a mi hijo, me arrebataron a la luz de mis ojos y se siente como si mi vida se estuviera acabando poco a poco.

—Va a sanar, te juro que va a sanar—deja un casto beso en mis labios antes de limpiar cada una de mis lágrimas—. Usaremos este dolor y lo convertiremos en odio, vamos a vengar a nuestro hijo y acabaremos con cada uno de esos bastardos de mierda, Malika.

—Solo me quedas tú—murmuro mirándolo a los ojos y él respira profundo—. Si tu mueres, yo muero contigo.

—Soy tuyo, mi alma es tuya incluso en la muerte, Malika—besa mi frente

Sé que este dolor se enterró en el corazón de ambos; sé que a él le duele tanto como a mi, pero mientras mi corazón duele, él piensa en venganza.

Una venganza que debe ser, una venganza que debemos cumplir de una u otra forma, porque yo también la quiero. A pesar de que probablemente eso no alivie el dolor, al menos me dará un poco de paz el saber que cada persona que intentó tocar a mi hijo va a morir.

—Vamos a vengar a nuestro hijo—asiento—. Yo iré tras Romanov, me encargaré de la Bratva, tú encárgate de Antoni.

—No vas a irte, Kiara—sentencia y me inclino dejando un casto beso en sus labios—. No vas a dejarme.

—Siempre volvemos al otro, mi amor—acaricio su mejilla cuando apoya su frente en la mía—. Nada es eterno, yo volveré a ti o tú volverás a mi, pero separarnos es lo mejor para cumplir lo que queremos.

—No vas a dejarme—sus manos van a mi cintura y respiro profundo antes de besar sus labios de nuevo

—Yo nunca voy a dejarte, Christopher—toco la pulsera en su mano—. ¿Recuerdas ese día?

—Lo recuerdo a la perfección—asiente

—Desde ese día, Christopher, juré pertenecerte en cuerpo y Alma; nadie más iba a tenerme, solo tú—le hago saber y respira profundo—. Nunca voy a dejarte, yo siempre seré tuya.

Sus manos acunan mi rostro y permito que una nuestros labios en un beso profundo y lleno de sentimientos que me hacen suspirar y envolverme en esa niebla en la que siempre logra meterme.

—Dilo—pide.

—Te amo—dejo un casto beso en sus labios antes de apartarme y darle una mirada a la tumba de mi hijo—. A ti también te amo, y lo que sea que haga, es por ti.

Me doy la vuelta y me obligo a no mirar atrás, a no mirar a Christopher, porque sé que si lo hago voy a arrepentirme de esta decisión y querré quedarme.

«Esto es por mi hijo. Esta es por la forma tan cruel en la que me lo arrebataron. Todos esos hijos de puta van a pagar con sus vidas».

Lo juro.

Destined [Christopher Morgan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora