Pov Marta García
Supe que lo que quedaba de semana iba a ser interminable cuando entré por la puerta de segundo A. Los alumnos estaban como animales. Casi trepaban por las paredes.
El motivo de todo este jaleo era que se acercaba el viaje del curso: una fantástica semana —empezando mañana— en el campo, en alguna parte perdida de Cataluña. Sin móviles, sin interrupciones..., esto estaba preparado para que los estudiantes pudiesen disfrutar, socializar, conocerse y divertirse sin necesidad de nada más que de la compañía de sus amigos. Gracias a un reducido grupo de alumnos que eran amigos desde primero, esta clase no era un completo infierno.
Mi vista se posó en aquellos alumnos que guardaban silencio, mirando al resto de la clase, callados como siempre, casi aburridos. Primero miré a Martina, una chica de estatura media tirando a baja, tanto su pelo como sus ojos eran marrones, solo que su pelo era más oscuro. Este le llegaba un poco más abajo de los hombros. No sabía mucho sobre ella, pues no solía mostrar sus gustos como otras personas del grupo, pero viendo su foto de perfil y escuchando a veces de lo que habla, podía deducir que le gusta una tal Melanie Martinez. Yo estaba desactualizada en estos temas y no sabía si era una influencer, cantante, actriz o un personaje. Según me explicó Mireia, la profesora de música, Martina cantaba de maravilla.
Al lado de Martina estaba Alberto, un chico de estatura media. Sus ojos eran marrones y llevaba unas gafas redondas. Su pelo era de longitud media, tirando a largo, aunque no se lo podría recoger en una cola. La mayoría de veces estaba un poco despeinado, pero no le quedaba mal. Al contrario que Martina, Alberto mostraba mucho sus gustos en la ropa que llevaba. Hoy llevaba una camiseta de una banda llamada Ghost, por lo que escuchaba hablar en su círculo de amigos, él era muy fan del grupo de música. Otras veces llevaba camisetas de South Park o de otras bandas musicales. Tenía entendido que él tenía un don para tocar la guitarra, pues era muy bueno. Su voz también era bonita. Según sus amigos, canta bien.
Detrás de Alberto se sentaba Lucrecio. Era alto y delgado, mas no en exceso. Su pelo era oscuro, rizado y no muy largo, pero tampoco corto. Él es el chico más inteligente de clase, sus notas no bajan del notable. Me siento orgullosa de él, es muy buen estudiante. Él tampoco solía mostrar sus gustos, pero muchas veces llevaba camisetas de Led Zeppelin, My Chemical Romance, Radiohead o Linkin Park. Lucrecio disfrutaba mucho del tiempo de lectura, según los demás profesores. Era un muy buen escritor también, y eso lo demostraba en las clases de escritura. Muchas veces lo veía en el aula de música tocando la batería, interpretando canciones junto a Alberto y Martina.La puerta de clase abriéndose me sacó de mis pensamientos: era el profesor de biología, Alfredo. Este era muy amado por los alumnos, por lo que una vez estuvo dentro de clase, comenzaron a corear su nombre como locos. Suspiré y pedí que guardaran silencio. Como los alumnos hicieron caso omiso a mis órdenes, Alfredo tuvo que intervenir.
Salí del aula para poder hablar con calma con él, pues, al parecer, tenía dudas sobre a qué hora salían los autocares. No tardé ni dos minutos en resolver sus preguntas. Una vez hice eso, entré de nuevo en la clase, dispuesta a contarles a los alumnos de segundo A todo lo que debían saber para mañana.
—De esta manera, chicos, los profesores que os acompañarán en el viaje serán los siguientes: José de la Margarita, Alfredo, Pere, Raquel y yo —Dicho eso, di la clase de tutoría finalizada. Al ser la última clase del día, se había pasado volando, y en cuestión de segundos ya estaba sonando la música que indicaba el final de clases.
Al oírla, los alumnos comenzaron a recoger como locos y a salir disparados por la puerta. De nuevo, parecían animales, excepto el grupo de Lucrecio. Ellos recogían con calma e iban hablando de temas triviales. Yo, por otro lado, también estaba recogiendo mis cosas, cuando de repente escuché a Alberto muy emocionado porque Ghost, su grupo de música favorito, vendría a Barcelona. Invitó tanto a Lucrecio como a Martina para que le acompañasen, pero Martina se negó, pues ella no era para nada fanática de la banda, aunque ella no se quedó atrás, también estaba contenta porque Melanie Martinez vendría a Madrid.A medida que les iba escuchando, iba sonriendo por lo bajo; echaba de menos los tiempos en los que era joven y tenía muchos amigos... Desearía volver atrás y aprovechar más esa época.
Antes de salir de clase, Alberto, Lucrecio y Martina se despidieron de mí con una sonrisa. Ellos sí que eran educados, no como los otros borregos que tenía en clase.
—Adiós, nos vemos mañana en la parada del autocar —Dije con una sonrisa mientras cerraba la puerta de la clase con llave.
Mientras yo caminaba por los pasillos e iba revisando mi agenda personal, vi que justo al salir del instituto, los profesores que nos íbamos de viaje de fin de curso, habíamos quedado para comer y aclarar diversos temas respecto a la excursión.
Al salir del lugar pude ver que ahí me esperaban Raquel y José. Pere y Alfredo aún no habían salido. Pude percatarme de que José estaba un poco nervioso, pero no sabía lo que le pasaba. De todas formas, no le pregunté, solo saludé y esperé con ellos a los que faltaban.Fue poco después cuando salieron, por lo tanto, fuimos caminando al bar que quedaba más cerca del instituto.
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Llegué a mi casa algo cansada, eran cerca de las siete de la tarde. Al entrar me recibió mi perro Nus, al parecer me había echado de menos. Me daba algo de pena dejarlo solo durante una semana, pero al no tener familia que viviese cerca de mí no me quedaba otra opción. Dejé las llaves en un mueble cercano a la puerta principal, y seguido de eso me fui a dar un baño.
Terminé de bañarme sobre las ocho menos cuarto, me había quedado pensando dentro de la bañera y no me había dado cuenta del tiempo que había pasado.
Me puse mi pijama y luego me miré en el espejo. «Qué rápido pasa el tiempo», reflexioné viendo mis arrugas. Sacudí la cabeza y me puse a repasar la maleta para mañana. Como era de esperar, no me faltaba nada, lo llevaba todo.
Fui a la cocina y comencé a preparar la cena. No iba a ser nada complejo, una tostada con tomate y queso estaría bien. Para beber, un poquito de vino.
Al terminar limpié y recogí todo, y luego solamente me fui a dormir.
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Viaje de pasión
RomansaEsta historia trata sobre un romance homosexual entre dos profesores de secundaria. Estos se adentraran en un viaje escolar. Ahí la vida les pondrá distintos retos y situaciones. Si quieres saber más sobre estos dos sujetos lee nuestra historia, "V...