7 | Nuestros planes

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Hubo una sensación muy rara en Liliana, sentía nervios, emoción, confusión, asombro y mucho más, aunque en el fondo, la figura familiar de "Mayram" la había hecho dudar

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Hubo una sensación muy rara en Liliana, sentía nervios, emoción, confusión, asombro y mucho más, aunque en el fondo, la figura familiar de "Mayram" la había hecho dudar. Claro que era Arleth.

Los aplausos iban disminuyendo poco a poco, Liliana sentía una luz blanca muy fuerte sobre ella la cual no le permitía ver a todas las personas presentes, sin embargo, podía escuchar que se trataba de mucha gente. No volteó a ver a la castaña, pero podía sentir su mirada en su cuello, no dudaba en que Arleth se encontrara satisfecha. Ambas terminaron de bajar las escaleras y Liliana seguía sin ver muy bien por las luces, afortunadamente el vitoreo acabó por lo que no se sintió tan sofocada.

Reparó en que sus manos seguían juntas así que las soltó delicadamente y comenzó a aclarar la vista. Se percató de que el salón estaba lleno, mucha gente con ropa distinta y alturas variadas, escuchaba conversaciones y el ambiente se tornó cálido y acogedor.

Buscó con la mirada a Sebastián y lo encontró en la entrada recibiendo a todas las personas que fueran llegando. Suspiró y, agarrando valor, volteó hacia Arleth. Abrió la boca para comenzar a decir algo mientras que, aunque sus expresiones no lo dijeran, Arleth se encontraba entretenida por ver a la princesa, como si estuviera viendo a una niña pequeña hacer una travesura, pero un anuncio interrumpió a Liliana:

—¡Comienza el baile real! —gritó el mismo sirviente que anunció sus nombres al bajar las escaleras.

Las personas comenzaron a reunirse en el centro de la fiesta, las demás dejando libre ese espacio al acercarse a las paredes. Liliana volteó como buscando a alguien, pero una voz cálida la interrumpió.

—Su Alteza, ¿le apetece un baile? —la de ojos grises extendió su brazo flexionado, invitando a Liliana a que la tomara y fueran al centro del salón.

—Ar... digo, Mayram, primero me gustaría saber dónde está mi padre.

—Ocupado, princesa, en el tercer piso atendiendo unos asuntos. —La música comenzó a sonar, era animada y coqueta, muy fresca.

—Oh, ya veo... Cierto, lo había mencionado —Liliana pensó en que, durante el baile, podrían hablar sin interrupciones; sin embargo, eso sería un arma de doble filo—. Vamos.

Liliana enroscó su mano en el brazo de Arleth y comenzaron a caminar. Al llegar al centro, tuvieron que agarrar el paso rápido ya que varias parejas habían comenzado poco antes. Arleth hizo ademán de sostener la cintura de Liliana, pero esta le ganó y puso su mano derecha en la cintura de la castaña mientras que, con la izquierda, tomaba su mano.

Comenzaron a dar vueltas, era hora de hablar.

—Claramente leíste mi carta —los ojos de Arleth encontraban fascinante la manera en que Liliana dirigía su cuerpo y giraban a la par.

—Así es —Liliana se sentía nerviosa, incapaz de averiguar qué le diría la castaña—. Quiero saber de qué verdad hablas, qué es lo que desconozco —sin rodeos, comenzó a interrogar a Arleth, por lo que esta levantó una ceja y sólo dejó que sus labios entornaran una leve sonrisa.

Más allá de los reinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora