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La primera semana de trabajo paso relativamente rápida, con la misma rutina, llegaba a las siete y se iba a las cinco, entre biberones, pañales, baños y lloriqueos Ino mantuvo un horario impecable cuidando del pequeño solecito.

Y también había sido una semana donde la relación empleado-jefe pareció tomar un poco más de forma, su jefe disminuyó apenas los comportamientos oscos y fríos para mantener una convivencia por la primera hora de la mañana tolerante. Llegaba y la vista inicial era aquel sujeto bebiendo café en la cocina, dedicaba saludos de cortesía que aveces le correspondía, las palabras de limitaban a alguna petición o mandato y de eso simplemente tomaba el portafolio de la barra para luego irse sin más. Aunque al inicio fue tremendamente incómodo y pudo notar que su jefe no estaba muy a gusto con ella, logró tomarle el hilo e ingresarlo al manual.

Naruto Uzumaki era un hombre frío y extraño, la prudencia y distancia venían a ser sus mejores armas para tratarlo.

Pero habían días que eso se tornaba imposible.

Y ese era uno de esos días.

Había llegado a la misma hora, incluso unos minutos después, confiada en su totalidad ingreso a la casa viendo que se encontraba más silenciosa de lo usual, con las luces del pasillo apagadas y la cortinas sin levantar. Dejo su bolso en el perchero antes de entrar a la cocina, en su rutina los primeros pasos eran lavarse las manos cuidadosamente, para luego buscar la cesta de biberones limpios y proceder a preparar la leche para la bebé, cuando encendía la estufa esperando a que el agua se calentara un extraño pensamiento salto a su mente ¿dónde estaba su jefe? Giro hacia la pequeña mesa central del lugar, estaba vacía y bote de café soluble intacto en el centro de la misma... No era algo preocupante, pero si extraño, es decir, él siempre la esperaba para entregar a la niña y ya luego se iba ¿se habría quedado dormido? ¿No iría a trabajar ese día?

Se encogió de hombros continuando su labor, no era que le importara realmente.

Agitaba el biberon cuando camino rumbo a la habitación de la bebé, había algo de frío así que optó por leche más tibia, Himawari parecía ser una pequeña muy sana y rara vez se había enfermado según su expediente médico. Eso era algo de admirar.

Paso frente a una puerta que despertaba en ella la más pura de las curiosidades pero que jamás se atrevería a cruzar, agitando la cabeza para dispersas esa sarta de preguntas inútiles que la consumían continuó hasta llegar a esa colorida fracción de la casa, él tigre sonriente estampado en la puerta de Hima la recibió como todos los días.

-Aquí vamos -Sonrió al aire girando el picaporte.

El olor a bebé, flores y caramelos golpeó su nariz apenas abrió la puerta. No se lo pensó mucho para ir directamente a la cuna, la pequeña aún seguía dormida, tenía los brazos extendidos a los laterales y medio cuerpo cubierto por su cobijita de nubes.

Sus dedos trazaron cuidadosamente la pequeña nariz de la niña, ante el tacto delicado arrugó el ceño abriendo los ojos al instante. Ino sintió una inmensa ternura al apreciar la mueca alegre que la bebé hizo mientras extendía sus pequeños bracitos a ella. El mejor trabajo del mundo sin duda, al menos así lo sentía, es decir... ¿Cuántos trabajos podrían involucrar esa rutina tan mágica de cuidar a un pequeño angelito? Tantos contratiempos en su vida debían de traer algo bueno ¿no?

-Hola cariño -La saludo inclinándose un poco para deslizar su brazo bajo el cuerpo de la niña-. ¿Dormiste bien? Yo digo que sí, mirá tus cabellos como están de alborotados... -De forma experta, que sólo una persona que tuvo medio semestre de prácticas en un maternal tendría, logró alzarla y pegarla a su pecho-. Es hora de comer.

El apetito matutino de Hima era voraz, lograba incluso acabarse el biberon entero y pedir más, a comparación del resto del día que pasaba entre tragos de leche y pocos de papilla, Ino consideraba que preparar la fórmula más espesa temprano beneficiaba a que su estómago estuviera satisfecho más tiempo. La bebé succiono la tetilla tomando torpemente entre sus manitas el recipiente, cuidando de que no se ahogara comenzó a mecerla, después de aquel desayuno la siesta se extendería hasta el almuerzo ¿Aún quedaba puré de verduras? Tendría que asegurarse de tener suficientes reservas o de lo contrario hacer una lista para su primera compra.

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⏰ Última actualización: Oct 08 ⏰

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