Capítulo 2 🔞

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  —Hola, amor —llegó Porsche al sillón donde estaba su esposo.

  Kinn estaba sentado en el respaldo del sillón, viendo hacía la ventana. Observado el paisaje. Porsche llegó y se sentó en el sillón.

  —¿Cómo te fue con Alexander? —siguió hablando Porsche y Kinn dio un beso en los labios de este.

  —¿Cómo te fue con Alexander? —siguió hablando Porsche y Kinn dio un beso en los labios de este

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  —Aunque al principio no quiso, terminó aceptando —respondió Kinn algo pensativo.

  —Tu también estás indeciso, se te nota. ¿Seguro que quieres hacerlo?

  —Amor, siempre dije que dejaría a mi hijo tomar sus propias decisiones. Que nunca lo iba a obligar a nada. El siempre ha sido fiel a nuestro negocio y lo menos que podía hacer por él era dejarlo tomar su propia decisión en cuanto a quién iba a ser su compañero o compañera de vida. Pero esto me sobrepasa. Los Yakuza nos están pisando los talones y todo porque algunos nos han traicionado.

  —Sí, además el gobierno Chino ha capturado a varios de nuestra gente. Y hoy llego esto...

  Porsche le enseña su teléfono donde le llegó un correo de la sede en Colombia. El cártel del país robó un cargamento de drogas y la policía incautó algunas oficinas y resguardó a varios integrantes de la Triada.

  Aunque estos no han dicho nada. Tenían temor de que para que su familia ganará, traicionaran a las demás familias.

  Era urgente una tregua o incluso que los líderes se presentarán personalmente en Colombia.

  —¡Maldita sea! —gritó con furia y frustración Kinn—. ¡Vegas, llama a Gulf y dile que lo quiero en mi oficina ahora mismo! —se dirigió a Vegas por el intercomunicador.

  Porsche se acercó a él, ya que Kinn había ido al escritorio, lo tomó de los hombros y comenzó a darle un masaje.

  —Tranquilo, todo estará bien. Estoy seguro de que Gulf aceptará.

  —Amor, no me ilusiones, que bien sé cómo es Gulf. Es idéntico a ti, y si algo no le parece ni sus propios padres están a salvo —decía cerrando los ojos, disfrutando del masaje.

  —Tu lo has dicho, es como yo. Sí le das razones irrefutables, él aceptará. Sí, será difícil pero lo hará. Solo mantente sereno, ¿de acuerdo? —lo tomó de las manos y lo llevó nuevamente al sillón.

  Kinn comenzó a besar apasionadamente a su esposo, amaba que lo apoyará de esa manera, aunque tenía su carácter y era difícil ganarle, siempre lo ayudaba tal como debe ser un matrimonio.

  Porsche metió su mano dentro de la camisa de Kinn buscando algo más que ese beso.

  —Amor, Gulf no tardará en venir… —dijo Kinn algo agitado.

  Su esposo sabía cómo ponerlo a sus pies en un segundo. Sin embargo, la razón aún estaba en la mente de Kinn y no quería que su hijo los viera en tal situación.

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