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Se oyen unos pasos y una chica se asoma por el marco de la puerta.


- ¿Qué quieres?- oí la voz de una chica.

- ¿Empezamos con las confianzas?- dijo la enfermera.


La chica se ríe... Esa risa, oh, no. Los recuerdos de la noche vienen a mi cabeza, me señalan, se ríen... son 3 chicas. Yo en mi cama recordando que estoy sola, que mis padres me han abandonado por unos rumores. La habitación da vueltas, mi visión se nubla y la conversación que están teniendo la chica y la enfermera se mezcla, ahora solo escucho un murmullo muy lejos. Cierro los ojos, mis piernas tiemblan y caigo al suelo.




Abro los ojos lentamente, no siento el suelo... es como si estuviera flotando en el aire. Giro mi cabeza y me topo con un pecho, ahora noto un brazo en mis piernas y otro en mi cuello un poco más abajo. Me estaban cogiendo... Suelto un gemido, me duele la cabeza mucho. Abro completamente los ojos y noto la visión borrosa... no llevo las gafas, pero como no veo excesivamente mal miro a quien me lleva y es ella, ¡JODER! ¡ERA ELLA!


- ¿Estás bien?- me pregunta.

- S....sí. Ya me puedes bajar.

- Esta bien.


Me pone suavemente en el suelo, ahora pensándolo mejor me hubiera gustado seguir en sus brazos, estaba cómoda. Al ponerme en el suelo, mis pies no reaccionan y casi me caigo si no fuera por sus brazos que ahora me rodean la cintura.


- Mejor te llevo.. - ríe, mi piel vuelve a erizarse.


Ella era la chica que estaba apoyada en la pared mirándome el primer día, ella era la que estaba en la enfermería, ella misma que se rió de mi con sus amigas, la enfermera la llamo con el nombre de... No me acuerdo y no quiero forzar mi mente, me duele la cabeza.


- Déjalo... yo puedo- insisto.


Me separo de ella y me apoyo en la pared, avanzó lentamente, sin dejar de apoyarme en la pared.


- ¿Me puedes dar las gafas?


Ella no se había ido, estaba a mi lado mirándome como hacía el ridículo.


- Claro- se quita mis gafas de la cabeza y me las da.

- Gracias- las cojo y me las pongo, ahora veo bien.


Sigo andando apoyada en la pared, algunas personas pasan y se ríen de mí, parece que ya es costumbre. Ella no se ha ido de mi lado.


- ¿Vas a dejar de hacer el tonto?- me pregunta.

- No hago el tonto.


Ahora había un pasillo, pero no es el mío, ¿ahora como avanzo si no hay pared? Miro a la izquierda y a la derecha, ella vuelve a reírse... ¿no se puede callar? Se acerca a mí y pone su brazo en mi cintura y me aparta de la pared.

Mi Alma Opuesta | Bea Miller y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora