Ron & Luna/One-shots (Traducidos)

2-¿Quién dijo que las dominadoras solo visten negro?

                    Por:CheekyTorah

El sudor brillaba en las flores de color rojo a lo largo de su espalda, una atractiva variedad de diferentes rojos y púrpuras contra la piel blanca lechosa y pecosa. Sintió el cosquilleo de la anticipación en sus brazos junto con el poder y la satisfacción de saber que era ella, y solo ella, la que creaba la obra maestra que tenía delante.

Su sumiso se sentó sobre sus talones, arrodillado en el centro de la habitación tenuemente iluminada, con los ojos vendados y amordazado y las manos atadas a la espalda. Conocía sus sonidos de seguridad, los tres golpes en el suelo para alertarla de su retirada del consentimiento. El conocimiento de eso la había relajado y lista para seguir adelante.

Mientras levantaba el flogger de silicona, Luna sonrió y se lamió los labios. Amaba cuando ella cambiaba rápidamente de táctica, dándole solo un momento para decidir si continuar o no.

-¿Estás listo?

Ella arrastró las tiras de silicona a lo largo de su espalda y lo vio estremecerse, luego él asintió rápidamente mientras una línea de baba se arrastraba por su barbilla.

Con un movimiento de su muñeca, el azotador descendió sobre su piel con un chasquido, el sonido fuerte en la pequeña habitación, vibrando contra las paredes. gimió. Su polla pecosa, que dejaba escapar un rastro de semen contra su muslo, se contrajo mientras se arqueaba en el segundo y tercer chasquido del azotador sobre su piel.

-No podemos dejar que te vengas antes de que se te permita, ahora podemos?

Luna chasqueó los dedos y un hilo rojo brillante se enroscó alrededor de su pene y testículos, se apretó y se tejió con un bonito lazo. Su polla se contrajo con necesidad y la vista la hizo sonreír con deleite.

-Déjame escuchar tus lindos gemidos.- Dijo dulcemente.
Él gimió y enderezó la espalda, prácticamente rogándole que la embelleciera con más moretones, pero ella tenía un mejor plan en mente para él.

Le encantaba ser utilizado, le encantaba someterse a complacer a su dominante. Mientras que a él le encantaba complacerla con su sumisión, a ella le encantaba complacerlo con su dominio, su control sobre él, dándole lo que necesitaba en forma de dolor y placer.

Le quitó un lazo de una de las manos, lo tumbó de espaldas y volvió a atarlos por encima de la cabeza, pasando la cuerda por un gancho en el suelo.

Ella separó las piernas y se agachó sobre su rostro, sus pantalones de vinilo morado sin entrepierna perfectos para lo que estaba a punto de forzarle.

-Cómeme- dijo con severidad. -Hazlo bien y tal vez te deje venirte, Ron.

Él gimió antes de estirarse ansiosamente hacia su coño resbaladizo, su lengua se deslizó entre sus pliegues. Ella lo amaba así, impaciente y necesitado, dispuesto a complacerla y hacer lo que se le ordenaba. Probablemente era por eso que la necesitaba tanto, necesitaba esto. Por qué tanto él como su esposa buscaron un dominante para darles lo que deseaban tanto juntos como solos.

Cuando Luna sintió que su clímax ascendía, un fuego en su clítoris mientras él chupaba y empujaba el sensible capullo, agarró su cabello y se presionó contra sus labios. Cuando ella se corrió, inundó su boca abierta con sus jugos, que él bebió con avidez. Con otro chasquido de sus dedos, los lazos alrededor de su polla se soltaron y su liberación fue inmediata. Explotó cuerdas gruesas y blancas de semen contra su estómago y algunas en sus pantalones.

Ella sonrió y lo liberó de sus ataduras, su mordaza y su venda en los ojos. Conjuró agua, música suave y una manta cálida mientras conducía a Ron al sofá y enviaba un Patronus para solicitar que su esposa se uniera a ellos.

Algún tiempo después, los tres estaban acurrucados en cálidas pijamas de algodón, viendo una comedia de situación muggle sobre seis amigos cercanos y una cafetería.