Al aire
(Morat)~•James Ortega•~
Pasaron los días y fue difícil acostumbrarme a esta nueva escuela, pero increíblemente hice amigos muy rápidamente. No estaba seguro si eran verdaderos, pero me caían bien. Ver a esa chica en el autobús se volvió parte de mi rutina. Resulta que vivía en la primera parada, y era única. Al bajarse, se veía que vivía lejos, y tenía que caminar hacia adentro durante unos 10 minutos. Me daba algo de pena por ella, pero parecía estar acostumbrada. Se despedía de la conductora, aunque la chica ni le prestara atención. Bajaba del autobús con sus audífonos y una sonrisa, una sonrisa que nunca me cansaría de ver. Brillaba mientras se alejaba, saltando y disfrutando de la música, como si la vida no le importara. Dios, cómo me gustaba esa chica. Lamentablemente, no sabía su nombre ni en qué grado estaba, pero por su tamaño deduje que era del mismo grado que yo. Era una chica interesante. Me di cuenta de que le gustaba leer, ya que llevaba días leyendo diferentes libros en el autobús. Le gustaba el romance y la poesía. Era diferente, y eso era lo que más me intrigaba y, a la vez, me fascinaba. Siempre llevaba la misma ropa: unos jeans no tan ajustados y una sudadera. Siempre llevaba una sudadera diferente, pero con capucha, como si no quisiera que se viera su preciosa cara. No era como las demás chicas a las que les gustaba maquillarse de forma extravagante y vestir prendas cortas. Ella solo llevaba un poco de pintalabios, no muy fuerte, que me provocaba arruinar con un beso lleno de amor, como los protagonistas de un libro. Eso estaba mal, ya que apenas la conocía, pero su misterio hacía que me gustara aún más. Quería saber si podría llegar a tener algo con ella, si nuestros caminos se cruzarían por alguna razón del destino. No perdía la esperanza de que nuestros caminos se cruzaran algún día. Me daba miedo acercarme, pero no porque me diera pena, sino porque temía que ella no quisiera conocerme o que quedara como un tonto. Mejor no hacía algo estúpido.
Llegué a casa y me tumbé en mi cama. Estaba muy cansado por levantarme a las 5 de la mañana. No era algo fácil, pero así era la vida en la secundaria. Me acosté para ver el teléfono porque estaba aburrido, y pensar tanto en esa chica me estaba afectando. No podía seguir así, así que encendí mi Xbox y me puse a jugar. No encontraba otra cosa divertida para hacer, y no había nada bueno en la televisión. Pasaron las horas y vi la hora. Mierda, eran las 12. Debía dormirme ya o me quedaría dormido mañana y tenía un examen. No había estudiado nada, esto no era bueno. Bueno, ya que debo dormir, apagué la máquina y me fui a dormir.
Cuando me desperté, vi la hora y era temprano. Menos mal. Necesitaba hacer ese examen. Me vestí y me dirigí a la parada, que quedaba a unos 5 minutos caminando. Llegué exhausto y ahí vi a mi amigo Julián, quien siempre llegaba tarde y casi siempre lo dejaba el autobús.
Julián: Uff, por poco me deja.
James: Siempre llegas tarde.
Julián: No es fácil despertarse a esta hora.
James: Si no jugaras hasta las 3 de la mañana, no te costaría.
Julián: Bueno, es verdad.
El autobús llegó y me subí primero con mi amigo. Me quedé mirando embobado a la chica, quien no se dio cuenta porque estaba leyendo. Amaba verla atrapada en sus historias.
Julián: James, siéntate rápido.
James: Perdón, perdón.
Esta chica me está volviendo loco. Debo concentrarme y aprobar ese examen.
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La chica de la parada
RomanceJames, un joven recién llegado de España, experimenta miedo e inquietud al enfrentarse a su primer día de escuela en Estados Unidos. Mientras viaja en el autobús, sus ojos se posan en una enigmática chica cuya apariencia destaca entre los demás estu...