Segunda parte.

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—¿Qué hiciste, qué? —repitió Ron.

—Besé a Malfoy. Pero esa no es la parte importante, Ron. ¡Concéntrate!

—¡Estoy… concentrándome en mi mejor amigo besando al idiota más grande que ha pisado los salones de Hogwarts! Bueno, aparte de Quien-Ya-Sabes. Y posiblemente, de Snape. Y de Malfoy padre. Y de Barty Crouch… ¡Pero ese no es el punto! ¡El punto es Malfoy! ¿Por qué Malfoy?

—Ya nos lo dijo, Ron. Es un hechizo. Alguien les arrojó una maldición. Honestamente. —Hermione suspiró—. ¿Por qué no nos lo contaste antes, Harry?

—¡No sabía lo que era! ¡Pensé que desaparecería sola!

—¿La cuestión gay? —preguntó Ron.

—¡No, no la cuestión gay! ¡La maldición! —Harry clavó su mirada molesta en Ron.

—Cierto, la maldición. Por supuesto. Es bueno saber que fue una maldición lo que te obligó a besar a Malfoy. Oye, ¿y cómo sabes que no fue Malfoy quien la conjuró?

Harry negó con la cabeza.

—Él no fue. —A decir verdad, Harry se sentía un poco culpable por insinuar que la maldición era la única razón por la que había besado a Malfoy. Él mismo estaba muy tentado a creérselo, pero, si ese hubiera sido el caso, ¿por qué no podía dejar de pensar en ello? La necesidad que había sentido de tocar la lengua de Draco con la suya había sido completamente de él, y se negaba a mentirse al respecto, así como tampoco quería negar el hecho de que deseaba hacerlo otra vez.

—¿Cómo puedes estar tan seguro?

—Sólo lo estoy. —Harry ya estaba arrepintiéndose de haberles contado.

—De acuerdo, por el momento, dejaremos a Malfoy afuera de esto. ¿Quién más podría tener la motivación para hacerte una cosa así? —Afortunadamente, al menos Hermione estaba dispuesta a enfocarse en el problema. Harry le dio una sonrisa agradecida.

—No tengo idea.

Tal como lo esperaba, ella suspiró ruidosamente y sacó pluma y pergamino.

En medio de la noche, Harry se despertó sobresaltado y se quedó sentado en la oscuridad, apretando la varita en su mano. Permaneció unos momentos así, lidiando con los pegajosos vestigios de una pesadilla. Extrañamente, había soñado con Neville blandiendo la espada de Gryffindor. Su amigo tenía los ojos rojos y su cavidad torácica se abría de pronto para revelar a Nagini, quien salía siseando y escurriendo veneno de los colmillos mientras Neville enterraba la espada en el vientre de Harry.

El dolor era real y aumentaba a momentos a pesar de que el terror ocasionado por la pesadilla ya estaba menguando. Harry se llevó una mano al estómago y pensó que iba a ponerse a vomitar en cualquier momento. Intentó suprimir la sensación, pero bajó de la cama y metió los pies desnudos en sus zapatillas deportivas. Ni siquiera se molestó en atarse los cordones. Agarró su capa de invisibilidad y salió a toda prisa.

Se encontró con Malfoy en el hueco de las escaleras del cuarto piso. Malfoy iba vestido con una bata negra y calzaba unas zapatillas de seda verde muy femeninas. Traía el cabello rubio inusitadamente despeinado y llevaba su varita bien sujeta en una mano.

Antes de que Harry pudiera hablar, Malfoy lo agarró con su mano libre y lo azotó contra la pared. Parecía saber exactamente en dónde se encontraba a pesar de la capa de invisibilidad. Durante un momento, Harry se preguntó si esa persona era realmente Malfoy.

—Quítatela —espetó Malfoy.

Harry se bajó la capucha con las dos manos y entonces los labios de Malfoy estaban encima de los suyos. Harry sólo tuvo un momento para disfrutar de la desaparición de la molesta y dolorosa sensación en su abdomen antes de que fuera reemplazada por algo más, por un calor creciente y muy agradable que se sentía perfectamente natural.

Estira y desea (traducción de Perlita Negra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora