Dean Winchester || oneshots + short stories

~•A Fine Line

Si Avery tenía que pasar un día más con el idiota egoísta y testarudo, mejor conocido como Dean Winchester, iba a gritar. A veces, ella juraba que él solo hacía la mitad de las cosas que hacía solo para volverla loca. Sin importar lo que ella dijera o hiciera, Dean tenía que discutir. Era como si obtuviera su placer al no estar de acuerdo con ella. Incluso cuando sabía que tenía razón, Dean estaba decidido a demostrar que estaba equivocada.

"Te lo digo, es un demonio". Avery puso los ojos en blanco y echó la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos.

"¡No es un demonio!" argumentó Dean. "Esta escrito espiritu enojado por todas partes".

"¡¿Qué espíritu enojado conoces que deja rastros de azufre, Dean?!" Avery exclamó, mirándolo.

"Oh, lo siento, ¿ahora eres la experta?" Dean se burló

Avery hundió la cara entre sus manos, sacudiendo la cabeza. No estaban llegando a ninguna parte.

"Dean, creo que tiene razón. Esto se parece más a un demonio". Sam dijo.

Avery sonrió triunfalmente, señalando a Sam, que estaba sentado a su lado, y asintió con la cabeza con aire de suficiencia. Llevaban cuatro días atrapados en la diminuta habitación del motel y Avery estaba a punto de tirarse por la ventana. Cuanto más rápido se alejara de Dean, mejor.

"¿Así que ahora estás de su lado?" preguntó Dean, con los ojos muy abiertos.

"No estoy del lado de nadie, pero ahora solo estás peleando con ella". Sam suspiró.

Dean puso los ojos en blanco y se alejó. Avery no era ingenua. Sabía que Dean haría o diría cualquier cosa para demostrar que era el mejor cazador. Pero esos momentos en los que podía demostrar que estaba equivocado siempre triunfaban en su mente.

"Así que todos estamos de acuerdo, ¿es un demonio?" Avery dijo, extendiendo sus manos, con las palmas hacia arriba.

"Creo que sí." Sam asintió.

Avery no se molestó en preguntarle a Dean. Ella sabía que tenía razón. Y por mucho que quisiera restregárselo en la cara a Dean que lo había descubierto antes que él, no tenían tiempo. Avery quería lidiar con el demonio lo antes posible para poder irse a casa. Una cazadora que vivía con sus padres a la edad de veintisiete años no era lo ideal, pero lo hizo funcionar. A sus padres no les gustaba la idea de que Avery se pusiera en peligro, pero la apoyaron. Nunca la juzgaron, e incluso la ayudaron a investigar una o dos veces. Su padre era profesor en la universidad local, lo que significaba que tenía acceso a libros e investigaciones que los hermanos no pudieron encontrar.

"Está bien, entonces, vamos". Avery asintió una vez.

Los tres recogieron sus pertenencias, las metieron en bolsas y empacaron sus cosas en el asiento trasero del impala. Justo cuando Avery estaba a punto de deslizarse en el asiento trasero al lado de las maletas, su teléfono comenzó a sonar. Lo sacó para encontrar a su madre llamando.

"Hola mamá, ¿puedo llamarte más tarde? Estamos a punto de..."

"Mami no puede atender el teléfono en este momento". Dijo una misteriosa voz masculina.

La sangre en sus venas se convirtió en hielo. Ella respiró hondo y agarró el teléfono con más fuerza.

"¿Quién es?" Avery gruñó.

Sam y Dean dirigieron toda su atención a Avery con los ojos entrecerrados por la preocupación y la confusión.

"No creo que haya necesidad de presentaciones. Además, me estás cazando, ¿no?" El hombre se rió.