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Ella no era realmente mala.

Hinata era la única concubina de su padre el Emperador, en un principio solo eran Sasuke y Sakura los Emperadores, pero luego de que su madre no pudiera darle un hijo varón a su padre, Hinata se unió como la amante oficial en palacio.

—Mi señora debería enviar un regalo. —aconsejó la dama de compañía de la Emperatriz. Era una norma que cada vez que naciera un hijo del Emperador y una concubina, la Emperatriz debería dar su bendición por medio de un presente independientemente si estaba de acuerdo o no.

Su madre era una de las mujeres más bellas nacidas en el Imperio, exótica y preciosa como una gema pero con el vientre seco como el desierto. La desdicha de no poder dar un hijo varón al Imperio solo hizo que la bella mujer se convirtiera en una amargada y testaruda sombra de lo que alguna vez fue.

—No lo haré, que nadie pueda entrar a mis aposentos ni siquiera su Majestad.

Hinata la única concubina en palacio había dado a luz a un niño de ojos negros y cabello obsidiana, el reflejo de su padre en carne y hueso. Sarada sabía que su padre había designado una gran guardia que resguardaba a Hinata desde que se supo que estaba en cinta; estar en palacio no le aseguraba tener un embarazo tranquilo, muchas personas buscarían atentar contra la descendencia del Emperador.

Sarada se levantó de su asiento en los aposentos de su madre y sin mirar atrás salió del lugar directo al Palacio Rosa, el hogar de las amantes y concubinas del Emperador.

Todos se inclinan cuando ella pasa, la princesa heredera era hermosa y apreciada por todos, incluso por la concubina Hinata.

No tiene miedo de que su visita sea rechazada una vez llega a los jardines del concubinato, las sirvientas y damas de Hinata tenían claras instrucciones de recibir a la princesa incluso si ellas dudaban de sus intenciones.

Era la hija de la Emperatriz después de todo.

 —Su alteza.

—Quiero visitar a su excelencia y mi hermano.

No pueden negarse a una petición directa de la princesa heredera, anuncian su llegada y una vez la puerta de los aposentos se abren la sonrisa maternal de Hinata y los gimoteos del recién nacido la reciben.

—Bienvenida.

Hinata no era realmente mala, pero Sarada teme que su ahora hijo pueda provocar su muerte y la de su madre.

No es un secreto que el matrimonio de sus padres fue un arreglo político debido a la muerte prematura de su tío Itachi el primer heredero y la necesidad de unir a la familia real con la sangre de una antigua sacerdotisa. Sarada admite que su nacimiento solo fue otra espina en el matrimonio de sus padres.

Nació niña y todos lamentaron su nacimiento.

Pero a este niño dormido tan tranquilo en los brazos de Hinata lo han recibido como un regalo de los Dioses y su padre de seguro se encuentra orgulloso del nuevo Uchiha que continuara con el linaje de sus antepasados.

Los Hyugas deben estar celebrando que uno de sus descendientes podría sentarse en el trono.

Siente sus ojos arder por la necesidad de ser solo una niña y querer llorar en el regazo de su madre, pero ella nunca la dejaría. Está disgustada con ella ha pesar de que lo niegue con sonrisas suaves y palabras dulces.

Su madre dice amarla, pero no duda que la cambiaría por un niño si tuviera la oportunidad.

—Tengo miedo. Hina, tengo mucho miedo.

Pero tiene un poco de seguridad y alivio cuando los ojos almendrados de Hinata la miran con ternura, ella no es mala y está segura que la concubina de su padre la defenderá como si fuera su propia hija.


La ConcubinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora