Séptimo capítulo

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Séptimo capítulo: Órdenes del rey.

La tensión en el palacio no había mermado con el pasar de los días, se podía sentir el mal humor en el ambiente lo cual era algo inesperado contando con que recientemente habían tenido una boda. En el palacio durante el reinado de su alteza Chae, solo dos matrimonios se habían registrado, ambos siendo entonces sus correspondientes ceremonias con la reina y la segunda esposa, en ambos el rey había esparcido la felicidad de sus enlaces durante las siguientes semanas, al menos las dos primeras, y los habitantes del pueblo en algún momento pensaron que la boda del príncipe HyungWon sería igual o más extravagante que los de su padre, porque todos esperaban mucho de él y también de la pareja que elegiría en un futuro como rey o reina consorte, sin embargo con el pasar del tiempo, las desgracias que marcaron el destino de HyungWon y la falta de interés en otros reinos de querer relacionarse con Wosun habían bajado las expectativas de todos.

Ahora, era simplemente banal saber que el príncipe HyungWon estaba casado, los adornos que se habían puesto en diferentes calles del reino para dar un recordatorio de su unión, pero todos pasaban de eso, de hecho, era como si nunca hubiera sucedido algo. Nadie hablaba al respecto, o al menos no de la manera en la que se solía hacer, solo decían que era cuestión de tiempo para que el príncipe HyungWon tuviera que enterrar a otro de sus prometidos, estaban en espera de lo peor porque de el príncipe heredero no podían esperar algo más.

Dentro del palacio las cosas eran mucho más tensas, la pareja de príncipes no se habían encontrado de frente en días luego del incidente con el príncipe HoSeok, HyungWon permanecía encerrado en sus aposentos, ajeno al mundo exterior, al igual que el príncipe HoSeok, quien desde entonces tampoco había salido no por obligación, si no por voluntad propia, se sentía muy molesto con todos y con todo. El palacio de Wosun era sorprendente sin duda, mucho más vistoso que el suyo, pero seguía siendo un palacio en el que no le tomaban en cuenta. En su reino, dentro de su palacio, no era tomado en cuenta a pesar de ser el único heredero a la corona, lo consideraban inmaduro, impulsivo y hasta ignorante en muchos temas, los habitantes del pueblo no tenían mucha fé en él y en sus habilidades como rey, sabía que en el pueblo se murmuraba que era mejor disfrutar de los buenos tiempos antes de que llegara la tormenta.

Sin embargo HoSeok se convencía de que no le afectaba lo que la gente del pueblo pensara de él, después de todo ser rey tampoco era su verdadero anhelo, no tenía un especial apego con su vida de monarca, sinceramente le deslumbraba muy poco el lujo y todo lo relacionado, porque sabía la responsabilidad que conllevaba tener todo ese privilegio, sinceramente él no se consideraba el más adecuado para un cargo de esa magnitud. Sabía que sus padres —si lo quisieran— podrían pedir que él se devuelva a Daeng por al menos un tiempo, no estaba completamente obligado a vivir con su esposo desde el día uno, pero también sabía muy bien que sus padres no harían algo como eso e incluso dudaba que él mismo aceptara dicha propuesta. No tenía caso, en este palacio o en el otro, sería tratado como lo mismo.

Estaba en su habitación, recostado en su cama mientras hojeaba un libro que había en la habitación conjunta a la suya, se suponía que era su cuarto de estudio, no había mucho allí aún, solo unos pocos libros y una vieja mesa, parecía ser un conjunto de poemas que sinceramente no deseaba leer, no era muy bueno en las letras, sabía leer y escribir porque era de la realeza y aún más importante un príncipe heredero, sería humillante no saber hacerlo, pero siendo sincero no lo veía como algo imprescindible para vivir. Soltó un suspiro cansado cuando de repente escuchó pasos apresurados por sus aposentos hasta que frente a su puerta escuchó una voz femenina,

—-Su majestad, el rey de Daeng solicita su presencia.

Sin embargo HoSeok no respondió, solo miró por unos segundos la puerta en la que podía ver la silueta pequeña de la mujer y luego soltó un bufido, volviendo a hojear ese libro con desinterés. Consideraba un acto algo fariseo de su padre solicitar su presencia, después de que lo había engañado para casarse, lo había dejado a su suerte en ese palacio y le había demostrado lo mucho que lo despreciaba no veía razón para despedirse de ellos, a partir de ese momento, prefería pensar que no tenía padres en realidad.

Rey de mi viñedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora