Celos oscuros

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La puerta se abre de golpe sacudiendo las paredes de piedra, e interrumpiendo los pensamientos de Atsushi como si los borraran de un plumazo. El corazón le da un vuelco al posar la vista en el recién llegado.

Un hombre alto y delgado, completamente blanco como la nieve alumbra el umbral. Su cabello  plateado reluce como el mercurio bajo la luz grisácea . Viste un abrigo negro brillante con ribetes bordados en hilo de oro y plata que le cae sobre unos pantalones bombachos tan blancos como su piel. El olor dulzón del tabaco impregna el aire a su alrededor.    

Da un paso amenazante hacia el menor  con una sonrisa que muestra dientes afilados. Le levanta al mentón con un guante rojo, examinando cada detalle de su rostro como si fuera un objeto de estudio.

Atsushi siente un escalofrío. El intenso escrutinio de aquellos ojos plateados lo penetra como un cuchillo helado. Podría oírse el zumbar de las ideas maquiavélicas que se agolpan en la mente del albino.   

- Así que tú eres el muchacho que tanto atrae la atención de mi querido Dos - dice con voz serena y arrastrada. 

Se estremece ante el contacto, los nudillos de Gogol se sienten como garras heladas contra su piel. Los ojos  del hombre lo perforan con una mirada intensa  y llena de rencor. Por un momento que parece una eternidad, Gogol lo inspecciona de arriba a abajo mientras sus pensamientos divagan con crueldad hacia el albino.

Finalmente, el ucraniano suelta bruscamente a Atsushi y se dirige a Iván con una sonrisa forzada tan fría como sus ojos. Proceda a presentarse  alegremente pero ignora por completa a Atsushi como si fuera insignificante.

El bufón se inclina en una reverencia burlona. "Perdóname," dice con una voz como terciopelo. "Soy Nikolai Gogol. Un placer Espero que seamos buenos amigos".

Las alarmas se encienden en la cabeza de Atsushi cuando responde con cuidado: "Por supuesto". Forzándose a sonreír con cortesía, no puede evitar pensar que este hombre se convertirá en su enemigo antes que su amigo. 

El instinto  le dice que el alma retorcida tras la sonrisa falsa de Gogol está tan vacía de calidez como las paredes de fría piedra a su alrededor. Este hombre sólo traerá más oscuridad a su nueva prisión.

Así que  trata de ignorar la incomodidad que siente ante la presencia de Nikolak y le pregunta a Iván dónde estaba Fyodor, pues había asumido que estaría presente. El ruso se niega a contestarle.

El bufón aprovecha el momento para decirle a Atsushi que el azabache estaba tocando el violonchelo en una de las habitaciones cercanas al comedor y que si quería verlo no habría ningún problema, asegurando que él se quedará con Iván.  

Atsushi no estaba seguro de si realmente quería ver a Fyodor o no, pero también se dio cuenta de que podría aprovechar la oportunidad para investigar la mansión. Así que decidió ir.  

Se levantó despacio de la mesa y comenzó a caminar hacia la puerta. Una sonrisa astuta y calculadora se extiende sobre los labios de Gogol mientras observa a Atsushi marcharse. Sus ojos brillan con veneno mientras aspira el dulce aroma del triunfo. Conoce demasiado bien el temperamento de el azabache y sabe que el joven se enfrentará a su furia por la intromisión.     

Iván advierte a Gogol con cautela que no deben lastimar a Atsushi a menos que Fyodor se los ordene, pero el bufón lo despacha con un gesto despectivo.     

"La ira de Fyodor será suficiente castigo", dice entre dientes. "No necesito ensuciar mis manos".    

Mientras el joven albino caminaba lentamente por los lúgubres pasillos de piedra fría ,siguiendo el suave lamento del chelo que llamaba a él como la Sirena de un barco en altamar.   

Finalmente encontró la fuente de esa melancólica melodía. Empujando la puerta con suavidad, asomó la cabeza y vio a Fyodor sentado de espaldas ,su cuerpo encorvado sobre el chelo mientras sus dedos bailaban sobre las cuerdas, haciendo que la música fluyera alrededor de Atsushi como una niebla plateada.  

Destinados a amar, destinados a caerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora