13 | Nuestra odisea comienza

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El latido de la princesa iba desacelerando poco a poco, su respiración volvía a la normalidad y Arleth deseaba poder saber qué había dentro de su cabeza

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El latido de la princesa iba desacelerando poco a poco, su respiración volvía a la normalidad y Arleth deseaba poder saber qué había dentro de su cabeza. Quería sacar cada pregunta a la luz, cada pensamiento y plan que la mente de Liliana maquinaba.

A espaldas una de la otra, Liliana ya tenía la pregunta en la punta de la lengua, pero ¿cómo tocar el tema?

Inspeccionó el cuarto y agradeció haberle tocado ese lado de la cama porque si no, sólo podría pensar en qué tan delgadas y firmes eran las paredes. Comenzó a repasar el cuarto, no era muy grande, una tabla que servía de escritorio, el baño, la cama, la ventana con la segunda vista más increíble que habría visto —la primera era la de su balcón. Pero arriba, cerca del techo y donde parecía querer esconderse, fundirse con el techo, estaba un arco descansando en un par de maderas.

Grande e imponente, parecía tallado con despreocupación, de madera y no de metal como el del ejército. No se veían flechas por ningún lado, pero no hacía falta verlas para comprender que serían igual de respetables.

—¿Lo tallaste tú? —se atrevió a preguntar.

Arleth no necesitaba voltear, no había otra cosa en la habitación que destacara su forma de esa manera. Respiró y pensó dos veces, como usualmente.

—No.

Liliana no percibió nada, no había enojo o resentimiento en su voz, no había tristeza o alegría. Se acomodó mejor en la cama y repasó el cuarto de nuevo, nada más le llamaba la atención una vez que vio el arco, todo lo demás parecía pequeño y sin importancia. Preguntaría de nuevo mañana.

—Me lo dieron los ancianos.

«Ancianos». Arleth ya había hablado y, aunque ella podía dejar a la princesa con la duda, siguió hablando.

—Eran dos abuelos que nos adoptaron. —Arleth decidió encarar a Liliana, quería ver su reacción de frente. Cuando esta sintió el cambio a través del colchón, hizo lo mismo—. Llegó primero Zayn, de edad también es más grande así que él es mi hermano mayor.

Los ojos de Liliana eran inmensos, llenos de curiosidad y asombro, brillaban ahora solos puesto que el color marrón de su cabello parecía estar fuera de lugar, sin hacerle juego ya.

—Yo llegué después, tenía un año apenas. Los ancianos me recibieron y yo en ese momento sólo conocía a Zayn, desde la fecha me protegió. —Liliana con cuentas y suposiciones, comprendió que Zayn sería un par de años mayor que Arleth, y ella a su vez uno o dos años mayor que Liliana.

»—Denzel llegó con unos meses de nacido, y cuando él llegó, yo me volví muy protectora de él, era mi primera vez siendo la mayor de alguien. Era yo quien lo regañaba y era yo quien siempre lo tenía en corto. No dudaría que me odiara ahora. —Arleth sintió un pinchazo en su corazón, era mejor pasar con el siguiente par de hermanos—. Cuando éramos sólo tres, nos sentíamos muy dispersos, éramos niños que no tenían nada en común mas que nuestra inesperada llegada y los regaños que los ancianos nos daban, hasta que llegaron Nolan y Araresa.

Más allá de los reinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora