Infundada en su mirada,
hechizada por la miel que irradiaba de sus ojos,
se dió cuenta cuán amaba los lunares que reposaba en ambos luceros de su amado.Por no hablar de todos aquellos que adornaban su rostro,
ella no podía dejar de admirar la belleza que veía en él.No pudo resistirse cuando lo vió por primera vez,
menos cuando lo tenía a su merced profesando su tierno amor.Y es que a ella le brillaban tanto los ojitos,
que en cuanto menos lo esperó,
se dió cuenta de los sueños que tanto anhelaba concurrir con él.Él dando todo lo que podía en su mano para
que permaneciera la sonrisa que provocó,
y ella dichosa de su cariño.Qué bonita aquella primera noche donde ambos tomaron su último suspiro descansado,
pensando en el otro con serio compromiso.Y cuán bonita será aquella cuando sostengan sus labios y rocen almas y pieles por el resto de sus vidas .
-Mery Garcie.
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