Capítulo 1; El pequeño señor en su paraíso

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El pequeño douma rápidamente arregla la corona negra en su cabeza usando el espejo para ver si centrada. Una vez satisfecho, practica su sonrisa; las comisuras de sus labios se dibujan hacia arriba y aparece un hoyuelo en su mejilla derrcha. Se ha convertido en una especie de rutina para él una vez que se da cuenta de que sonreír es mucho más difícil cuando no hay nada que pinte una expresión tan feliz.

Sin embargo, quería hacer a la gente feliz. Su único deseo es ayudarlos a alcanzar el paraíso que anhelan aún que eso signifique no alcanzar el suyo propio. Por lo tanto, es sumamente necesario entrenar su rostro hasta que su presentación predeterminada sea el tipo que mantendrá a las personas visitando. Ya podía agradecer a sus ojos por hacer la mayor parte de su trabajo, pero nadie quería pedirle ayuda si alguna vez se pone de mala diposición.

Puede pensar que es un niño y él puede muy bien usar eso como una razón para ser malo por que la moral de los niños aún no se ha arreglado. Incluso él mismo no sabe completamente lo que está bien y lo que está mal, pero cree que si uno es feliz, entonces es correcto y si no lo es, entonces algo está mal.

El sol no ha salido, incluso los pájaros no están despiertos para cantar con él, pero Douma siempre se despierta minutos antes de que salga para poder ir a su jardín y saludar al sol con las flores. Y tal vez, pase un tiempo para ver y escuchar si la diosa del sol le responderá hoy.

Douma abandona la mansión en silencio, listo para sus deberes más tarde. Pisa con cuidado el campo de hierba, sin querer pisotear ninguna de las flores. Toma asiento cerca de los narcisos mientras respira profundamente. Espera pacientemente, mirando el horizonte oscuro donde la luna permanece visible aún que desvanecida.

"Tsukuyomi no Mikoto-sama..." -Murmura a la luna, abrazando sus piernas contra su pecho- "Lamento no haberte visitado anoche. Hubo demasiadas personas que buscaron mi consejo. Algunos de ellos me pidieron que les transmitiera tu sabiduría, pero parece que estás ocupado hablando conmigo también"

Douma suspira cuando no recibe respuesta de nuevo, pero ya no está decepcionado. Ya se está acostumbrando y además, incluso cuando no hay una respuesta verbal, esta seguro de que el Dios de la luna está escuchando sus oraciones todas las noches. Esta seguro por que una vez deseó tener a alguien a quien pudiera presentarles sus flores y al día siguiente la conoció, una linda chica que ama las flores tanto como él.

Hm, pero tal vez fue la Diosa del sol quién respondió a su deseo dado que hicieron esas coronas de flores cuando el sol brillaba afuera. Supone que podría agradecer a las dos deidas, que no se llevan muy bien, por acceder a su pedido.

Douma no sabe cuánto tiempo ha estado esperando hasta que su madre lo llama. Se vuelve hacia el sonido de su voz, confundido. Miró hacía el cielo y vio que todavía está algo oscuro, la hora de despertar de su madre no es ahora, sería en otra hora.

Se estremece, la brisa de la primaveral es más fría que de costumbre. Cuando la primera gota de agua golpea su mejilla, se da cuenta de que no es Amaterasu quién lo encontrará hoy, si no el Dios de la lluvia.

Douma ya sintió que su día no irá en la dirección que le gustaría, pero sonríe incluso si siente que sus lágrimas se derramará.

Inclina la cabeza, despidiéndose del Dios de la lluvia antes de que regrese a la mansión y al trono que ocupará quién sabe cuánto tiempo.

La lluvia no cesa y douma está bien con eso por que de alguna manera disminuye a las personas que entran al templo. Los intervalos entre cada seguidor son cada vez más largos; se le da tiempo para estirar las piernas y cambiar el tocado negro por una corona de flores que le hizo la niña.

Los relámpagos parpadean, Douma salta de su asiento al escuchar el trueno crepitar. Ahí es cuando douma sabe que su deber del día ha terminado, todos están en sus propios refugios queriendo estar a salvo de la tormenta. Si, seguro significa calmar los latidos repentinos y rápido de su corazón, entonces Douma quiere eso.

Así, rápidamente sale de la habitación para estar con sus padres.

"¿Kaa-san?" -Murmura, escuchando a su madre gritar en la habitación y su padre de la misma manera, hasta que se produce un silencio abrupto.

Douma sigue asustado pero, no obstante, abre la puerta para que entre y con la esperanza de que sus padres puedan brindarle algún refugio.

Sin embargo, lo que encuentra no es consuelo, si no que deja su cuerpo congelado pero el corazón latiendo tan rápido como la lluvia torrencial y tan fuerte como un trueno en sus oídos.

Encuentra a sus padres en el desastre rojo de un paraíso...

{Éste capítulo es bastante corto, así que solo espero que les guste mucho y me avisan si hay algún error para poder arreglarlo. No se olviden de votar, con los votos puedo tener más apoyo y cuídense mucho <3}





La aventura del pequeño señor (Douma)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora