3. Confuso y doloroso

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—Aquí tienes

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—Aquí tienes. —Era muy temprano en la mañana, cuando frente a su puerta había aparecido Jungkook, con su cabello negro despeinado, sus ojos ambarinos tan vívidos, y los labios secos, debido al frío que estaba haciendo. Había empezado a nevar, y aunque sabía que los lobos eran cálidos, y su piel les protegía del frio, suponía que no era así cuando estaban en su forma humana.

Jimin dejó frente a él una taza de chocolate con pequeños malvaviscos flotando en la superficie.

—Gracias. —Jungkook le dedicó una sonrisa agradecida y Jimin se sonrojó completamente. Bebió el primer sorbo y dejó la taza en su lugar, luego subió los codos sobre la mesa y acunó su mentón sobre sus palmas abiertas— ¿Hoy también estás solo?

—Es mi triste realidad. —el chico le meneó las pestañas y el revoloteo en su corazón fue inevitable.

¡Dios! Es tan lindo...y eso me confunde demasiado.

Pero ahora estoy aquí.

Jimin sentía que su corazón latía a una velocidad exagerada, el día anterior había sucedido muchas veces. Nunca antes había pasado, pero al parecer Jungkook era el responsable. No es que le molestara. Pero se sentía ansioso. Y ¡Sip!, Jimin era lo suficientemente valiente para aceptar que, de un día para otro, ya tenía un enamoramiento con ese increíble chico, muchos años mayor. Nadie en su sano juicio podría negarlo. Y, además, nadie podría culparlo a él, porque después de todo, Jungkook reunía todas las cualidades, que su abuela siempre le había dicho, debía tener la persona con la cual pasaría el resto de su vida. No es que estuviera pensando en casarse ni nada de eso, pero Jungkook era amable, protector, gracioso. Le inspiraba una sensación de tranquilidad, a pesar de su naturaleza, y era increíblemente atractivo. Jimin se derretía de solo pensar en sus profundos ojos y su sonrisa encantadora y de imaginar que Jungkook, algún día pudiera llegar a quererlo. No era malo. Nadie más que él lo sabía después de todo.

Aunque eso solo era lo que él pensaba y deseaba, porque de ahí a que Jungkook se fijara en él, había una galaxia de distancia. ¿Quién podría fijarse en alguien como él? Todo flaquito, pálido, sin gracia, eso sí, tenía muy buenos sentimientos y además era muy valiente. No se amilanaba con nada y con nadie.

—Ojalá eso fuera suficiente. —suspiró resignado, dejando escapar la frase en voz alta.

—¿No lo soy?

—¿Eh? —diablos si andaba de tonto, mucho menos tendría una oportunidad con Jungkook— no nada, estaba pensando en otra cosa.

—Sí, te fuiste por un rato. —Vio la taza de chocolate, que ya estaba vacía.

—Oh, lo siento ¿quieres un poco más?

—Estoy bien. —dijo negando con la mano— ¿Quisieras salir a hacer ángeles de nieve?

—¿De verdad? ¿harías eso conmigo?

—Claro. Hoy soy materia dispuesta. Podemos hacer lo que tú quieras. En una próxima visita, será mi turno.

Soulmate - KookMin HP27Donde viven las historias. Descúbrelo ahora