3-Marcas

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— Estas babeando mi sillón. — escuche a lo lejos, la voz hizo eco y me sentía arrollada, mi boca seca.

— Creo que se murió. — esta vez era la lejana voz de Nobara.

— ¿Llamo a una ambulancia?

— Papá me va a matar por tener un Cadaver en el sótano. — Otra vez la voz de Megumi haciendo eco en mi cabeza. Abrí los ojos y fruncí mis labios más secos que un desierto.

— ¿Estas bien? — Nobara estaba muy cerca de mi cara y empezó a acomodarme el pelo.

— Quiero agua...

Itadori camino al pequeño refrigerador y tomó una botella de agua que me acercó. Entre Megumi y Nobara me ayudaron a pararme del sillón, mi piel estaba pegada al cuero. Me acomode para tomar agua y me di cuenta que no tenía ropa interior, mis ojos viajaron por todos los posibles lugares en que podía estar y no estaba.

— Me sorprendí anoche cuando escuché que tu padre trajo a una chica. — me atraganté con el agua.

— ¡Baja la voz! Está en su oficina. Rara vez lo hace.

— Por un momento pensé que eran ustedes. — Itadori me señaló y luego a Megumi. — pero luego escuché el nombre de tu padre.

— Que perturbador. — Murmuró Megumi.

Nobara me volvió a acomodar el pelo y mi cabeza aún estaba dispersa en la madrugada. Los mire, los tres estaban frescos como lechuga y vestidos.

— ¿A donde van? Es sábado.

— Tenemos clases.

—Que asco. — le respondí a Megumi y me froté las sienes. Ellos estudiaban Derecho mientras que yo había decidido estudiar Literatura. Habíamos coincidido en algunas materias, pero ya en plena carrera no. Mi carrera me permitía tomarlo un poco con calma y por eso solo iba 4 veces a la semana mientras que ellos iban 6.

— En el microondas hay desayuno, sabes donde está tu ropa y si te duele la cabeza hay pastillas nuevas en el botiquín de mi baño. Si no quieres ir a tu casa puedo llevarte cuando regrese. — besó mi frente y le sonreí.

Los vi salir a los tres y mire la botella vacía unos minutos. Era una amiga de mierda, me acosté con el padre de mi mejor amigo, el estómago me dolía, no podía con eso.

Subí las escaleras y fui a la cocina. Mi desayuno era un sándwich de huevo, queso y Bacon. Estaba todo feo lo que significaba que Megumi me lo había preparado, el sabía que después de beber tenía que comer algo grasoso y pesado.

Lave el plato luego de comer y fui a su habitación, saqué uno de mis vestidos de su closet, tome una toalla y me duché con agua Fria. Luego de vestirme busqué las pastillas, primero me asegure de que no tenían algún componente al que era alérgica y me tome una. Cerré la puertecita y me miré en el espejo. Mi cara muy pálida sin el maquillaje y mis ojeras a todo color.

Entonces lo vi. Dos, cuatro, cinco y seis. ¡Seis! ¡SEIS MALDITAS MARCAS! Tenía seis marcas en el cuello de distinto tamaño, algunas de un rojo intenso y otras solo se veían rosadas. Por eso Nobara me acomodaba el pelo cada segundo. Iba a matar a ese hombre. Me mire en el espejo de cuerpo completo y levante mi vestido. Mis piernas también tenían marcas, eso era de sus dedos.

Tragué, en mi mente pasaron los recuerdos de la madrugada y por un segundo lo sentí tocarme. Maldita hora la que mi cerebro escogió para jugarme bromas. Salí de la habitación de Megumi no sin antes dejar todo en orden.

Tome aire y abrí la puerta de su oficina. Nuestras miradas se encontraron. Cerré la puerta detrás de mi y el me miraba con media sonrisa, por primera vez no estaba de traje como yo acostumbraba a verlo, de hecho ni siquiera tenía camiseta, por la mesa no podía ver que tenía en la parte inferior. Pero si pude ver sus hombros y antebrazos, líneas rojas que provocaron mis uñas.

— ¿Estas demente? Me marcaste— casi le grité.

— ¿Dormiste bien?

— ¿Donde diablos está mi ropa interior?

— Guardada.

— La necesito. — le di una sonrisa sarcástica. Toji abrió un cajón a su derecha y sacó una tarjeta negra.

— Compra tu pastilla del día después y escoge el anticonceptivo que desees. Luego consérvala. Es una extensión de mi tarjeta.

Me crucé se brazos y espere unos segundos que me dijera que todo eso era una broma.

— ¿Eres idiota? Yo no necesito tu dinero, no me des órdenes, no soy una de tus putas.

— Yo no tengo "putas"

— No me importa como las llames. Yo no necesito tu dinero y lo qué pasó anoche fue un error, algo que no va a volver a pasar.

— Yo quiero que vuelva a pasar. — eso me descoloco. No supe que responder y mi interior vibró. Eso no estaba bien. — ¿Acaso no te gustó?

Abrí la boca para hablar pero no sabia que decir. Con una sola pregunta me había dejado sin palabras. Se puso de pie y pude ver su ereccion por sus pantalones deportivos. Se acercó a mi y otra vez se sentía como tener una pared de frente. Acaricio mi mejilla.

— Por favor, respóndeme. — su voz me envolvía.

— No debemos repetirlo.

— ¿Te gustó?

Solo miraba sus ojos. No podía estar preguntándome eso en ese tono de perrito mojado, era obvio que me había gustado, pero ya. Punto. Un gran recuerdo y ya. Locuras de las que no arrepentirse. Pero ese maldito tono me dejaba con las defensas abajo.

Sus ojos brillaban y media sonrisa se asomaba en sus labios, su cicatriz lucia como una fina cortada. De lejos parecía mas profunda, sin embargo de cerca no.

— ¿No vas a responder?

Tragué. Sus dedos estaban en mi nuca y su pulgar acariciaba mi mejilla, toda mi piel se erizó y el sonrió al notar eso.

— Tomare eso como un si.

Y me besó.

Otra vez este maldito hombre me estaba besando. Puse mis manos en su pecho para alejarlo, ya estaba pasándose de la línea, al menos mi plan inicial era alejarlo porque mis manos decidieron moverse a su nuca y lo atraje hacia mi, en respuesta me rodeo con sus enormes brazos y me levantó. Mis piernas se enrollaron en su cintura sin que rompiéramos el beso.

Cada vez que nuestras lenguas se tocaban todo se disparaba dentro de mi.

Me había llevado a su habitación y ni si quiera me había dado cuenta. Recobré un poco de sentido común y rompí el beso.

— Toji. Esto no está bien. — miraba mis ojos, yo estaba acostada y el a mi lado y con una de sus manos sosteniendo mi cintura, haciendo que mis pensamientos no fueran tan claros.

— Solo repites eso cuando es obvio que te estas sintiendo bien.

No respondí nada, su toque me estaba volviendo loca. Otra vez tomó mi silencio como aceptación y empezó un recorrido de besos por mi cuello. Su mano escurridiza me tocaba por debajo del vestido.

Otra vez atacaba mis labios y sentí como su mano tomaba mi ropa interior y la iba deslizando hasta que me la quitó, tampoco opuse tanta resistencia.

Estaba de rodillas frente a mi, su mirada parecía la de un león preparado para cazar, sus manos en mis rodillas me indicaban lo que iba a pasar y lo comprobé cuando se relamió los labios.

Luego me lamió a mi.

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⏰ Última actualización: Jul 31, 2023 ⏰

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El pecado de amar - Toji Fushiguro +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora