Era tarde y la Roca Hirviente no refrescaba por la noche. Suki estaba tratando de dormir del lado equivocado sin éxito. La cama de la celda era tan incómoda como siempre, pero se habia acostumbrado a eso. Estaba tratando de dormir sobre su lado equivocado.
El sonido de una puerta vino desde afuera. No era hora de cambio de turno, así que eso era extraño. La roca hirviendo se había vuelto tan predecible incluso en el par de semanas que había estado alli. Pero escuchó pasos y eso hizo que su corazón se acelerara con esperanza.
'No, no sucederá esta noche", se recordó a si misma. Pero los pasos eran más ligeros de lo normal y se detuvieron frente a la puerta de su celda. Se incorporó y miró el metal crudo. Estaba oscuro, apenas podia ver su contorno. Escuchó el tintineo de una llave, el chasquido de la cerradura, y la Guerrera Kyoshi giró sus piernas para sentarse en su cama, con el corazón comenzando a acelerarse.
La luz del exterior reveló una figura pequeña cubierta con una capa cuando entraron apresuradamente y Suki se sintió sonreír a pesar de que le dolía.
- Soy yo - ronroneó la voz aterciopelada, cerrando la puerta de nuevo.
- Azula - Suki suspiró felizmente sin contenerse mientras se levantaba de un salto y se lanzaba a los brazos repentinamente abiertos de la princesa. Inclinó la cabeza sobre el hombro izquierdo de la pequeña niña respirando profundamente los limpios perfumes. Mucho mejor que el aire viciado de la prisión. Dejó que sus manos tocaran la camisa de seda. Mucho mejor que su tosco uniforme. El cálido aliento de la maestra fuego le hizo cosquillas en el cuello y se preguntó que pensaría la princesa de su lamentable estado.
Sin embargo, Azula no pareció darse cuenta. Todo lo que hizo fue abrazarla fuerte y moverse para besar la mejilla derecha de la Guerrera Kyoshi. Presionó con fuerza, pero retrocedió cuando Suki dejó escapar un silbido de dolor.
La Maestra de fuego se alejó.
- Qué ocurre - Azula habló como una orden, no como una pregunta.
- No es nada... -
- Mentirosa -
- Azula... -
Un parpadeo azul brilló cuando Azula encendió algunas velas colocadas en la pared. Normalmente, un prisionero se metería en problemas por tener las luces encendidas tan tarde, pero probablemente ningún guardia desearía que la muerte los interrumpiera esta noche.
Las luces estaban encendidas y Suki vio a Azula fruncir el ceño. La princesa dio un paso y miró el lado derecho de la cara de Suki. Las velas encendidas llamearon azul.
La piel de Suki era morada. La piel de Suki era amarilla. La piel de Suki estaba roja. Desde la oreja hasta la barbilla, se roció una composición de colores y su ojo derecho todavía estaba casi cerrado por la hinchazón.
- ¿Quién te hizo esto? - gruñó Azula y las velas al su alrededor se encendieron furiosamente, iluminando toda la celda por unos instantes. Quien sea que halla tocado a su amante, lo sabrá y probará su furia por tal atrevimiento.
- Azula - se quejo Suki, habiendo adivinado el pensar de la princesa, no quería que ella se ponga en peligro y sea descubierta solo por hacerla justicia.
- No nada de "Azula". ¿Quién te hizo esto? - Los puños de la maestra fuego estaban cerrados y ella solo miraba la herida.
- No quiero hablar de eso, ¿de acuerdo? - Suki trató de darse la vuelta y dar unos pasos. Todavía dolía. Todavía podía sentir lo hinchado que estaba. Sabía que le llevaría tiempo sanar. Pero Azula la agarró de la mano. No fue contundente. Fue rápido pero Azula frotó su pulgar sobre la parte posterior de la piel.
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That Night |ATLA|
Khoa học viễn tưởngSipnosis: ¿como terminó en esto?, se preguntaba Azula así misma, pero no importaba, protegería con su vida a aquella Guerrera Kyoshi que la enamoró.