[Hasta Lo Imposible]

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Lo mejor que puede experimentar el ser humano, es sentirse amado. Bien dicen que el amor mueve montañas y fronteras, atraviesa mares y valles, genera esperanza e ilusión. Simplemente sentir que alguien en este mundo te ama por quien eres y no por lo que tienes es una de las más bellas sensaciones qué puedes experimentar en el mundo. Pero, como todo en esta vida, tiene un precio, un requisito para obtenerlo, quizás por eso en la actualidad muy pocos llegan a formar relaciones sinceras, y los que lo logran casi siempre mueren de amor.

Enamorarse es peligroso, todos lo saben. Los padres aconsejan a sus hijos para que no sufran o no enloquezcan, porque sí, puedes volverte loco de amor, algunos dicen que te vuelves capaz de matar. Pues bien, si así era el casó, entonces Muzan no era más que una bomba de tiempo, que explotaría en cualquier instante, si no obtenía lo que quería. A su adorado Kagaya.

Bien dicen que el dinero es la mayor posesión de la humanidad y tenerlo sin duda te abre muchas puertas, por eso no es de extrañar qué Muzan y su madre salieran tan rápido de detención, solo fue cuestión de pagar una gran suma, para quedar absueltos de muchas culpas. Bueno, ¿Qué más se podía esperar del mundo moderno? A falta de pruebas contundentes qué confirmaran lo que los Ubuyashiki habían dicho en contra de la familia Kibutsuji, los jueces lo tomaron como simples calumnias de padres aterrados, qué temían qué su pequeño se fuera de casa. Sin embargo, no todo salió a la perfección, pues si se logró demostrar que Muzan había agredido físicamente al señor Ubuyashiki, gracias a eso el susodicho comenzó a tramitar una orden de alejamiento tanto para él, como para toda su familia, fue precavido, sabía que no durarían mucho bajo arrestó e investigación, así que utilizo sus influencias para quedarse como la víctima del incidente, y para colmo le habían hecho caso, debido a eso ahora existía una barrera legal que separaba a Muzan de Kagaya.

Pasaron varios días de soledad, cada uno por su rumbo, preguntándose si, ¿En verdad existen los finales felices? Y si existen, ¿Por qué son tan cortos? ¿No existe algún continuará? Esas y muchas otras preguntas vagaban en la mente y corazón de ambos jóvenes, en especial en Kagaya. Quien estaba destrozado física y mentalmente. Por el lado de lo físico era obvio su deterioro, pues se abastenia aprobar un bocado de comida, su apetito era escaso y eso le estaba afectando, se notaba mucho menos activo, ni si quiera quería salir, bueno, no es como que lo dejaran harán salir mucho, pero tanto era el daño que sus padres comenzaron a preocuparse, por otro lado estaba atormentado de culpa y resentimiento, parecía que incluso quería entrar en una depresión eterna. Lamentablemente su padre, lacayo de la vieja escuela, decía con toda seguridad "La depresión no es más que cuentos de niños, no es enfermedad, solo es idiotez" crueles palabras que apagaban más el frágil corazón del joven que ya no soportaba tanta carga.

Aunque, siempre existe un lado más vivo qué el otro, un pequeño pero significativo rayo de esperanza, y ese era Muzan. El chico testarudo qué se negaba a aceptarlo, él había jurado que lo protegería y eso iba a hacer, no obstante, debía actuar rápido, pues a este paso la salud de Kagaya se iría consumiendo como el pabilo de una vela. No se sabía con exactitud cuanto tiempo más aguantaría su frágil corazón, por eso es que cada minuto era crucial.

Después de meditarlo durante días, el joven había llegado a una conclusión, de una forma u otra tendría que recuperarlo, y la manera en la qué quería hacerlo no era precisamente legal. ¿Secuestrarlo? ¿Sobornar a un juez para revocar esa orden de alejo? O quizás, ¿Amenazar a los padres de Kagaya? ¡Qué idioteces pensaba! A este paso lo único qué conseguirá es terminar realmente varios años en la cárcel.

En ese instante que estaba acostado en su cama se tapó el rostro enojado, odiaba tener que pensar en esos extremos, una parte de él quería hacerlo, pero se detenía por su chico, pues si por él fuera ya hubiera cometido la mayor de las locuras, sin embargo, seguía reteniendo sus impulsos por su amado, últimamente todo lo que hacía era pensando en Kagaya, todo giraba entorno a él, su mundo ahora estaba de cabeza. Pensaba en él día y noche, su mente divagaba las 24 horas del día, solo por pensar en él, imaginar su dulce voz y rostro, su bella sonrisa, sus cálidos labios contra los suyos, ambas respiraciones chocando y porque no, pensar en las muchas posiciones en las que podría atravesarlo. El joven mordió su labio inferior con lujuria mientras reía a montones, tratando de respirar en calma para relajar sus deseos carnales, de verdad era un desastre, solo había divagado un poco en sus perversos pensamientos y su cuerpo ya se había calentado, a este paso juraba que al regreso de Kagaya, tendrían si o si sexo, es más, no lo dejaría descansar ni un solo día, tomaría su cuerpo hasta hacerlo añicos.

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⏰ Última actualización: Jan 17 ⏰

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