𝟬𝟭𝟰

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Escuché golpes en la puerta así que dejé que Oli siguiera desayunando y viendo los dibujitos tranquila, en lo que yo me paraba para abrir la puerta.

Había olvidado por completo que Enzo iba a ir y no fue hasta que lo tuve adelante que me percaté, tenía una amplia y simpática sonrisa como siempre, una camiseta blanca y una rosa extendida en mi dirección.

—¿Y ésto? —reí, agarrando la flor.

—Hola sol, esta es mi manera de disculparme por lo de ayer —se encogió de hombros y me dió un sonoro beso en el cachete para pasar e ir directamente hacia su hija.

Esbocé una sonrisa cuando olí la flor y noté que tenía su perfume impregnado en ella, cerré la puerta y caminé hasta la cocina para llenar un vaso con agua y dejar la flor dentro de él.

—Juli me dijo que mañana empieza con vos las clases de inglés, lo tenés loquito eh —comentó, enarcando una ceja—. No me habías dicho nada.

Decidí ignorar el primer comentario y le servi un vaso de jugo, para después servirme uno a mi y sentarme al frente de él y Olivia.

—No, perdón —dije rápido—. Te juro que se me había pasado por completo lo de las clases de inglés, y no pienso descuidar a Oli ni un segundo.

—Ah, no te preocupes por eso. Yo cuido a Oli mañana —se encogió de hombros despreocupado e hizo un ademán con su mano, para restarle importancia.

—¿En serio? —sonreí bastante agradecida, si bien podía encargarme de las dos cosas, se me iba a complicar demasiado—. Pero mira que no hace falta que lo hagas.

—Tranqui, así de paso superviso las clases del Ju —soltó mirando a Oli—. No vaya a ser que me quiera robar a la única persona que me soporta y se ganó mi confianza como para dejarle a mi hija.

—¿Supervisar las clases de Juli? —reí aunque no podía decirle que no, después de todo él era quien pagaba todo—. Va a ser bastante divertido supongo, tengo un método bastante efectivo para enseñar.

—¿Qué tanta eficacia tiene?

—Les enseñé a mis peques de seis años, así que... —dejé la frase al aire y él sonrió.

—Bueno, Julián es como un nene de seis años así que seguramente funcione.

No dije más nada, no me gustaba decir comentarios así de los demás y sabía que era como Julián y Enzo se llevaban, pero yo no tenía tanta confianza con ellos como para hacerlo también.

—La novia de la joya me dijo que cantas —comentó, robándole un cereal a Olivia.

—¿La joya?

—Paulo.

—Ah —asentí, solo conocía el apodo del dibu así que debía investigar más—. No canto, solo es un hobbie...

No era un hobbie, o no quería que lo fuera. Pero me daba mucha vergüenza que los demás supieran qué hacía, era preferible que se quedaran con mi imágen de programadora y no con la de una nena chiquita con sueños imposibles.

—El fútbol era un hobbie para mí también —sonrió motivador, y le devolví la sonrisa—. Si sos buena y tenés temas piolas seguro que te vas a pegar.

—Me encantaría —confesé—. Es...mi segundo sueño.

Enzo me miró bastante curioso antes de bajar a Oli de su sillita y acercarse más a mi. No sabía si había sido muy buena idea bajar a Oli, si había aprendido algo desde que estaba con ella era que es una nena muy inquieta pero dudaba que hiciera hinchastre con la tablet.

—¿Y cuál es el primero?

—Ver a mis hermanitos jugando en river —sonreí de solo imaginarlo, y él me dedicó una mirada intrigante.

—¿Ah sí? —sonrió pensativo—. No sabía que tenías hermanos.

—Tengo cuatro, yo soy la del medio y la única mujer —me encogí de hombros y él asintió bastante sorprendido.

—A la mierda, esos son muchos hermanos —bromeó y reí—, ¿Cuántos años tienen tus hermanitos?

—Los peques tienen seis, Fede y Ale —volví a sonreír, recordaba sus tiernas e inocentes sonrisas como si siguiera viéndolos todos los días. Y es que para mí, ellos siempre estaban.

—Bueno, mira que algún día los quiero ver jugar a la pelota eh.

Asentí con complicidad, mis hermanos se morirían si eso llegase a ocurrir algún día. Todos en casa eran súper fans de Enzo y Julián y como no serlo, si eran todos hinchas de river. Nunca habíamos tenido la posibilidad de ir a la cancha pero con ver los partidos en la tele estábamos más que conformes, tampoco nunca habíamos sentido la necesidad de ir, aunque nos hubiera encantado, no estábamos arrepentidos de no haberlo hecho porque simplemente no se podía.

El semblante de Enzo había cambiado, ahora parecía estar más pensativo y perdido en él mismo. Verlo así de serio era bastante raro, siempre era un chico muy alegre.

—¿Estás bien? —pregunté preocupada.

—Estaba pensando en lo que me preguntaste ayer —soltó mirándome—. Lo de la mamá de Oli.

—Ay, perdón por eso —dije apenada—. Sé que no tuve que preguntar, no hay confianza y..

—No, sí que la hay. Hay mucha confianza —se apresuró a decir—. En realidad me sorprendió que hayas tardado tanto en preguntarme pero como me agarraste desprevenido, no supe que responderte.

—No hace falta que me respondas, respeto tu privacidad.

—Ya sé, y me encanta eso —volvió a sonreír—. Oli no llegó a conocer a su mamá o no lo suficiente como para acordarse, por eso se apegó tanto a vos y nunca pregunta por ella.

No sabía qué rumbo iba a tomar la historia, y me estaba asustando tanto la posibilidad de que Olivia haya sufrido un abandono por parte de su mamá.

—Se llamaba Valentina —sonrió, así que supuse que se estaba acordando de ella—. Era una re buena persona y habría sido una muy buena mamá.

—¿Habría sido?

—Falleció dando a luz —respondió en voz baja, no parecía estar recordandola con tristeza. Más bien con cariño—. Somos solamente Oli y yo desde entonces.

—Perdón Enzo, no tuve que haber preguntado —me disculpé arrepentida y él negó.

—No pasa nada, hace mucho dejó de doler.

Sabía que mentía para no hacerme sentir mal, la perdida de un ser querido jamás deja de doler.

—¡Sol!

La dulce voz de Olivia me hizo escapar de la situación, al parecer se había orinado y tenía que cambiarle el pañal así que no tardó mucho en estar limpia de vuelta.

—¿Y si vemos una película los tres? —propuso Enzo, tirándose en la cama para ver a la bebé reír.

—¡Sí!

Hasta ahora no había notado lo buen papá que era ese chico, a pesar de ser tan joven y haber pasado por tanto. Estaba completamente solo y aún así, daba lo mejor para regalarle una buena niñez a su hija.

Así fue nuestra tarde, miramos películas los tres juntos hasta que Oli quedara totalmente dormida y quedáramos solo Enzo y yo despiertos, viendo Shrek hasta que se tuvo que ir de nuevo al plantel.

Sobre Ruedas-Enzo Fernández✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora