—¿Qué haces aquí?—Gema se me atraviesa y ruedo los ojos—¿Qué carajos haces aquí?
—¿Qué haces tú aquí?—enarco una ceja—¿No deberías estar lamiendo las botas de alguien en New York?
Gema no es mi persona favorita en el mundo, sobretodo porque se toma lugares que no le corresponden.
Desde que la conozco siempre ha intentado proteger a Christopher de esa manera ridícula en inservible que la caracteriza, lo que siempre lleva mi paciencia al límite.
—¿Quién carajos te crees?—una morena a su lado frunce el ceño
—Bien, no estoy para ridiculeces—las aparto del camino antes de abrir la puerta de la oficina de Christopher notando que hay una enfermera que limpia la herida de bala en su brazo
Mi corazón se acelera al verlo y mi cuerpo me exige que corra a sus brazos como tantas veces lo hice con el pasar de los años.
Se ve casi igual, pero su cuerpo ahora es más musculoso, se ve mucho más intimidante y hay ojeras bajo sus ojos.
De pronto, voltea en mi dirección como si pudiera sentir mis ojos sobre él, lo que lleva a su cuerpo a tensarse cuando se da cuenta de mi presencia.
—Hola—lo saludo antes de mirar a la enfermera—. ¿Nos dejas solos, por favor?
Ella asiente dejando sus implementos a un lado y yo me aparto de su camino dejándola salir de la habitación para quedarme a solas con Christopher.
—¿Qué haces aquí?—aprieta los labios y me quedo en mi sitio sin saber como actuar
Siempre hemos sido novios, y los cortos períodos de tiempo dónde no lo éramos simplemente nos alejábamos el uno del otro para no vernos. Pero en esta ocasión no existe esa opción.
—Alex me trajo para ayudar—me lamo los labios logrando que sus ojos vayan ahí—. ¿Cómo estás?
—Supe que eras tú quien los hacía caer—suelta una risa seca—. Nunca conocí a nadie con una destreza y puntería mejor que la tuya.
—Bueno, tú me entrenaste—le doy una pequeña sonrisa y él desvía la mirada lejos de mi
—Creí que el doctor había ordenado tu reposo—murmura y asiento
Mis heridas fueron muy graves, mi padre tuvo que donarme sangre debido a la cantidad tan grande de ella que había perdido en ese lugar; y las balas tocaron algunos puntos sensibles, así que me costó mucho volver a la acción sin tener que soportar horribles dolores en las noches.
—Ya estoy bien, hace un mes que lo estoy—suspiro frustrada por el hecho de que no me mire—. Joder, Christopher, no mires a la pared como si no estuviera aquí.
—No puedo mirarte si cada vez que lo hago recuerdo tu ropa manchada de sangre, Kiara—su voz suena tensa—. Cada vez que te veo recuerdo creer que estabas muriendo en mis brazos.
Mi pecho se oprime y me acerco tomando la venda que se supone debe ir en su brazo.
—No morí, estoy aquí—le hablo, tomo su brazo y él se relaja permitiéndome vendarlo—. Yo no te culpo, Christopher...
—Entonces ¿Por qué me dejaste?—cuestiona y aprieto los labios sintiendo mis ojos llenarse de lágrimas
—Porque estaba cansada de verte hundirte en el alcohol—muerdo mi labio intentando no llorar—. Estaba cansada de que ignoraras mis peticiones de hablar conmigo, tú te cerraste luego de...—mi garganta arde—, de la muerte de nuestro hijo.
»Ambos lo hicimos—me corrijo—. Lamento haberte dejado solo, lamento haberte hecho sentir que la única forma de desahogarte era el alcohol.
Sé que me alejé, sé que la venganza nos estaba destruyendo pero no supe manejarlo, ninguno de nosotros supo hacerlo, y cuando me di cuenta de ello no hubo forma de solucionarlo.
—Fue mi culpa, casi mueres por mi culpa—suspira antes de mirarme y mi pecho se oprime al notar sus ojos rojos—. Lo siento, Malika
—Fue culpa de ambos—termino de vendar su brazo—. Nuestro alejamiento nos llevó a ello y en ese momento no ví eso, creí que era tu culpa por llegar borracho pero si hubiéramos sabido resolver el problema eso no habría pasado.
—Perdóname—pide y suspiro antes de inclinarme y besar su mejilla—. ¿Vas a irte?
—No, soy tu nueva jefa de seguridad—me burlo—. No pelees conmigo, agradécele eso a tu padre.
—No voy a pelear contigo, Malika—suspira—. Pero siento que todo se alinea para que estemos juntos, no quiero a Alex metiendo su nariz en mi relación.
—¿Relación?—levanto las cejas
—Sabes a lo que me refiero—le resta importancia—. No lo quiero metido en mis asuntos, suficiente tengo con la campaña.
—Lo sé, y estoy sorprendida de que seas candidato—lo miro a los ojos—¿Quieres esto, Christopher?
—Si—asiente y suspiro
Cuando Christopher se decide a obtener algo, no hay manera de sacárselo de la cabeza; además, él sería un muy buen ministro, lo que me lleva a apoyarlo una vez más.
—Entonces te apoyo—chasqueo la lengua—. En cuánto a Antoni...
—Sabrá que estás aquí—me interrumpe—. De una u otra forma va a saberlo.
—Pues que venga a buscarme—me encojo de hombros—. Nunca le he tenido miedo a ese bastardo y hoy no será el día que empiece a temerle.
Y espero algún día tenerlo frente a mi para hacerle pagar cada lágrima derramada por mi hijo, por mi y por Christopher.
»Nos vengaremos, te lo prometo—levanto mi mano para acunar su mejilla y casi sonrío cuando apoya su rostro contra mi palma—. Vamos, te acompaño a tu casa.
—¿Tienes dónde quedarte?—pregunta y muerdo el interior de mi mejilla
—Se supone que estaba de paso...—intento explicarle
—Puedes quedarte en el Penthouse, tus cosas siguen ahí—se encoge de hombros y asiento fingiendo que no enciende una chispa el saber que no ha sacado mis cosas de su casa
—Si me prometes que no veré a Gema cada mañana, acepto—le extiendo mi meñique y él me mira como si fuera una tonta antes de rodar los ojos y entrelazar nuestros meñiques
—Te lo prometo, vamos—se levanta tomando su camiseta y yo lo sigo fuera de la oficina dónde Gema espera junto a su amiga y la escolta—. Ya conocen a Kiara, ahora será mi jefa de seguridad.
—¡Nueva jefa!—Tyler intenta acercarse a abrazarme y Christopher lo toma del brazo haciéndome apretar los labios para no reír cuando lo aparta
—Espacio personal, novato—masculla antes de tomar mi mano y tirar de mi en dirección al elevador—. A veces desearía que le cayeras mal a todos.
—Soy irresistible, incluso tú quieres recibir mimos de mi—me encojo de hombros
—Mentira.
Levanto las cejas mirándolo ofendida
—¿Mentira? ¿Quieres que te recuerde la cantidad de veces que me pides cariñito en las noches, Christopher?
—Pedía—me recuerda y lo señalo haciéndolo maldecir cuando se da cuenta de su error—. Tú también lo hacías, eres como un cachorrito abandonado en busca de afecto.
—Pues nunca te oí quejarte—bufo
—Nunca lo hice—contesta antes de que algunos de los hombres de la escolta suban al elevador

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Destined [Christopher Morgan]
FanfictionElla es como un dios, todos se inclinan ante ella para venerarla. Él es una bestia, todos se inclinan para pedir clemencia Ambos hechos para poner el mundo a sus pies; destinados a estar juntos sin importar las piedras en el camino.