Rey de mi viñedo

Segundo capítulo

Segundo capítulo: Planes que salen bien y otros que no.

La tensión se podía sentir en todo el inmenso palacio, el príncipe ChangKyun, quien solía ser alguien bastante alegre, activo y visual en el palacio, no había dejado sus aposentos en varios días, y ni hablar de la segunda esposa, estaba más histérica que de costumbre, sus peleas con el rey se escuchaban en cada esquina del palacio, pensaba que el rey debería estar en serio enamorado de esa segunda esposa, porque tolerar escándalos como esos, no le beneficiaba en nada.

Estaba tomando una taza de té junto a unos bocadillos de avellanas, no es que él estuviera relajado mientras todo allá fuera era un caos, solo que no quería involucrarse demasiado porque sabía que siempre existiría la forma de hacerlo el culpable de todo, así que prefería mirar todo desde lejos y guardarse sus opiniones.

El rey no estaba de mejor humor, las constantes quejas de la segunda esposa ya estaban colmando su paciencia y el reino de Daeng pedía una pronta respuesta, había vidas de plebeyos involucradas en eso y no querían que su reino siguiera pereciendo ante el cruel invierno.

—No puedo creer que le faltes el respeto así a mi hijo ¡A nuestro hijo! Pensar en casarlo con ese hombre es una desgracia, no te basta con tener un hijo maldito si no que quieres tener dos. Deberías agradecer que lo tienes, que es normal y no un desgraciado como tu primogénito, si no fuera por él, este reino estaría perdido. La reina...

—¡Basta! —entonces el rey había detenido todo, se había levantado de su escritorio, donde por más que de una hora había estado intentando leer los pergaminos que le habían dado sus ministros, pero los gritos de la mujer no lo dejaban concentrar. —No te permito seguir, Im Jiyeon. Soy tu rey, no tu vasallo, así que más te vale dirigirte a mí como corresponde si no quieres que te corte la cabeza.

Entonces los colores rojos en el rostro de la mujer habían desvanecido, entonces tomó una actitud más sumisa, tomando inspiraciones para calmarse e hincándose en sus rodillas y pegando su frente al suelo para dar una correcta reverencia de disculpa.

—Espero me perdone, mi señor, solo quiero que escuche mis súplicas, el príncipe ChangKyun no puede contraer nupcias con tal príncipe.

—Yo decidiré eso, no es decisión suya ni mucho menos tuya, así que pediré que detenga esta clase de espectáculos, mi reputación como rey se está viendo comprometida todo por las alegorías de una madre loca.

El silencio se hizo presente en la sala, solo se escuchaba la respiración pesada de ambas personas, el rey por entrar en cólera y la mujer intentando reprimir su enojo. Ella no estaba loca, solo quería lo mejor para su hijo, no era un delito querer eso.

—Y en cuanto a la reina ¿Quieres que te recuerde tú lugar? Solo eres una segunda esposa, JiYeon, así que te conviene tener más respeto con ella, es tu reina por sobre todas las cosas.

Sin tardar los rumores llegaron a oídos de la reina, todo, sobre el probable matrimonio entre el hijo de la segunda esposa y sobre cómo está había estado faltándole al respeto en los aposentos del rey. Cualquiera esperaría una reacción histérica de la reina, faltarle el respeto era una ofensa grave que incluso podría ser pagada con un castigo público, pero la mujer al escuchar aquello solo había soltado un suspiro y había dicho que sería mejor que el rumor no siguiera corriendo, tal y como había dicho el rey, la reputación del monarca podría verse comprometida.

El dilema del rey y sus dos esposas era ciertamente complicado, sin duda Jiyeon era una mujer bella, muy bella, pero en el reino no se le conocía por nada más, en cambio, la reina podría no ser tan bella como la segunda esposa, pero el reino la adoraba por su sabiduría y bondad. La gente del reino siempre opinaba al respecto, decían que el rey no parecía necesitar una segunda esposa porque la reina era eficiente en todos los campos, los hombres suspiraban por tener como esposa a una mujer como la reina. Esto quería decir que en realidad la popularidad de la segunda esposa no era muy alta, sin embargo, la de su hijo sí lo era.