Ninguno de los presentes sabía cómo escapar, ya estaban muy dentro del mar y al parecer seguían sin darles una explicación a dónde estaban.
Al menos hasta que un chico de cabellos rizados bajó a dónde estaban ellos, vestía con una botas de piel color café, una camisa blanca de manta y los pantalones eran color negro, tenía una banda atada en la cabeza dejando ver sólo unos cuantos mechones de su cabello negro.
-El primer oficial te quiere ver -habló el chico dirigiéndose a Lewis.
Él acepto, salió de la celda cuando el pirata abrió la puerta, todos se quedaron mirando hacia dónde él iba.
Los tres chicos restantes que quedaban en las celdas se preguntaban hasta cuándo iban a estar ahí.
Mientas tanto el joven llevaba a Lewis a su encuentro con el primer oficial; o más bien la primer oficial.
El chico tocó la puerta y una voz le dijo que podía pasar.
-Veo que no te has puesto agresivo, así me gusta -la chica tenía pantalones ajustados de color negro, su blusa era color blanco y tenía un chaleco color azul marino con una banda color rojo atada a la cintura, haciendo que su figura se viera muy estilizada, también tenía botas color negro de cuero.
Era de piel blanca, usaba un maquillaje algo fuerte, sus labios eran color rojos como la misma sangre, sus cabellos rubios y largos, sus ojos color azul la hacían resaltar todavía más con esa banda que tenía atada en la cabeza que era del mismo color que el chaleco.
-Lo hago por mis amigos, no por que lo quiera -contestó de manera hostil el joven.
-Lewis, tengo una propuesta para ti -la chica se levantó de su silla y caminó hasta ponerse enfrente de él- si me das la brújula te dejaré tocar puerto con tus amiguitos.
-¿Y por qué haría eso? -contestó de manera muy irónica.
-Porque si no voy a tomar esa brújula de todos modos y los voy a arrojar en el límite, entonces solo tendrán dos opciones: naufragar sin ningún rumbo fijo hasta morir de hambre o ser comidos por los tiburones.
Lewis sabía que ambas eran muy malas ideas, sin embargo sabía que el temple de Quetzalcóatl era peor y si lo alcanzaba en mar abierto estaban perdidos.
Quisiera o no, él debía hacerse de alianzas si quería volver a casa sano y salvo.
-No eres la única que busca la brújula, él viene por ella también -al decir esto, la chica y el joven que estaban ahí lo miraron fijamente, como si lo que acababa de decirle fuera una broma de un pésimo gusto.
-Mientes, no es verdad -le dijo la chica.
-Mira, Alice -Lewis le habló con total seriedad- sabes que no hay escapatoria, cuando veas al Perla en el horizonte es porque llegó el fin, él ya viene, quiere la brújula, y va a matar a cualquiera que trate de llevársela.
La chica estaba a nada del colapso, y es que la furia del Perla Negra era... Casi sobrenatural.
-¿Y qué propones niño uniformado? -le dijo la rubia sin rodeos.
-No puedes ir a Altamira, y si es necesario ir allá que sea solo por tu amado capitán, debemos volver a Inglaterra si es que quieres vivir.
-No voy a llevarte a Inglaterra, si te dejó ahí tú vas a cazarnos y llevarnos a la orca.
-Entonces busca más municiones, más balas, más armas, más naves y tripulación; porque por lo que ví, no tienes municiones suficientes.
Era verdad, la chica lo sabía, no tenían suficientes suministros para siquiera defenderse, entonces miró al chico alto y a Hamilton después.
-Maester Norris, fija el curso a Altamira, luego iremos a cobrar un pequeño favor que me deben en la India.
El chico asintió y salió del camarote dónde se encontraba para darle curso al barco.
-¿La india? ¿No era más fácil ir a Filipinas?
-No, él sabría que estamos ahí, tiene domino ahí, sinceramente no me gustaría encontrarlo a menos que sea para apuntarle en la cabeza.
-La furia del mestizo te asusta, eh -el chico se acercó a Alice- ¿Qué le hiciste para hacerlo enojar tanto?
-Nada, simplemente sé de todos los rumores de él y del Perla -la chica miró a Lewis- su alma busca venganza.
-Hace tratos con desafortunados que se cruzan en su camino -Hamilton suspiró- yo fui uno de ellos; como tu querido capitán.
-Lo sé -Alice tenía la vista fija en su mapa- me lo dijo después de huir a Altamira, necesita tanto la brújula como tú y Quetzalcóatl, necesita tiempo que ya no tiene.
-¿Mis amigos pueden estar arriba?
-De acuerdo, pero no hagas nada estúpido, marinero uniformado -Alice se acercó aún más a Lewis desenfundando su espada, apuntando al cuello del chico- el que tenga una tregua contigo no significa que puedas hacer lo que quieras.
-No voy a causar problemas -Lewis habló sereno- sólo quiero acabar con esto rápidamente.
-Bien dicho, ahora ve con tus amigos y no causes problemas.
El chico salió del camarote encontrándose con sus amigos, estaban felices hasta que Lewis les explicó lo de la tregua y la batalla que próximamente estaría viniendo con ellos.
-Dime que no es verdad, por favor -rogó Pierre al borde de la histeria.
-No tenemos opción -contestó George.
-¿Y todo por una estúpida brújula? ¿Me estás diciendo que vamos a morir porque estos idiotas no quieren darle la brújula a Quetzalcóatl? -Charles ya estaba alterado.
-No solo es eso, Charlie, no es tan fácil, lamentablemente si Quetzalcóatl tiene en su poder la brújula, va a ir por una cosa, una cosa que va a destruirnos a todos -contestó el moreno demasiado serio.
-¿Y qué cosa es esa? -le preguntó Pierre.
-La espada de Ares -contestó Alice- la única espada que puede acabar con todos los ejércitos del mundo, eso sin contar que puedes poseer una fuerza sobrehumana y habilidades de guerra iguales a las del Dios.
Todos se quedaron congelados al escuchar a la rubia.
-No, eso es imposible, esa espada son solo mitos, una leyenda que se ha pasado de boca en boca -contestó Charles.
-Puedes creerlo o no, sin embargo, las leyendas nacen de una razón, la espada existe, está en los límites de las islas de Ícaris dónde el Dios Zeus y la Diosa Atenea castigaron al dios Ares por desobedecer y organizar la guerra de Troya junto con Afrodita.
Nadie dijo más, todos se miraban unos a los otros, entonces estaba claro que sí el Perla llegaba a Ícaris, todos estarían perdidos.
Y para eso necesitaba esa brújula.
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⟶Charlos. ♡ La Brújula Dorada.
FanficPara George, Charles y Pierre la boda de uno de sus mejores amigos era tan importante como la suya, Lewis Hamilton había encontrado el amor con una linda chica de Inglaterra, todo iba perfecto; hasta que el día de la ceremonia todo se convirtió en c...