El tráfico y la falta de orientación.
Dos grandes enemigos que torturaban a Ino desde la adolescencia.
Teniendo que salir con demasiada antelación y el navegador en mano, la rubia hacía una increíble travesía entre las calles de la ciudad para llegar a su destino y esa mañana no había sido la excepción. La ansiedad que sentía apocaba la emoción de su primer jornada, no le había sido difícil tomar el taxi pero sí cruzar el jodido tráfico, tampoco tuvo dificultad a la hora de dar con el muy agradable y tranquilo vecindario de su empleador, pero se vio obligada a perder el margen de minutos que le quedaban para llegar a tiempo ya que había anotado bien la dirección pero aún no comprendía el orden numérico, y fue así como termino casi veinte minutos tarde tocando el timbre, tenía la respiración agitada, con los segundos contados sólo pudo intentar alizar su ropa, la puerta se abrió casi al instante.
Como buena fanática de los clichés y las novelas, Ino hizo una película mental de las cosas que podrían pasar en su vida ahora que trabajaba para una familia adinerada, su empleador quizás era un bonachón hombre de negocios cuya mujer más joven que él se la vivía de boutique en boutique, mientras ambos existían en una burbuja personal ella tendría que cuidar de una pequeña solitaria y mimada cuya falta de atención que suplantaban con dinero la llevaría a ser una joven frívola, aveces su imaginación era más fuerte que sus ganas de ser una adulta normal.
Pero en ese maldito guión imaginario nunca entró la escena de que sus fantasías se fuera por un tubo, alguien le había abierto la puerta y ese alguien no era un hombre con barba y tirantes, no, era un tipo con el cabello alborotado rubio dorado cuya tez más morena acentuaba unos enigmáticos ojos azul profundo, mandíbula dura, ceño fruncido, contaba los rasgos marcados y varoniles, unas extrañas líneas poco visibles marcaban sus mejillas, vestía un traje algo desacomodado con los dos primeros botones abiertos. Parecía un maldito actor de películas estadunidenses, un galán de telenovela que le robo el poco aire en sus pulmones.
¡Era exageradamente atractivo!
Le pasó la fría mirada de pies a cabeza, de no ser por qué ya estaba muy roja gracias al pequeño maratón se habría sonrojado hasta las orejas.
Su corazón latía rápido y comenzaba a dudar sobre el factor culpable en la situación actual.
Pero su nube rosa fue pinchada al recordar que (muy posiblemente) estaba al frente de su futuro jefe y además iba muy tarde para su primer día, hizo la reverencia más pronunciada que pudo totalmente avergonzada.
-¡Lamento mucho la tardanza! ¡Estuve perdida pero no volverá a pasar! -Se recompuso segundos después mirando con notoria angustia al hombre que parecía seguir procesando lo ocurrido.
-¿Perdida? -Inquirio frunciendo levemente el ceño.
-S-sí.
¿Cómo es que alguien pude perderse en un fraccionamiento de una sola calle? Apostaba que esa era la incógnita que merodeaba la cabeza del rubio, ella también estaba tan avergonzada como sorprendida de sus grandes metidas de pata.
El hombre aún parecía sumido entre la sorpresa y burla, no lo culpaba.
La frialdad de sus ojos le erizó los nervios. Tenía un presentimiento pero no distinguía si era bueno o malo.
(...)
Naruto no le despegó los ojos de encima, menos cuando Hanabi paso a la pequeña a los brazos de aquella mujer. Sus nervios se tensaron al ver cómo Hima se resistía comenzando a agitarse, asustada por una tacto extraño, movió los bracitos y piernas en dirección suya, y aunque su primer instinto quería levantarse para arrebatarle de ella, se obligo a mantenerse quieto, expectante desde su asiento en el sofá, Hima comenzó a sollozar sintiéndose ignorada, grandes gotas resbalaban por sus redonditas mejillas con los labios torcidos en un puchero.
Eso era todo, no pensaba soportar ver a su hija llorar por algo tan absurdo, estaba dispuesto a una pelea legal con sus padres. Cuando se encontraba listo para recomponerse, la risa de aquella extraña le erizó la piel.
-Tranquila corazón... -Hablo quedito, ganándose la mirada cristalina de la bebé-, sé que tienes miedo, pero no voy a hacerte daño -Una dulce sonrisa surco los labios de Ino, enternecida por la bebé. Definitivamente nadie había dicho lo hermosa y adorable que era-, ya corazón, no llores, ya. Ouh, mejor sí llora, es bueno.
Tenía toda la atención de Hima, al tenerla en su regazo le fue sencillo mecerla suavemente sin quitar su sonrisa. Naruto no supo reaccionar cuando los lloriqueos de Hima se fueron esfumando hasta ser simples quejidos. Sus grandes ojitos brillosos observaban cada mínimo gesto de la rubia, como estudiandole, no le costaba mucho lidiar con niños pequeños, les atribuía ser bolitas de azúcar que debían ser protegidas y cuidadas, esa fue una de las razones por las que no se negó a la propuesta de empleo, amaba su carrera así que también iba a amar atender de una bebé tan bella la mayor parte del día. Casi por instinto pincho su naricita, Hima parpadeó confundida ante la acción pero pronto en lo más parecido a una sonrisa dejo al descubierto sus encías cuyos dientes aún no salían del todo.
-No paso nada malo corazón ¿Ves? -Acaricio con genuina delicadeza los finos mechones de su cabecita. Ella extendió las manitas intentando alcanzar su cara-, que risa tan bonita tienes.
-¡Wa!
-Es hermosa.
Hanabi que se había mantenido en una posición expectante todo el rato, sonrió con suficiencia cruzando las piernas. Tal parecía su desición había sido acertada.
-Perece que le agradas -Apunto mirando cómo la embelesada rubia no paraba de darle cumplidos y palabras tiernas a Hima-, nunca antes había tomado confianza tan rápido.
-¿De verdad? Pero con esa dulce carita que tiene.
-Es muy sentida, aveces incluso huraña, se aburre en lugares llenos de gente pero odia estar sola demasiado tiempo.
-Oh, eres todo un caso -La bebé balbuceo como si intentará responderle.
-Por lo que veo, el trabajo no será difícil para ti. Eso me alegra, temía que Himawari se resistiera a quedarse con alguien ajeno a la familia, sin embargo debes tener muy buena energía para haberla conquistado así de sencillo.
-Bueno, es que me encantan los niños. Supongo que son los instintos de maestra.
Y de una solitaria que necesitaba un poco de alegría en su vida, pero eso no necesitaban saberlo.
-Entonces no hay nada de qué preocuparnos ¿cierto? -Esa pregunta no había sonado para Ino y al mirar que la pelinegra dirigía lo dicho al hombre rubio lo confirmó.
Él paso la mirada de la chica un par de segundos a Ino, su corazón brinco ante lo profunda e inmutable de la misma, parecía querer atravesar su alma. Sin palabras se limitó a asentir.
Las presentaciones fueron rápidas sólo confirmando lo que ya sabía con antelación, la chica, Hanabi, su entrevistadora era la tía de la bebé, cosa que Shikamaru comentó unos días antes sin adentrarse en el tema. Para sorpresa pero tampoco muy extraño, resultó que efectivamente aquel hombre era su jefe, no la tomo con la guardia baja, su resignación a sufrir vergüenza por sus acciones llegó apenas tuvo que sentarse en la misma estancia con él.
A la despedida no fue abrazada cómo con Hanabi, Naruto estrecho su mano con una tosquedad y fuerza que la hicieron tambalearse, no obstante evito deshacer la sonrisa, apenas ambos desaparecieron en un lujosos auto calle abajo, se permitió exhalar aliviada, recargada en el marco de la puerta bajo la mirada a la pequeña que seguía en sus brazos, Hima parecía muy entretenida con la tela del babero, luego la dirigió a la extraña casa de colores sobrios evitando sin mucho éxito qué un suspiro surcara su pecho
Pasó la mano por la cabeza de la niña aceptando que quizá y sólo quizá, las cosas serían un poco raras.
***
Hola mis amores!!
No crean que dejaré esta historia olvidada jaja
Gracias por leer🐛
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Un Hogar...
Fanfiction«Porque eso era lo que desesperados corazones anhelaban» *** Cuestiones de la vida llevan a Ino a unir su camino con la pequeña familia Uzumaki. Inmersa ante un extraño hombre y su pequeña hija, irá descubriendo de a poco como pedir... Un hogar para...