Capítulo 2 Ódiame lluvia

19 2 0
                                    

Así es como llegamos a este momento, viernes 12 de julio de 2016. Soy Daniel Acosta y estoy dispuesto a enfrentar cara a cara a mis adversarios. No puedo negar que siento cómo mis piernas tiemblan y reconozco que tengo miedo, pero sé que tengo la suficiente fuerza de voluntad para defenderme. Si ellos no me hubieran hecho esto, no estaría dispuesto a enfrentarlos.

Es simplemente el valor de un animal que se defiende cuando es atacado.
Este colegio, a pesar de tener varias zonas verdes, está conformado por una serie de pasillos en el primer piso que conectan las diferentes aulas y oficinas. Con el corazón acelerado, camino por el pasillo central que me lleva a las escaleras que conectan al primer piso. Cierro los puños y aprieto la manga del saco del uniforme.

Al llegar a las escaleras que bajan del segundo piso, escucho sus voces mientras hablan y se ríen. Carlos y Dylan están esperándome en los pasillos, como en una especie de emboscada. Sé que no puedo permitir que esta situación se prolongue más, porque ¿qué pasará cuando me canse de darles lo que quieren? Es seguro que lo mostrarán a quien ellos deseen y la verdad en sí misma me aterroriza: que todo el colegio sepa que me gustan los hombres y no las mujeres. No quiero verme como el patito feo y ser discriminado en la institución. Sin mencionar que cuando vaya por la calle y me encuentre con alguno de ellos, seguro gritarán acerca de mis preferencias y eso realmente sería un infierno.

Después de un rato, Carlos Benítez afirma que debe ir al baño, mientras Dylan Rocha permanece con el diario esperando a que yo cruce. Ellos saben que en algún momento bajaré. Pero respiro profundamente y me digo: "Es necesario terminar con esto".
Sabiendo que uno de ellos ha ido al baño, bajo las escaleras a toda velocidad, corro sin pausa con toda mi rabia, la furia que he sentido en los últimos días. Mi fuerza surge de lo más profundo de la ira acumulada.

Dylan me ve e inmediatamente reacciona poniéndose en posición de defensa, pero choco contra él y ambos caemos al piso. No pienso, solo actúo con fiereza, como dos autos que chocan a gran velocidad. Ambos terminamos en el suelo, pero logro ponerme sobre él y lo golpeo, propinándole varios puñetazos en la cara sin detenerme.

En la batalla, él me golpea con la cabeza y logra zafarse. Desde el suelo, veo que corre a coger la maleta y entiendo que en ella tiene el diario. No sé de dónde obtuve la fuerza, pero de algún modo doy un salto y logro coger la maleta al mismo tiempo. Ambos forcejeamos de cada lado de la mochila, él logra golpearme con el codo en la cara, pero yo consigo zafarle la maleta, la cual se abre y riega en el suelo todo el contenido escolar.

En medio del desespero de la batalla, veo mi diario entre las cosas tiradas y velozmente alcanzo a cogerlo primero. Por eso, él me golpea nuevamente en la cara, pero no lo suelto y continuo golpeándome con toda su fuerza, esperando que yo suelte el cuaderno. En ese momento nos detiene el celador.

-Él me robó el cuaderno y por eso peleamos", digo furioso.

El celador comienza a llamarnos la atención, diciendo que llamará a nuestros padres y que estamos en graves aprietos. Pero eso no me importa, porque tengo mi cuaderno, así que lo aprieto con tanta fuerza que incluso la portada se dobla. De repente, sin más, corro. Quiero escapar, el celador no puede hacer nada y se queda sorprendido al verme escapar.

Corro apretujando el diario para que nadie me lo robe nuevamente. Mi nariz sangra, me duele el cuerpo y sé que tendré moretones después, pero lo he conseguido y este cuaderno merece el sacrificio. Termino con una sonrisa en la cara, ¡soy feliz!

Toda acción tiene una consecuencia, en este caso, las preguntas que vienen después de una riña. "¿Cómo te hiciste esos moretones? ¿Por qué peleaste en el colegio? ¿Con quién peleaste?", etc. Estas fueron tres de las múltiples preguntas que mi padre me hizo al llegar a casa. Pero no importa, me siento un poco tranquilo ahora que tengo mi cuaderno de vuelta.

Sobre el cielo y bajo el infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora