30-¿Donde está?

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CAPITULO 30.

Había soñado lo más bonito esta noche cuando conseguí dormirme. No pude dormirme pronto ya que estaba demasiado preocupada cuando Jesús se fue y no me llamó cuando llegó, cosa que le dije que hiciera. No me habrá llamado porque es muy tarde y pensará que estoy dormida.-pensé-.

Me levanté sin preocupación alguna, me estaba aseando cuando Mery entró como una loca en la habitación, ¿llorando?

-Almu, Almu, Almu joder. -me puse delante de ella que estaba sin respiración-.

+¿Qué pasa Mery? -dije sonriendo-. Ya estoy aquí, no me eches tanto de menos. -reí-.

-Es..-me abrazó-. Es Jesús, Almu.

+¿Cómo?-se me borró la sonrisa de la cara. Y Mery no contestaba-. Joder María, ¿Qué pasa? ¿Qué pasa con Jesús? Reacciona joder. -dije en un tono más alterado-.

-Jesús a... ha tenido un accidente. -su voz era casi inaudible. Y quise entenderla mal-.

+¿Qué?-estaba paralizada-.

-Que Jesús ha tenido un accidente esta noche joder -empecé a marearme y Mery me abrazó cuando las primeras lágrimas de muchas empezaron a caer por mis mejillas-.

Me senté en la cama paralizada. No, no era tarde. Había tenido un puto accidente y todo por mi culpa. Yo lo dejé irse. Yo dejé que se fuera a esa hora de la noche.

Todo se me congeló. Sentí un vacío en el pecho enorme.

Solo tuve fuerzas para salir corriendo de esa habitación. Corrí por los pasillos hasta recepción. En ese mismo momento me di cuenta que lo importante no son los lugares, si no las personas con las que los recorres. Recorrer esos pasillos sin Jesús ya no tenía sentido. Seguir el viaje largo de mi vida sin Jesús no tenía sentido.

+¿Dónde está Jesús Oviedo?-dije gritando y llorando en recepción-. Que donde está Jesús Oviedo joder.

Me tiré al suelo porque me fallaron las piernas y noté como alguien me abrazó y me metí en los brazos de esa persona. Lloré desconsoladamente preguntando donde estaba Jesús. Que necesitaba verle.

-Ya está cariño, ya está.

+Mamá, ¿Dónde está Jesús?. ¿Dónde está? ¿Dónde está? ¿Dónde está? -no podía casi respirar y se me notaba-.

-Mi amor, vamos a levantarnos y te llevo ¿Vale? -me besó el pelo y asentí-

Nos levantamos y noté muchas miradas encima de mí y de mi madre. Pero no me importaba. Era mi desastre. Mi desastre no podía desaparecer de mi vida, no ahora. Ni nunca. Le ruego a Dios que no le haya pasado nada muy muy grave, o si no este mismo me la pagará.

Paciente [Jesús Oviedo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora