Capítulo VII

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Los Bakugou habían creído que nunca más volverían a ver a su primogénito lastimado de la misma forma en la que llegaba cuando estudiaba en la academia, se equivocaron completamente, porque en esos momentos en los que veían llegar a Katsuki completamente tranquilo mientras cargaba a Izuku, llevando el rostro completamente golpeado y sangre seca en su rostro, se recordaron que su hijo adolescente no sabía ni conocía la forma de mantenerse lejos de los problemas y Masaru tuvo que sentarse para no desmayarse, respirando de manera honda mientras veía a su cachorro soltar al pecoso para poder acomodarse frente a la barra y frente a él mismo.

—¿Qué pasó ahora? ¿Con quién peleaste de venida hacia aquí, Katsuki? —Cuestionó, decidiendo conocer primero los hechos de lo sucedido antes de decidir qué hacer.

—Unos bastardos se quisieron propasar con Deku y él se defendió como pudo antes de llegar a mí, yo solamente les di su merecido por ponerle una mano encima a mi omega y por soltar mierdas que no me tomé el tiempo de prestarles atención —Contó Katsuki de manera resumida sin importarle la mala expresión de sus padres.

—¿Izuku estás bien? —Cuestionó Mitsuki viendo al peliverde que salía de la cocina con una bolsa de hielo y el botiquín de emergencias hacia su tonto hijo.

—Sí, Kacchan me defendió de esos tres compañeros de clases —Murmuró Izuku sin ver a nadie más que al cenizo, no había querido que su madre se enterase de que se metían con él de manera física en ocasiones. —Ponte esto en el ojo antes de que se hinche más, Kacchan —Pidió mientras se hacía a un lado para que su madre le limpiara las heridas al alfa.

—De acuerdo... ¿Qué tan mal los dejaste, mocoso? —Cuestionó Mitsuki luego de haber asentido levemente, tratando muy duramente de no caerle a zapes.

El silencio de Katsuki preocupó a los tres adultos quienes comenzaban a hacerse ideas equivocadas e imaginaban lo peor, la muerte de uno o los tres chicos, así que no tardaron en ver hacia Eijiro quien no había dicho ni una palabra desde la llegada con los otros dos y le cuestionaron mudamente lo mismo que Mitsuki le cuestionó a su hijo. Eijiro suspiró de manera honda antes de pasarse la diestra por su cabello, debía responder antes de que los adultos quisieran llamar a la policía, a los forenses, al hospital y a los bomberos, exagerado, pero estaba más que seguro que los dos omegas lo harían.

—Cuando llegué a buscarlo había uno de los chicos en el suelo inconsciente y estaban los otros dos aguantando todavía al estar atacando al mismo tiempo, pero de haberlos dejado un poco más, seguro terminaban como el primero —Contó, sentándose en uno de los banquillos frente a la barra. —Cuando arrastré a la bestia al auto, vi que estaban los tres conscientes, más golpeados que él, pero estaban vivos -Aseguró.

—Me hubiera gustado matarlos —Confesó Katsuki de la nada, llevando el ceño fruncido a pesar de dolerle tan sólo esa acción, ya no tenía a su suegra curándolo, pero tenía a Izuku sosteniéndole la bolsa de hielo sobre el ojo. —Deku déjalo así.

—Mocoso no digas eso —Regañó Mitsuki con el ceño fruncido, sabiendo que era completamente ignorada.

—¡Se te va a hinchar el ojo, Kacchan! —Exclamó Izuku en respuesta sin alejarse del contrario, siendo terco en sostenerle la bolsa de hielo sobre este.

—Deja que se le hinche, que sea su castigo por iniciar una pelea en su primer día de clases —Comentó Mitsuki cruzada de brazos con el ceño fruncido, parecido al de su hijo.

—No es culpa de Kacchan, es culpa mía —Sentenció Izuku negándose a que la mujer se molestara con su hijo por lo realizado. —Ellos siempre me han molestado, suelo desaparecer de su vista primero, pero hoy se me pasó el tiempo copiando las tareas y me agarraron, dijeron que contraté a Kacchan para que fingiera ser mi alfa y se burlaron de mí por eso, realmente no me importa lo que piensan, pero me querían lastimar y terminaron peor de lo que tenían pensado dejarme a mí —Contó sin ver a nadie realmente.

La leyenda sobre los destinados [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora