Me atropellaron las palabras
que una vez salieron por mi boca.
Quizás también los pensamientos y
unas cuantas lágrimas duras.Unas lágrimas que recorren mi cuerpo
y lo vendan camuflando miedos.
Atravesando espinales mentales,
aparecieron tus fornidos brazos y
me tocaron como aquél que acaricia un pétalo.Menguó mi adolorido corazón cuando
sentí tus dedos recorrer la curva de mi cuello
y tu boca posada.
Floreció la ternura al besar mi rostro apagado,
siendo iluminado por el brillo de tus luceros que contemplaban la marea de mi mirada.Divisó que en aquel momento la marea
se volvió más dura, casi imposible de navegar,
pero qué sería de difícil para aquél que
luchó a contraviento de mis pensamientos
y la guerra casi terminaría.Solo bastó la unión física de aquello que latía
enrrabiado, enlazando así también sus labios.Y así es,
cómo renació
y no decayó.-Mery Garcie.
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