[¿Sigues Aquí?]

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Unas semanas después del incidente, parecía que las cosas iban a mejorar para la pareja, pues al parecer los padres de Kagaya no levantaron ningún cargo sobre Muzan o sobre su familia, tal vez y habían aceptado la decisión de su hijo, todo era muy incierto y confuso a la vez, pero lo único que importaba para ambos era tenerse él uno al otro. Durante esas semanas ambos jóvenes estuvieron ocupados, al final la madre de Muzan si los dejo dormir en la misma habitación, sin embargo los mantenía vigilados las veinticuatro horas del día, o por lo menos las horas que pasaban en la casa, por otro lado la pareja se lo tomo bien, ciertamente no necesitaban hacer nada indebido en las noches o días en su defecto, les bastaba con poder dormir abrazados y compartir el mismo espacio, dándose calor y compañía mutuamente, aunque habían excepciones, después de todo Muzan no era un santo y siempre trataba de convencer a Kagaya, para que tuvieran un momento más íntimo, pero, para su mala suerte Kagaya siempre le decía qué no y que se olvidaban del tema. Por otro lado a Kagaya no le costó mucho adaptarse a su entorno, de hecho era perfecto para él, un lugar tranquilo, acompañado de gente buena y respetable qué no lo vigilaba a cada paso que daba, era más de lo que podía imaginar, ademas siempre había algo por hacer, una casa grande necesita muchos cuidados, y a pesar de que ya existía una ama de casa que realizaba todos esos trabajos, a Kagaya no le parecía justo vivir en casa ajena y comiendo gratis, por eso ayudaba con gusto en la limpieza del hogar. El cambio repentino no fue tan malo, en su lugar ayudo al menor a ser más independiente, salir más y conocer el mundo que lo rodeaba, estaba comenzando a tomar las riendas de su vida, por ejemplo; la primera semana se la pasaron yendo de compras, acompañados de Akaza qué les hizo de mal tercio durante varias salidas, hasta que en una de ellas se topo con un rubio, con él que quedo flechado al instante, su nombre era Kyojuro Rengoku, un joven enérgico y amable qué se toparon al entrar al cine, la aparición de un supuesto pretendiente hizo qué se mantuviera ocupado por varios pero varios días intentado conquistarlo y tal parece que lo había logrado aunque no era nada oficial, a la vez Kagaya y Muzan disfrutaban de sus salidas a solas, pasar tanto tiempo juntos, conociéndose él uno al otro, era fundamental, pues como bien dicen las relaciones se basan en la confianza y compatibilidad, ellos no sabían la enorme cantidad de cosas que tenían en común, es como si fueran hechos el uno para el otro. Todo era perfecto, pero no se podía escapar del pasado, y mucho menos se puede escapar del destino, llegaría el momento en que tendrían que enfrentarse nuevamente a los padres de Kagaya y resolverlo de una vez por todas, pero, por ahora no tenían mucho de que preocuparse, su única preocupación seguramente era checar la universidad donde querían entrar, después de todo aún no eran adultos con un trabajo o mínimo una carrera terminada.

Una mañana como cualquier otra en su nueva rutina, eran aproximadamente las 8:00 am, hora en la qué ese par de enamorados seguían descansando. Kagaya dormia entré los brazos de su amado, acurrucando su rostro en el pecho de este, quien correspondía a dichas acciones, abrazando lo con fuerza. Como siempre él primero en despertar fue Kagaya, lo normal pues su pareja parecía no despertarse con nada, por eso era todo un desafío lograr pararse, si queria lograrlo tenía que escabullirse de sus brazos, pues Muzan lo tenía abrazado de tal forma, qué parecía un koala aferrado a su árbol de eucalipto, aun así después de un rato por fin logro zafarse, teniendo ahora si la libertad para sentarse sobre la cama, estirándose y bostezando en el proceso, iniciando así su rutina; lo primero que hacía Kagaya al levantarse era mirar por unos segundos a su pareja, contemplando lo tierno que se veía al dormir, luego buscaba sus pantuflas para ir al baño, llevando su ropa de cambio consigo para tomarse una breve ducha para después cambiarse dentro del baño , ya después bajaba a la primera planta y saludaba a la ama de llaves o a la madre de su pareja, ambas estaba despiertas desde muy temprano, tal vez era normal ya que tenían más responsabilidades que ellos dos, al bajar se dirigía al comedor, lo único que tenía que hacer era sentarse y esperar con paciencia, pues la ama de llaves se encargaba del desayuno, esa señora era un pan de Dios, tan amable y comprensiva, ella servía el desayuno a su patrona y a ambos joven con mucha dicha, pero, la mayoría del tiempo solo la madre de Muzan y Kagaya desayunaban primero, Muzan por otro lado dormía tanto, que a veces sus desayunos ya eran la comida. La ama de llaves sirvió tres platos en la mesa como de costumbre y fue a hacer sus deberes, mientras tanto Kagaya quien era el único sentado sobre esa mesa se sentó a comer en paz, esperando que alguien fuera a hacerle compañía.

¿𝙿𝚘𝚛 𝚚𝚞𝚎 𝚖𝚒 𝚌𝚘𝚛𝚊𝚣𝚘𝚗 𝚎𝚜 𝚝𝚞𝚢𝚘?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora