" Shut me up, then „ // Male Reader \\ BL.

* Feeling seen. *

Era muy temprano en la mañana, estabas tan de mal humor, que hasta tus compañeros te lo dejaban saber.

- "¿Por qué la cara larga?"

O...

- "¿Acaso te levantaste con el pie izquierdo?"

Era tan molesto, te ponían de peor humor.
Únicamente debía intentar olvidar todo eso y seguir con la mudanza, ¿Mudanza?, Si, finalmente me mudo de cuarto, lastimosamente eran cuartos compartidos. Pues baje mi promedio y los cuartos individuales eran únicos de alumnos con promedios perfectos.

Ugh, pensar en con quién me pueda tocar me pone los pelos de punta.
Cuando llegue a mi habitación me di cuenta de lo aburrida que era sin mis cosas. Mis cosas eran grises y sin color, pero por lo menos daban un ambiente más personal, al menos no daba vibras de ser el cuarto gris y aburrido de un hombre de cuarenta derecho como palo (Que no se note que hablo de mi padre.)

Cuando llegue me di cuenta que ya tenía compañero, pues sus cosas estaban de forma desordenada-ordenada regadas por ambas partes del cuarto, ¿Debería esperar a presentarme y preguntar por mi lado? Nah, "el que se fue de la villa perdió su silla", solía decir mi hermano.
El recuerdo hizo que me ría vagamente.

Inmediatamente trajeron mis pocas cosas, moví las cosas de mi compañero a la mitad de la habitación menos cómoda para mí gusto, la del lado de la ventana, venía demasiada luz, y podía escuchar a todos los idiotas que jugaban como niños pequeños, patético.

Mientras colgaba mis pósters, cuadros, dibujos, etc, escuche la puerta principal abrirse, me puse nervioso, tanto que me puse rojo. Oh, por favor, parecia que me iba a quedar sin aire.

— Veo que haz escogido tu parte. — Dijo muy calmado, era un chico alto, y muy flaco, pero yo lo era más (Tsk, hasta en eso ganó.), su pelo era curiosamente blanco, probablemente teñido, pues no parecía albino. Sus ojos eran verde claro...

(Te gusta.)

Pensamientos que intento evitar, ¿Que carajo pienso? No conozco en nada a este chico, solo se que es extrañamente ordenado-desordenado, y que era muy... Muy... ¿Muy que? Era muy...

(Muy atractivo es la palabra que buscas.)

Joder, ¡No!, Odio esos pensamientos... Aún que no puedo negarlo... ¡No!, No.
— Eh, si, espero no te moleste. — Dije. Y si le molesta, ¿Que me importa? Tsk... ¿O si me importaba...? Ugh, no, no me importa.

— No tengo problema, prefiero la luz natural, cómo la de la ventana, a la oscuridad de la esquina que elegiste, vampiro. — Dijo inexpresivo el peli-blanco, ¿Acaso no movía para nada su cara más que para hablar y parpadear?

Gracias a eso no pude detectar si era broma, sarcasmo, o en serio.
Y por su propio bien espero que sea broma.

— ¿Cómo te llamas? — Volvió a hablar el desconocido.

Respondí mi nombre de una forma exageradamente seca.

— Ya veo, soy Tomasso.

— ¿Eres italiano? — Pregunté.

— Mis padres lo son, yo nací aquí. — Dijo apartando la mirada a mi pared, observando uno y cada uno de mis pósters, y dibujos.

— ¿Hablas italiano? — Dije con una sonrisa burlona.

— No, jamás me lo han enseñado, solo se español e inglés.

— Ya... Estaré ocupado con algo, si me necesitas, cosa que espero no hagas, estaré en la biblioteca. — Dije sin siquiera mirar al chico.

— De acuerdo, hasta luego. - Dijo igualmente sin mirarme, para sentarse de forma relajada (casi vulgar) en su cama y ponerse a escuchar música.

Antes de retirarme, tome una bebida que tenía en mi bolso y me fui.
De camino a la biblioteca me di cuenta que estaba lleno de esos mismos idiotas que tanto despreciaba.
Inmediatamente los ví, me arrepentí y me estaba yendo, pero di un paso en falso y caí con todo y bebida. Parecía una idiotez pero todos se me quedaron viendo, me dieron escalofríos.

En cuanto me levanté mire con los ojos abiertos como platos para darme cuenta que todos me miraban, todos parecían burlarse de mi con la mirada.

Me fui corriendo bañado en gaseosa a mi habitación donde Tom estaba obviamente haciendo lo mismo que hace rato, te observo detenidamente y te ofreció ayuda, pero te negaste un par de veces.

— ¿Por qué no dejas que te ayude? — Pregunto de nuevo.

— Por qué no, no necesito ayuda. — Era demasiado terco para admitir que quería ayuda, especialmente ayuda de él.