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Nuevo día, nueva mierda, con ojos entrecerrados me levanté de la cama, el molesto sol se había colado por las cortinas haciendo que despertara del único lugar donde todo era hermoso, mis sueños, allí no pensaba, no escuchaba, y no sentía dolor, desde mi nacimiento todo había sido un caos, no podía mantenerme ni 5 segundos estable porque mi tormentosa mente insistía en recordarme el pasado.

Decidí dejar de pensar y me encamine hacia el baño, me despoje de mi pijama quedando completamente desnuda frente al gran espejo que reflejaba mi horrible cuerpo lleno de cicatrices, asquerosas cicatrices que resaltan en mi piel blanquecina, deje de prestar atención a mis cicatrices, cuando escuché un estruendo proveniente de la cocina.

Mamá
Papá
Una
sola
cosa,
Peleas.

A diario la situación era de la misma manera, a penas salía el sol, "mis padres" comenzaban a pelear con todo lo que a sus alcances tuvieran, cuchillos, sartenes, cubiertos, etc.

Ignore aquella situación y seguí con lo mío, ya estaba agotada de tratar de evitar lo inevitable, soy una niña.

¿Y que podría hacer una niña para cambiar lo que así está dictado?

Nada... No está a mi alcance, ya lo intente muchas veces y nada conseguí.

Entre a la ducha, sintiendo como el agua tibia me brindaba algo de tranquilidad, el agua tenía un gran poder para aliviar un poco mi pesar, limpie cada parte de mi cuerpo hasta quedar totalmente pulcra, luego salí y me envolví con una toalla, para continuar a mi habitación.

Tome mi celular para observar la hora y era DEMASIADO TARDE, las 8:30 am, mi primera clase era a las 9 am y eso era casi al otro lado del pueblo, ¿¡Dios ya puedes matarme!?

Me vestí a velocidad de la luz, tome lo primero que encontré que básicamente eran pantalones rasgados, una camiseta negra holgada y mis converse de botin negros, me coloque en frente del espejo para peinar mi larga melena castaña oscura y lo dejé totalmente suelto, mi cara estaba horrible, mis mejillas no tenían nada de color, mis labios rosas estaban opacos, mis ojeras sobresalen dándome un aspecto muy demacrado, mis ojos color café no tenían brillo, era desastre.

¿Pero qué más daba?

Tampoco interesaba.

Coloque mis anillos, pulseras y collares en su lugar correspondiente, me encantaban aquellas prendas, por último tome mi bolso y celular y fui directo a la puerta de la cocina para salir de casa, mis padres aún seguían discutiendo y peleando así que no les presté atención, solo salí de casa escuchando como mi padre soltaba miles de groserías dirigidas hacia mi.

8:50

Solo 10 minutos para llegar.

Sin opción empecé a correr, no era muy buena en atletismo pero por lo menos lo intentaba, absorta en mis pensamientos corría como loca por las calles, hasta que llegue a la facultad, cursaba mi primer año, con apenas 18 años, nunca me fue mal en la escuela, de hecho era muy inteligente, pero mis calificaciones empezaron a bajar cuando sucedió aquello.

Me adentre en el lugar, y como siempre nadie me observo, era invisible, ser invisible no era un súper poder, era una jodida desgracia, nadie quería andar con "la gótica de primer año" si quiera saben el significado de ser gótico, no era gótica, solo un poco, asocial solo era eso. Las personas siempre se enfocan en sacar un lado malo y que no existe de cada individuo, que ridículo.

Camine hasta llegar a mi salón, lugar donde la clase de neurología había comenzado, el profesor me observaba fijamente como diciendo: "llegas tarde" simplemente lo ignore y tome asiento al fondo del salón, donde no llamaba la atención, la aburrida clase trascurrió tranquila mientras el profesor hablaba sobre epilepsias, las enfermedades neurodegenerativas, los accidentes cerebrovasculares, los tumores, etc. Tanta información por un día me tenía mareada, tenía un hambre gigante.

Hasta Mi Último Suspiro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora